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Home Construcción

Expectativas 2026: Las variables económicas que mira el sector de la construcción

Carlos Boyadjian Por Carlos Boyadjian
noviembre 19, 2025
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Expectativas 2026: Las variables económicas que mira el sector de la construcción
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Dólar, tasas de interés, costos e impuestos, el póker de variables económicas que hoy miran las empresas de cara a 2026. En conjunto representan el mayor desafío para el desarrollo de la industria de la construcción. Hay esperanza en que se reactiven proyectos, pero la estabilidad macro es clave y la coyuntura abre interrogantes hacia el inicio del nuevo año.

Desde hace algo menos de dos años todos en la actividad de la construcción se acostumbraron a ver, mes tras mes, estadísticas con números en rojo profundo, con algunas mínimas excepciones temporales. Esto se debe, en primer lugar, al abrupto corte de la obra pública nacional a comienzos de la gestión de Javier Milei, sumado a algunos problemas de caja en las provincias, que restringieron también las partidas en este rubro. Pero ésa es sólo una parte de la película.

En paralelo, se observa también un impacto de la macro y de la propia estructura económica de la Argentina. Hay consenso en que la relativa estabilidad trajo cierta calma a partir de la segunda mitad de 2024. Algunas empresas empezaron a ver mayor dinamismo con nuevos desarrollos, demanda de obras industriales y pedidos de presupuesto, movilizando además inversiones.

Sin embargo, se trata de una estabilidad endeble, que duró en términos generales, hasta mediados de este año. Desde julio hacia delante se observa cierto estancamiento en la actividad, según declaraciones de distintos actores de la industria consultados por El Constructor, representantes además de diversos eslabones de la cadena o segmentos del negocio.

Se trata de un póker de variables macro, que constituyen los principales vectores del cambio de tendencia, integrado por la volatilidad cambiaria y el salto del dólar, clave a nivel de insumos y costos en la industria; la suba de la tasa de interés, llegando a niveles del 70% anual o incluso más; el incremento de costos en general por persistencia de la inflación; y, como no podía faltar, el impacto de los impuestos y la carga tributaria general.

Desde los distintos eslabones de la cadena de valor en la industria de la construcción destacan el efecto positivo de la baja consistente de la inflación, aunque se remarca que parece haber llegado a un núcleo duro en torno al 2% mensual difícil de quebrar, que en algún sentido dificulta la planificación y las inversiones, un dato nada menor en una actividad como la construcción, en la que los proyectos suelen ser de mediano y largo plazo.

LA FOTO DEL SECTOR

Con los fríos números sobre la mesa se observa que el Indicador Sintético de la Actividad de la Construcción (ISAC), elaborado por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), registró en agosto -último dato oficial disponible- una suba marginal de 0,4% respecto del mismo mes de 2024.

Pero aquí vale recordar que en el octavo mes del año pasado el ISAC había marco un desplome de 26,4% respecto de agosto de 2023. Es decir, que este año el número es positivo, por poco pero positivo, aunque la base de comparación es extremadamente baja.

Pese a ello la buena noticia es que, en la medición desestacionalizada de agosto, esto es, sin factores que alteren ocasionalmente las variables contra el mes anterior, el ISAC creció 0,5% y acumula un 8% de incremento en el período enero-agosto de 2025.

En cuanto a los despachos de cemento, un indicador clave de la actividad sectorial, los datos acumulados a septiembre de 2025 relevados por la Asociación de Fabricantes de Cemento Portland (AFCP) señalan que hay un crecimiento de 7,4% respecto del mismo período de año anterior.

Más allá de estos datos puntuales, la actividad de la construcción en su conjunto está atravesada por la incidencia de las principales variables macroeconómicas, como son el valor del tipo de cambio; las tasas de interés; la inflación, o su traducción en la jerga de la actividad que es la suba del costo de la construcción; y elevadísima carga impositiva.

