La industria minera impulsa el desarrollo sostenible de la Argentina. Se lo considera un motor para el desarrollo socioeconómico de las comunidades, para el crecimiento de la industria nacional y de las exportaciones. Pero antes de comenzar cualquier proyecto, se debe contar con infraestructura adecuada: caminos, energía, vivienda, servicios, etc. Para conocer en profundidad este tema, dialogamos con el ingeniero Daniel Bortolín, del Área de Pensamiento Estratégico de la Cámara Argentina de la Construcción (CAMARCO).
Para lograr un desarrollo sostenible en minería, se necesita incentivar al capital nacional y extranjero a invertir en este sector para salir a competir en todo el mundo, generando un crecimiento económico y social y progreso de la comunidad donde se desarrolla la actividad, generando empleo.
Es necesario estar actualizados a nivel tecnológico para poder obtener buenos resultados en la productividad y la competencia provincial o regional y, en consecuencia, nacional y luego internacional. Los expertos aseguran que requiere de políticas públicas orientadas al desarrollo a largo plazo, y un marco regulatorio claro y estable que ofrezca seguridad a todos los actores que intervienen en la actividad.
Según datos de la Secretaría de Minería y el Ministerio de Economía, durante marzo de 2024 se registraron en Argentina exportaciones por USD 309 millones provenientes de 15 proyectos en producción que forman parte de la cartera de proyectos mineros. Tres productos representaron el 98,5% de dichas exportaciones. En el primer lugar aparece el oro representando el 67,6% (USD 209 millones), seguido por la plata con el 17,0% (USD 52 millones) y el litio con el 13,9% (USD 43 millones).
Otro aspecto importante es promover la mejora y ampliación de la red de infraestructura de energía, transporte y comunicaciones.
San Juan, Catamarca, Jujuy, Salta y Santa Cruz son líderes en minería y siguen un protocolo detallado para la explotación minera.
Es necesario un marco legal a seguir en la Argentina, según la Ley 24196:
- Primero, relacionado con el Título, que pertenece al descubridor y que debe hacer una solicitud ante la Provincia. Sigue un sistema de entrada libre y pueden solicitarse todo tipo de minerales mediante concesión / permiso (sin minerales restringidos).
- Segundo, relacionado a la Tenencia. Es simple de mantener con un pago anual y plan de inversión ejecutado (dentro de los 5 años posteriores al título). Concedido a perpetuidad, siempre que exista una actividad minera continuada por el propietario.
- Tercero, relacionado a los Permisos. Proceso de aprobación ambiental unificado, claro y oportuno. Permisos ambientales y de construcción otorgados y controlados por la Provincia.
Hay varias etapas del ciclo de vida de un proyecto minero: exploración, evaluación del proyecto (estudio de factibilidad), desarrollo y construcción, producción o explotación y cierre de faenas.
Para conocer en profundidad el paso a paso de la infraestructura necesaria para el desarrollo minero adecuado, dialogamos con el ingeniero Daniel Bortolín, del Área de Pensamiento Estratégico de la Cámara Argentina de la Construcción (CAMARCO).
¿Cómo es el proceso que se sigue?
Las inversiones mineras son de largo plazo. Llevan el periodo de floración, prefactibilidad, factibilidad, aprobaciones de estudios de impacto, licencias y hasta que llega a la construcción y después la explotación pueden pasar cuatro, cinco o seis años. En Argentina en ocasiones más, porque la macroeconomía dilata muchas veces, pone algún impasse o manda para atrás alguna actividad o inversión en vista. Así que, en ese contexto, desarrollar la infraestructura para la minería implica preguntarse si tiene que estar ya realizada la estrategia para cuando se desarrollen los proyectos mineros o, por el contrario, tienen que acompañar un poco esa explotación. ¿Necesitamos hacer una ruta a 4.500 m. de altura por si se desarrolla la minería? ¿O cuando se ejecute el proyecto recién entonces se hace la obra vial?. Es una pregunta que siempre ha asignado el desarrollo de estas infraestructuras porque son caras y cuando se propone pensando que va a haber un desarrollo, es difícil justificarlas con una evaluación económica. Por ejemplo, si un camino en llanura te puede llegar a salir un millón y medio de dólares en kilómetros, por poner un número; en montaña te va a salir dos veces y media eso.
