El lanzamiento de un nuevo programa de créditos para vivienda se erige como un engranaje más para dinamizar la actividad de la construcción. Son 87.000 préstamos personales a tasa cero y actualización por variación de salarios.
Convencido de la importancia de la actividad de la construcción como eje dinamizador de la economía argentina, el Gobierno lanzó el pasado 20 de abril un paquete de incentivos crediticios para impulsar la construcción de viviendas nuevas y proyectos de refacción. El presupuesto total para esta línea podría llegar a más $100.000 millones de fondos del Estado nacional que, a través de partidas ejecutadas por el Ministerio de Desarrollo Territorial y Hábitat, beneficiarán a 87.000 familias con créditos a tasa subsidiada.
Sin dudas, no serán los únicos favorecidos por la iniciativa. Desde luego, también la industria de la construcción y toda su cadena de valor recogerá los frutos de estos recursos que, a la vez que ofrecerán una solución habitacional a las familias, movilizará la actividad y generará oportunidades de negocios para las empresas constructoras, en especial las pequeñas y medianas firmas. De acuerdo con los anuncios realizados por el presidente, Alberto Fernández, en un acto en el Museo del Bicentenario, entre las claves del programa crediticio se encuentran la tasa de interés y la modalidad de ajuste de las cuotas que arrancan, sin dudas, en montos sumamente bajos.
“Sabemos que la construcción es el gran movilizador de la economía y la vivienda, un derecho fundamental; por lo tanto, todo lo que como Gobierno nacional invirtamos en este sentido va a ser una inversión en el sentido correcto”, aseguró el primer mandatario. Y, a su turno, Jorge Ferraresi, el ministro de Desarrollo Territorial y Hábitat, destacó: “Trabajamos para que la vivienda no sea más una cuestión de especulación financiera, sino un derecho, y que ese derecho tenga que ver con generar condiciones para que podamos soñar con una Argentina inclusiva y de igualdad de oportunidades para todos y todas”. Y agregó que, “para ello, diseñamos este sistema solidario donde cada uno paga en función del salario que tiene y así cada uno genera la posibilidad de construir este nuevo paradigma”.
LOS DETALLES
El Programa Casa Propia-Construir Futuro, tal es el nombre completo y formal, prevé 87.000 créditos individuales a tasa 0, con dos líneas de asistencia específicas. Por un lado, serán 65.000 préstamos personales para refacción, que podrán usarse para la compra de materiales y la contratación de servicios y mano de obra para mejorar las condiciones habitacionales, señalaron fuentes ministeriales. Pero, además, el programa incluye el otorgamiento de otros 22.000 créditos, en este caso destinados a la construcción de viviendas nuevas de unidades de hasta 60 metros cuadrados de superficie, en lote propio.
La clave de la iniciativa es que se aplicará tasa de interés de 0%, solo ajustable por la nueva fórmula Hog.Ar, que fija una actualización del capital de acuerdo con la evolución de los salarios (Coeficiente de Variación Salarial / CVS), toda una novedad para la Argentina. Esta “zanahoria” hizo que solo en los primeros días de apertura de las inscripciones –que cierran el 7 de mayo– hubieran registrado sus datos unos 110.000 postulantes a recibir los citados créditos.
Para la industria, tal vez el tramo de construcción de unidades nuevas sea el más interesante en términos de posibles negocios. Mucho más si se piensa que el programa forma parte de una iniciativa más amplia, la política federal de viviendas, que contempla la ejecución de 264.000 soluciones habitacionales.
Los créditos personales para la compra de materiales de la construcción y mano de obra son 65.000 en esta etapa. Tendrán un plazo de devolución de 36 meses, con tres meses de gracia, y podrán acceder a ellos personas que tengan ingresos entre $25.000 y $175.000. Dado que el porcentaje máximo de los montos a pagar por los titulares de los créditos no puede exceder el 25% del salario, las cuotas irán de $2882,24 a $6917,37.