Según los diversos actores de la industria, y dependiendo de la parte de la cadena de valor en la que intervengan, también suman otros tres factores: el dinamismo de la actividad económica en general, no exclusivamente la construcción; el poder adquisitivo de los consumidores, que eventualmente será dinamizador de la demanda; y la falta de financiamiento a tasas y plazos razonables, tanto para el consumidor final, en tanto último eslabón de la cadena que requiere de crédito hipotecario para acceder a una vivienda, como para el desarrollador.

HACIA DÓNDE VAMOS

“En 2025 la actividad de la construcción está mejor que el año pasado, pero hace nueve meses que los insumos vienen en caída tipo ‘serruchito’ (sic), la inversión pública es lo que más se retrajo y la obra privada está en una transición, estancada”, aseguró el economista Pablo Lara, director de la consultora Estrateco, especializada en la industria de la construcción y el agro.

Entre los desafíos del sector Lara menciona la necesidad de “terminar de ordenar el régimen cambiario para que la inflación siga su curso descendente, profundizar el acceso a financiamiento, y a nivel sectorial, necesitás obra pública, para mejorar la infraestructura”.

En este marco, estima que “el 2026 va a ser mejor”, aunque advierte que “la volatilidad, que empezó en junio, se está extendiendo demasiado”, remarcando que hoy la competitividad no viene por el tipo de cambio, sino por “desarrollar la infraestructura y bajar impuestos”.

Y agrega que en el escenario actual hay proyectos de construcción, pero en un contexto difícil, de modo que “hay más lugar para desarrolladores profesionales, no para oportunistas”.

En cuanto a las perspectivas en la producción de insumos de la construcción, más allá de la coyuntura la proyección hacia 2026 es alentadora. “En la industria del cemento el principal desafío sigue siendo la previsibilidad macroeconómica, necesaria para planificar inversiones de largo plazo, sin descuidar la eficiencia energética, la competitividad logística y la aceleración del proceso de descarbonización”, señaló Pablo Bittar, CEO de Holcim Argentina.

En los últimos diez años, aún en contextos económicos difíciles, la compañía invirtió más de US$ 300 millones y este año inauguró una nueva planta de hormigón en Zárate-Campana y adquirieron la firma Horcrisa.

Para Holcim la estrategia es clara: “Seguir apostando por la diversificación, la innovación y la expansión de nuevos negocios. En contextos de menor actividad en obra pública, fortalecemos nuestra presencia en el sector privado, en la construcción de viviendas y en la red de distribución minorista”, precisó Bittar.

“La foto de 2025 no difiere mucho de lo que pasa en otros sectores, arrancamos el año con buenas proyecciones y expectativas positivas, pero tenés variables económicas inmanejables”, puntualizan fuentes de la Cámara Argentina del Acero.

Sostienen que esto se ve por el nivel de actividad en hierro redondo y aceros largos, que incluyen alambres, mallas y productos semielaborados para estructuras, entre otros.

Pese a ello son optimistas sobre lo que pueda ocurrir en 2026, pero destacan que después de la estabilización de la economía “hay que poner en marcha la industria, hoy no tenés actividad, ésta es la etapa que viene”.

Para Hernán Soneyro, gerente Comercial y de Asuntos Públicos de Cantesur S.A., vicepresidente de Cemincor, la cámara minera de Córdoba, y flamante titular del Cluster de la Construcción en esa provincia “éste es un año bisagra” atravesado por las elecciones y rescató el valor de la obra pública, porque “un país sin obras ni infraestructura no puede desarrollarse”.

Soneyro destaca que hoy no hay una crisis económica, sino una falta de demanda, y mencionó la fórmula para salir de esta situación, que incluye el “acceso al crédito hipotecario, generar tasas competitivas para apalancar a los desarrolladores y mantener la posibilidad de importar equipos, algo que ha mejorado en los últimos meses, para poder incorporar tecnología que por escala, garantías y especificaciones técnicas no se hacen en el país”.