Hay una infraestructura básica que debería estar planteada, por lo menos planificada, y eso cuesta en la Argentina. Como por ejemplo, empezar caminos de ripios. Para ser definitiva, es necesario tener cierta previsibilidad respecto —a quién se dará el servicio— y ahí surge un tema con el financiamiento: si las mineras están en el área de influencia de una ruta, bien podrían dentro de su flujo de fondos incorporar alguna inversión a recuperar de distintas maneras en infraestructura.
No hay un paso a paso, depende de que se desarrollen las explotaciones mineras y cómo financiarlas, y que haya una estructura básica. Porque el problema es que cuando una empresa planifica invertir en explotar una mina, una de las primeras cosas que va a hacer, además de ver la calidad del material, la ley, la productividad del yacimiento y demás, es plantear qué infraestructura hay y según eso traer los insumos para sacar el producto terminado.
Ahí hay un punto de equilibrio donde tiene que haber una estructura básica, que no la hay en Argentina, por lo menos completamente desarrollada, pero también a eso hay que sumarle inversiones para completar esa infraestructura. Podría haber en nuestro país un corredor minero de norte a sur, que no lo hay. Desde el Área de Pensamiento Estratégico de Camarco lo proponemos hace años: es un colector de rutas transversales que deberían dirigirse a puntos más altos de la cordillera. Se trata de una infraestructura básica que debería existir para que cuando un proyecto minero se plantee, tenga ya ese conector y al definir un camino de acceso a la mina, se conectaría a una red en funcionamiento.
El paso a paso sería que el Estado desarrolle una red de infraestructura básica vial y ferroviaria, algo que lo tiene que hacer la gestión pública; y que sirva a zonas cordilleranas donde se explota la minería y puedan servir de base para que después, a partir de un proyecto concreto minero, el mismo incorpore infraestructura más específica de accesibilidad a la mina.
El paso a paso es para todo el mundo igual y supone inversiones muy importantes en exploración, que se realizan antes de sacar un solo gramo de producto. Tiene que haber espaldas financieras muy grandes para llevar a cabo esas inversiones. Hay una primera fase que son las de exploración y que pueden ser independientes, pero las otras fases —como llegar a la construcción— dependerán de la infraestructura del transporte para llevarlo a cabo. También influirán las condiciones macroeconómicas que en Argentina nunca ayudaron a dar certeza, a pasar a una fase de construcción. Ese es el quiebre, donde la inversión fuerte se pone sobre la mesa y se decide empezar a explotar.
Es el punto de inflexión importante. Ahí se decide realizar el proyecto minero, y se incorporan las infraestructuras de transporte necesarias para llevarlo a cabo. Y también depende del producto. Por ejemplo, el litio tuvo una época boom y creció el precio. Después bajó y los proyectos que antes eran viables, luego no lo eran tanto. Ahora vuelve a subir. Son tantas las variables que por eso es importante que la Argentina tenga una infraestructura básica minera preparada para dar sustento a los proyectos que se vayan a desarrollar. Ayudan a la minería y a conectar a pueblos de La Puna o de toda la zona precordillerana que hoy están mal vinculados. No tienen solo una función minera, sino también tienen una función social y turística.
Las otras variables definirán si el proyecto se llevará a cabo o no. Argentina no puede hacer rutas demasiado costosas en lugares donde no hay demanda y donde no está asegurada a futuro, pero sí apoyará con la infraestructura de base.
¿El litio es la gran apuesta para el crecimiento del país para salir de la crisis actual?
Ciertamente sí, porque Argentina, Bolivia y Chile son los grandes productores de litio junto con Australia, que no produce en salares sino que saca de la roca. Hoy la electromovilidad es un hecho y va a necesitar de litio, sin duda. La tecnología va cambiando, hoy es el litio porque es necesario para las baterías, pero el día de mañana puede surgir otra tecnología que haga que ya no sea tan necesario y las cosas pueden cambiar de un momento al otro. El gran riesgo que estas mineras asumen cuando deciden explotar un yacimiento no solamente es la Argentina con su macroeconomía e inversiones, sino también el mercado a donde va ese producto. Hay que tener presentes todas esas variables para decidir. El litio viene de hace tiempo, no es de ahora. Chile desarrolla minas de litio hace muchos años y nosotros también, aunque menor grado que Chile, pero con más potencialidad todavía que ellos. Ahora está claro, hace unos cuatro o cinco años a la fecha, que la electromovilidad es algo que se viene, va a ser necesario no solamente el litio, sino también cobre. Por eso sí, lo veo como una puerta de riqueza y de ingresos de divisas importantes para la Argentina. Es una gran oportunidad, y el cobre también. .
