Transcurrida ya casi la primera mitad del año, el contexto sigue presentando importantes desafíos para los diversos sectores productivos. ¿Por qué es tan difícil domar a la inflación? ¿Qué puede pasar con la negociación con el Fondo Monetario Internacional y la actividad económica?
El economista Matías Rajnerman, jefe de la consultora Ecolatina, prevé un dólar oficial a $112 para fines de año, la inflación “arriba del 45%” y una economía que caminará a varias velocidades, según los sectores. Pero aclara que la tendencia positiva en la actividad de la construcción continuará y que un programa con el FMI “puede ayudar a la recuperación”.
¿Qué estimación de crecimiento tiene Ecolatina para este año?
Actualizado con los últimos datos del Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE), pero sin incluir todavía el impacto de las nuevas restricciones, tenemos un crecimiento del 6% del PBI. Si se repitieran los datos de marzo durante todo el año, de decir, que la actividad no creciera desde marzo, pero tampoco cayera, el 2021 cerraría un 7% positivo. Pero prevemos un 6%, es decir, vemos una caída, sobre todo en abril, mayo y, probablemente, en junio, con un segundo semestre más auspicioso, con llegada de más vacunas y calor mediante.
¿Cómo proyecta la inflación de mayo y junio?
Para cumplir la meta del 29%, la inflación entre mayo y diciembre debería promediar un 1,2% mensual, algo absolutamente descartado. Y para no superar el dato del año pasado (36,1%), tendría que promediar el 2,2%, lo que también está descartado. Para llegar al resultado del Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM), que es un 47,3%, tendría que ser alrededor del 2,7% mensual contra un 4% del primer cuatrimestre; estamos lejos.
Es una meta exigente y daría una inflación anual de casi un 50%…
Sí, sobre todo pensando que ese es el promedio mayo-diciembre. Mayo y junio van a estar por arriba del 3% seguro, después habrá que ver qué pasa en julio. Es un 2,7% de promedio que debería bajar al 2,5% en el segundo semestre para cumplir ese objetivo. Creo que la inflación va a estar por arriba del 45% este año.
Esto se da, incluso, con el dólar controlado. ¿Qué pasaría si el blue se escapara?
El valor de referencia para la gran mayoría de los precios continúa siendo el dólar oficial, por eso una devaluación resultaría problemática. Si fuera el blue, la devaluación no resultaría tan difícil. Por ahí, la diferencia con 2018 y 2019, en los que la inflación llegó al 47,6% y al 53,8% respectivamente, valores parecidos a los de hoy, es que en la segunda mitad de la gestión de Macri había un motor muy claro y directo, que era el dólar y las tarifas. En cuanto ese driver se relajaba, la inflación bajaba. Por ejemplo, pasó del 6% en algunos meses al 3%, muy rápido, en dos o tres meses. Hoy en día hay muchos motorcitos, por decirlo de alguna manera. Está el tema de la inercia, que es mucho más relevante que antes, y el hecho de que algunos importadores tienen que ir al blue.
¿Son efectos no deseados del cepo?
Exacto, no podés ir al oficial, vas al blue y esa cotización termina en precios. Nosotros lo llamamos “tipo de cambio efectivo importador”, que vendría a ser una especie de promedio ponderado entre los que van al blue y los que van al oficial.
Incluso en un mismo sector, algunos insumos se importan al dólar oficial y otros, al blue.
Sí, hay un mix, pero, además, eso genera muchas desigualdades al interior de un mismo sector porque la empresa A, fabricante de mesas, puede acceder al oficial, y la empresa B, que también hace mesas, no puede acceder. Entonces, una calcula al dólar oficial y tiene mejores precios; pero la otra, si calcula al blue, queda fuera del mercado.
¿Qué otro motor tiene hoy la inflación?
También está la inflación importada, que no es lo más importante, pero resulta relevante. En Estados Unidos, la inflación de abril dio un 0,8%, para nosotros es un chiste, pero resulta ser un dato importante, sobre todo para los alimentos. Nos pega el precio del trigo, del maíz e, incluso, la suba de la carne tiene que ver con que aumenta el maíz y el alimento vacuno. Si bien el número agregado de inflación de hoy es parecido al de 2018 y 2019, la situación actual es más compleja y preocupante, porque en ese momento se aceleraba la inflación porque se corregían los precios relativos, las tarifas, el dólar. Ahora tenemos inflación mientras que se atrasan los precios relativos, el dólar y las tarifas. Entonces, la expectativa de inflación futura en el 2018/19 bajaba y hoy en día aumenta.
¿Puede haber un salto inflacionario cuando se ajusten las tarifas de servicios públicos?
Sí, el único optimismo que tengo, tal vez porque soy joven, es que se segmenten las tarifas, que es algo que se puede hacer y ayudaría mucho. Si el Gobierno se tomara en serio el tema de la segmentación de tarifas, la situación mejoraría y el impacto inflacionario sería menor.
Igualmente, la segmentación en luz y gas sería para residenciales, no para las empresas.
Habría que ver cómo lo hacen, pero, a priori, las empresas deberían esperar un ajuste en algún momento.