IMPUESTOS Y ACTIVIDAD

Según estimaciones de la Cámara Empresaria de Desarrolladores Urbanos (CEDU), el 52,3% del costo total de una obra corresponde a impuestos, incluyendo IVA, Ingresos Brutos (tributo provincial) y tasas municipales. En rigor, es un porcentaje similar al de otros sectores de la economía argentina, pero en el caso de la construcción, al encarecer las obras, desalienta nuevos desarrollos en un mercado que necesita crecer.

“Hoy estamos ante esta situación de no tener márgenes en el negocio y eso es un problema porque si no hay márgenes en el negocio, no se construye”, señala Mali Vázquez, directora Ejecutiva de la CEDU.

Sin dudas, uno de los impuestos más distorsivos en el costo de una obra es Ingresos Brutos (ver recuadro). Con una alícuota en promedio del 2%, que puede parecer baja, la distorsión viene por el hecho de que grava cada paso en la cadena de producción, desde los fabricantes de insumos, distribuidores, hasta la empresa constructora y por supuesto, también la venta final. Al cobrarse en cada etapa se genera el llamado efecto cascada, que acumula carga tributaria, aunque no necesariamente agrega valor al proceso, encareciendo artificialmente el precio final, advierten desde CEDU.

Para Luciano Farez, presidente de Felanix, una constructora enfocada en obras de arquitectura y vivienda, pero ampliando ahora en negocio a otros segmentos como la rama industrial y desarrollos propios, la baja de la inflación ha beneficiado al país en su conjunto, y enfatizó que el ajuste en el tipo de cambio, “generó una baja del costo de construcción, que termina beneficiando a los desarrolladores”.

Consultado sobre sus expectativas para 2026, Farez consideró que la empresa apunta a “crecer entre 20 y 30% respecto de este año”, aunque mucho depende lo que ocurra luego de las recientes elecciones. Con 12 años de presencia en el mercado, Felanix lleva más de 100.000 metros cuadrados construidos y entregados y para el año próximo aspiran a sumar obras de 20.000 a 30.000 metros cuadrados.

“Los desafíos son importantes, se cayó el crédito hipotecario porque subieron las tasas, y necesitamos que se estabilice la macro”, indicó el constructor. Frente a esto comentó que, como en muchas actividades, la clave es la diversificación. “No ponemos todos los huevos en la misma canasta”, señala apelando a una vieja receta de la economía en tiempos turbulentos.

De hecho, en estos momentos Felanix está evaluando entrar más de lleno en el segmento de industrias y desarrollos propios.

CONSTRUCCIÓN Y SUSTENTABILIDAD

“Se está trabajando a buen ritmo, al punto que pudimos invertir este año nuevamente en equipos”, señala con entusiasmo Martín Bouvier, fundador y Gerente de Grupo Bouvier, compañía radicada San José, Entre Ríos, y enfocada en prestar servicios de ingeniería y construcción para industrias de alta exigencia, explica. 

Es un nicho en el que se destacan los sectores minería y Oil & Gas, aunque la firma trabaja también para frigoríficos, centros logísticos, madereras, y todo tipo de industria que requiera especialización y alta tecnología, muchas de las cuales son empresas de capital extranjero, con exigencias de estándar internacionales. Por eso mismo, las palabras de Bouvier adquieren otra dimensión como indicadores del dinamismo de la economía en su conjunto.

Consultado sobre los principales desafíos del sector para 2026 Bouvier cita en primer lugar la falta de financiamiento, que considera un factor clave, pero también la estabilidad macroeconómica. 

En relación a la volatilidad en el mercado cambiario, señala que “el problema es cuando está por arrancar un proyecto, ahí se puede frenar”. No obstante, reconoce que “la industria tiene muchísimas ganas de crecer, y normalmente las industrias con las que trabajamos el capital lo tienen, aunque si hay crédito y lo pueden aprovechar, mejor”. 

La demanda de sustentabilidad, sin dudas, está cada vez más presente en el mercado. “Hoy el nivel de actividad está estable, si bien la obra pública se redujo, el sector privado está mostrando señales de movimiento, especialmente en proyectos de reconversión urbana, desarrollos logísticos y obras de infraestructura”, explica Miguel Ippolito, director de Gestión de Grupo Mitre, dedicado a demoliciones, reciclaje y movimientos de suelo.