¿Qué condiciones puntuales se requieren para realizar la explotación?
No siempre la explotación del mineral está cercana a la planta de producción. Por lo general sí están en la misma locación, y son lugares de difícil acceso, a más de 4.000 metros de altura, con un clima hostil y las necesidades son múltiples, especialmente para que viva ahí la gente que trabaja en la mina. Los petroleros o mineros hacen 14×7 o 21×7, es decir, que están 14 días arriba y 7 días abajo o a veces incluso 21 días arriba y 7 abajo. Entonces tienen que vivir en el campamento con todo tipo de comodidades, buena comida y calefacción. Es algo esencial. También tiene que haber aprovisionamiento de combustible, de energía. Estamos hablando del camino y ferrocarriles, pero es muy importante el gas y la electricidad: debe llegar una línea eléctrica troncal que sirva de base para que después, a una mina en particular, vaya una línea de electricidad específica. Una troncal cerca para que sea viable. Lo mismo con el gas. Después, el equipamiento propio de la mina, que son máquinas de grandes dimensiones que también hay que transportarlas y eso lleva su tiempo y su logística. Es necesario instalaciones para el acopio de los insumos para el producto terminado, silos, estacionamientos, caminos internos.
Son múltiples las inversiones y las construcciones necesarias para construir una mina y después operar.
Daniel Bortolín
¿Hay un mínimo de kilometraje de ruta que se pide en cada proyecto?
No, el proyecto está definido por su localización. Nunca están al lado de una ruta nacional o provincial en buen estado. No es una planta como un tambo en la provincia de Buenos Aires que se piensa al lado de una ruta para tener una accesibilidad. Acá no puedo definir dónde hacer la planta con esa lógica. La planta la hacen donde está el mineral, en zonas de muy difícil acceso. Por lo tanto, una explotación minera va a necesitar de un camino específico de acceso a esa explotación que va a estar alrededor de entre 70 y 120 o 130 kilómetros. Ese camino va a tener que estar vinculado con una ruta en buen estado, ya que si no la tenemos, el proyecto va a “hacer agua”.
¿Qué plantean las provincias para fomentar o impulsar la explotación?
Las provincias son, en general, beneficiarias de la explotación minera, pero al mismo tiempo tienen que garantizar el cuidado del medioambiente que es especial. Políticamente hablando es muy importante, porque después la explotación minera se realiza y cualquier problema con el medioambiente va a traer muy mala prensa tanto a la provincia como a la empresa que esté explotando. Hay provincias que son más mineras históricamente como puede ser Salta, Jujuy o San Juan que tienen una actitud pro-minería y hay otras como Mendoza o Chubut que no, que han puesto bastante barreras a la minería. Creo que el tema del medioambiente es clave en ese punto, deben cuidarlo, minimizar el impacto evitando principalmente contaminación o sobreexplotación de algunos recursos como el agua. De ahí en adelante es todo beneficio para la provincia, porque podrá impulsar el desarrollo de poblaciones pequeñas, de las que se necesitará contar con mano de obra y fomentarán la construcción habitacional, residencial, servicios, hoteles, restaurantes y transporte. Se va a desarrollar todo eso en la provincia y es importante.
Por otro lado, están las regalías, los impuestos que pagan las empresas por explotar. Pero hay que tener en cuenta que el desarrollo debe ser armónico. No puede ser cualquier cosa porque después la minera se va y deja un pueblo fantasma. Eso ha pasado y pasa. Las provincias tienen que controlar mucho para que haya beneficios reales y perduren a largo plazo y no sean un problema. Si se desarrolla un área minera con mucho tráfico por una ruta donde hay un pueblo, impacta con ruidos y el movimiento en la zona puede afectar a las construcciones de las casas. Se deberá hacer un bypass, un desvío para los camiones. ¿Quién lo paga? Ahí las provincias tienen que dialogar con las mineras para lograr generar fondos. Las mineras también tienen su área de relación con la comunidad, eso supone acciones y obras para que la gente que trabaja en las minas y para las poblaciones que están afectadas directa o indirectamente por las mineras puedan obtener beneficios que sean financiados por la misma.
Hoy, ¿cuáles son los beneficios principales?
En la situación que está Argentina, el beneficio directo más importante a nivel nacional es el económico.
Lo indirecto es lo que se mueve, como el transporte —ferrocarriles o rutas— el cual hace que se levante una infraestructura que sirve a minería y muchas otras actividades. La minería es una actividad que tracciona inversiones en esa infraestructura que sirve para otros. Sería el segundo beneficio importante.