En cuanto a los créditos para construcción nueva, serán 22.000 con un monto máximo de $4 millones y montos individuales según niveles de ingresos acreditados. Así, se prevén 10 tramos de ingresos que arrancan en $53.500 a $60.000 mensuales en el tramo 1 y cuotas desde $13.375, con hasta 360 pagos mensuales (30 años). El tramo 10 es el más alto y alcanza a personas que ganen entre $160.001 y $175.000, las cuales deberán afrontar un máximo de 110 cuotas (cerca de 9 años), que van desde $40.001 hasta $43.750.
MÁS POSIBILIDADES PARA INVERTIR EN LADRILLOS
Más allá de los detalles del programa de crédito, hay algunas cuestiones relevantes para considerar. No se trata de un proyecto de vivienda social tradicional, destinado a personas de bajos ingresos, sino que los préstamos llegarán esta vez a personas de ingresos medios y medio altos, un segmento de la población que suele ser un target tradicional de la industria de la construcción y el mercado inmobiliario.
Además, como los créditos para construcción nueva como refacción tienen topes máximos, es probable que las obras no se limiten a los fondos recibidos por los préstamos, sino que movilicen también recursos de ahorro previo, incrementando, en algún sentido, el monto global de las obras a construir.
En este sentido, el propio presidente, Alberto Fernández, hizo referencia el día del lanzamiento de Casa Propia a la ley sancionada ese mismo día en el Congreso para aumentar a $150.000 brutos el piso de ingresos para empezar a pagar Impuesto a las Ganancias en el caso de los asalariados, según la cuarta categoría establecida en la ley de Impuesto a las Ganancias.
“Es justamente en este día en que quisimos darles la buena noticia de estos créditos a tantos argentinos y argentinas, porque muchos trabajadores van a recuperar su capacidad adquisitiva y acceder a los mismos”, dijo el mandatario. Serán 1,2 millones de trabajadores alcanzados por el beneficio. Para la industria de la construcción, más gente con capacidad de invertir en ladrillos.
Hasta acá, algunos aspectos positivos de la norma. Pero como los viejos discos de vinilo, esta medida también tiene un lado B. Un análisis del impacto económico y fiscal del programa se apoya necesariamente en dos aspectos. Por un lado, de dónde saldrán los recursos para los créditos. Podrá argumentarse que será del presupuesto fijado para el Ministerio de Desarrollo Territorial y Hábitat aprobado para este año. Pero todos sabemos que el dinero es fungible, según la Real Academia Española, algo que se consume con el uso. Y además de fungible, en Argentina es “evaporable”.
Es que con niveles de inflación del 4% mensual promedio o incluso más, la capacidad de compra de esos fondos adjudicados se carcome mes a mes. Así, no hay garantías de que el presupuesto asignado originalmente no requiera una ampliación, mucho más en un año electoral. Y allí sobreviene otra cuestión, relacionada con la utilización de un recurso conocido en el país, como es la emisión monetaria para disponer de nuevos recursos. Es una herramienta económica válida en tiempos de crisis o pandemia, pero que termina siendo una especie de política permanente en el país, retroalimentando el proceso inflacionario.
Relacionado también con este aspecto, hay que preguntarse cómo es posible otorgar créditos a tasa cero en un país con inflación anual del 50%, y solo ajustables por índice de salarios, que, como todos sabemos, siempre corren de atrás a la aceleración de precios. Podrá esgrimirse que la tasa es subsidiada por el Estado y que parte de esa eventual inversión vuelve en forma de más actividad y más impuestos pagados, además, por cierto, de contribuir a resolver un problema habitacional acuciante.
Todo eso es cierto, pero en este caso el sector público está poniendo recursos escasos para beneficiar a tasa cero a personas que ganan $150.000 o $175.000 mensuales, tres veces más que el salario promedio en Argentina y hasta ocho veces el Salario Mínimo Vital y Móvil. Son interrogantes que quedan sobre la mesa.