“Las demoliciones siguen siendo un buen termómetro: cuando se planifican nuevas construcciones, la demolición es el primer paso, y eso nos permite anticipar cierta reactivación” en la actividad, pronostica de cara a los próximos meses.

Tras lograr la certificación como Empresa B, con foco en la gestión de triple impacto, este mes de octubre Grupo Mitre emitió el primer cheque verde en la industria de la construcción. 

“En los últimos años venimos trabajando para diversificar nuestra operación y reducir la dependencia del ciclo de la obra pública”, señala Ippolito y agrega que “a partir de la certificación como Empresa B y del desarrollo del área de reciclaje y valorización de residuos de construcción y demolición, estamos generando una nueva unidad de negocio que aporta valor ambiental y económico”. 

Consultado sobre las perspectivas para el próximo año, el ejecutivo se mostró optimista. “Creemos que 2026 puede marcar un punto de inflexión, con mayor previsibilidad macroeconómica y un marco regulatorio que incentive la inversión privada”, explicó, y remarcó que el compromiso ambiental y la economía circular están ganando espacio real en la agenda empresarial y gubernamental. 

“Si logramos sostener esa tendencia, la industria de la construcción —y en particular el sector de demolición y reciclaje— tiene un enorme potencial para crecer con un enfoque más sostenible y de largo plazo”, remató Ippolito.

LA URGENCIA POR REDISCUTIR LA COPARTICIPACIÓN

“El año pasado fue de una crisis inédita en el sector de la construcción por el freno de la obra pública nacional, con caídas de 20 o 25 puntos en la actividad”, señaló sin eufemismos Cristian Girard, director Ejecutivo de la Agencia de Recaudación de la Provincia de Buenos Aires (ARBA), en diálogo con El Constructor.

Girard destacó, sin embargo, el esfuerzo que está haciendo la provincia de Buenos Aires -también es el caso de Córdoba, Santa Fe y algunas más- para sostener la ejecución de obras con recursos propios, incluso en un escenario de fuerte caída de la recaudación por menor actividad económica. Desde ARBA estiman que la recaudación viene cayendo un 5% en relación al año anterior, lo que es reflejo de una caída de la actividad económica equivalente en magnitud, en estos meses.

“Este año, comparado con un año muy malo como 2024, empezamos a ver una reactivación de la construcción en los meses de abril, mayo, junio y a partir de ahí, con la suba de las tasas de interés primero, y ahora con la suba del dólar y de los costos de la construcción, otra vez volvió estancarse contra un nivel muy bajo, deprimido, que era el del año pasado”, explicó el funcionario.

Para Girard el parate de la obra pública nacional tiene dos dimensiones, por un lado, el impacto en cuanto a la inversión, la actividad, el empleo sectorial y la baja de la recaudación que supone, que de hecho arrastra también a algunas industrias vinculadas.

Pero también hay una dimensión relacionada a los recursos tributarios, que es preciso abordar. Se habla mucho de que las provincias bajen las alícuotas de Ingresos Brutos o se reemplace este gravamen por un Impuesto a las Ventas para evitar el “efecto cascada”, dado que Ingresos Brutos grava cada eslabón de la cadena de producción.

Sin embargo, el fenómeno es más complejo, porque sacar el impuesto o bajar fuertemente las alícuotas equivale a desfinanciar a los estados provinciales.

“Si vamos a encarar esta discusión, hay que encarar en simultáneo esto y la cuestión de la coparticipación federal, y no solo en la provincia Buenos Aires sino a nivel nacional”, advirtió Girard.

Y avanzó un paso más. “Si el Gobierno nacional ha decidido, por ejemplo, no hacer obra pública y esa distribución (de la coparticipación) está pensada para que el Gobierno nacional financie su presupuesto de obra pública pero esas obras ya no se hacen, las provincias y el Gobierno nacional tienen que sentarse a discutir por qué el Gobierno nacional se sigue llevando ese pedazo de la coparticipación”.

Tags: sector de la Construcción

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