El tercero es el impacto local, social, en pueblos: que la gente nazca, se desarrolle, que haya escuelas y trabajos cerca es importante. Gente joven que pueda desarrollarse en minería y termine convirtiéndose en los ingenieros de mañana. El recurso humano que se forma a mediano y largo plazo.
El medioambiente es la parte que tiene que cuidarse para que todo lo otro se desarrolle. Si no se cuida, todo lo otro cae en riesgo.
Si no está todo en orden con el medioambiente, el proyecto no inicia…
El estudio de impacto ambiental es una de las claves que tiene que estar aprobado, si no se aprueba en diferentes fases, el proyecto no se viabiliza. Estas empresas necesitan financiarse en mercados, en la bolsa de Canadá o en mercados importantes donde van a pedir que todo eso esté aprobado para garantizar los financiamientos. Por eso son inversiones de largo plazo: por un lado necesitan estar seguros de la calidad del recurso, pero por otro necesitan todas las licencias ambientales en orden para poder explotar.
Nadie va a explotar un yacimiento si el recurso del agua es limitado, o puede ser un limitante importante para el proyecto. Tanto en la construcción, explotación y operación es importante evitar cualquier contaminación.
Y ante las cuestiones inesperadas, ¿cómo actúan?
Ha habido problemas ecológicos, como la contaminación, y eso es un grave problema. La empresa trata de ocultarlo y produce un ida y vuelta que a la minería no le hace nada bien y le da mucha letra a las personas que se oponen a la actividad. Puede ser un accidente, imprevisibilidad, o mal manejo de lo ambiental por parte de la empresa. Hoy está muy controlado eso. Ocurren en lugares inhóspitos donde están ellos nada más. El control y las auditorías tienen que ser frecuentes. La conciencia social de la empresa tiene que ser fuerte, hoy hay más conciencia verde y las mismas empresas internamente quieren garantizar que no haya ningún problema. Vamos a etapas mucho mejores que antes.
¿Con qué empresas trabajan o se destacan en la actualidad?
Son empresas chinas, australianas y canadienses que son muy fuertes y que tienen mucha historia y experiencia en el tema. Pero necesitan ser controladas para hacer las cosas bien. Tienen protocolos internos muy estrictos y en ese aspecto yo estaría en principio tranquilo, que las cosas se deberían hacer bien. Eso no evita la auditoría de todos los entes provinciales o nacionales que intervengan.
Cuando hay un problema, empezamos a ver quiénes son los responsables; y no solo van a ser la empresa o la compañía o la minera la que produjo el derrame o contaminación, sino el que tenía que controlar y no lo hizo.
Desde Camarco informaron que la Mina Veladero, que opera la empresa Barrick – Shandong, extendió 10 años su vida útil y proyecta una producción hasta 2034. ¿Es una buena noticia o no?
Veladero, que está en San Juan, también tuvo su problema de impacto ambiental en 2015. Pero me parece muy bien que amplíe su explotación, siempre respetando el medioambiente. Es una buena noticia. En San Juan, la potencialidad minera es importante. Especialmente en el cobre, que se está desarrollando en esa zona hacia la Cordillera como Los Azules, Pachón, José María. Son proyectos muy importantes que a nivel de inversión son 3, 4 o 5 veces a la inversión de uno de litio. La producción también es 4, 5 o hasta 10 veces de la de litio. Que se extienda Veladero es importante para San Juan, pero también tiene minas y proyectos avanzados que van a brindarle a la provincia un perfil minero muy alto. Es importante el autocontrol. Conozco el desarrollo de litio de la empresa Río Tinto que plantea un proyecto lo más verde posible.
¿Cómo afecta el escenario económico actual a la industria minera?
Como ingenieros, el “no hay plata” y “no hay obra pública” uno lo puede entender desde el punto de vista de que cierren los números por el momento actual para un déficit cero. Lo que no nos gusta o no aceptamos es que la obra pública se pare duramente mucho tiempo, porque ahí afecta la economía real, a la construcción, profesionales, obreros y empresas. Parar la obra pública por un tema fiscal o de forma de contratación debería ser una medida de emergencia a muy corto plazo y se debería pensar que, si la actividad privada tiene que encargarse de financiar la obra pública, generar mecanismos para que eso ocurra. Ante la crisis, hay que pensar en trabajar afuera, en países limítrofes, hacer consultoría fuera de Argentina. Los ingenieros estamos ahora haciendo eso.