Analizar la coyuntura con el foco puesto en las tendencias es clave para prepararse y crecer en el marco de los nuevos patrones que guían la actividad. ¿Qué piensan, proyectan y promueven las jóvenes generaciones de empresarios, desarrolladores y profesionales del sector como piezas vitales de este engranaje?
La incorporación de tecnologías, la sustentabilidad en la cadena productiva, la capacitación de los equipos y la colaboración inter y multisectorial son los principales ejes sobre los que las nuevas generacionesavanzan para desarrollar el presente y el futuro de esta industria.
En ese sentido, Francisco Paolini preside Camarco Joven, comisión creada dentro de la Cámara Argentina de la Construcción para impulsar la formación de la nueva generación dirigencial −la mayoría, descendientes de los actuales propietarios de constructoras− y promover nuevas herramientas para el sector. Conformada por 210 socios de entre 18 y 45 años, desde este espacio proponen “seguir mejorando el entorno y las condiciones de progreso” para desarrollarse como profesionales.
Al respecto, este empresario –también presidente de Grupo Paolini–, señala que les preocupa “el poder adquisitivo de la gente que trabaja en el sector porque, al ser cada vez un poquito más pobres, muchos talentos parten del país y, al tratarse este de un factor que uno no pueda manejar, inquieta; porque, en definitiva, las empresas están formadas por las personas que las integran. Se trabaja en esto, pero, en relación con la macroeconomía, hay cosas que están fuera del alcance”.
Sobre la situación argentina, Miguel Kuczer -coordinador de CEDU Joven −un grupo en crecimiento que se conformó de la mano de la Cámara Empresaria de Desarrolladores Urbanos para promover iniciativas de profesionalización, innovación, asesoramiento, capacitación y actualización entre las nuevas generaciones− sostiene: “El país sufre una crisis de confianza muy importante que, claro está, impacta directamente sobre este sector. No obstante, cuando la confianza se recupere, habrá mucho espacio para crecer”.
Hoy son varias las barreras de entrada para los desarrolladores inmobiliarios que dan sus primeros pasos. En particular, Kuczer se lamenta por la falta de financiamiento: “Como es un negocio de capital intensivo y no hay líneas de crédito, si no se cuenta con capital para empezar o no se consiguen inversores, es difícil comenzar, salvo que sea de la mano de alguien. Además, hoy la perspectiva es mala”. No obstante, agrega, todos los años ingresan nuevos jugadores, “gente que hace cosas diferentes, que entra con la cabeza completamente limpia y se anima a probar nuevos conceptos. La Argentina obliga a ser creativo todo el tiempo”.
Por su parte, Leonel Mauro Russo coordina el grupo AAHE Joven, espacio creado recientemente dentro de la Asociación Argentina del Hormigón Elaborado (AAHE) para promover el relacionamiento, la capacitación y el intercambio de experiencias de quienes serán los futuros empresarios y dirigentes del sector. Consultado sobre su balance del nivel de actividad, explica que, “como consecuencia del año anterior, 2021 fue de mucha enseñanza en todos los aspectos. Hemos encontrado la forma de salir adelante, hallando alternativas, cambiando y adaptándonos a la situación”.
Según añade Russo –asimismo gerente de Producción de la constructora LFR–, la industria se encuentra en un constante crecimiento, movimiento y cambio; por lo que “no podemos permanecer estáticos, es nuestro deber y obligación cambiar conjuntamente, ya que afecta también a nuestra manera de trabajar. Debemos comenzar ahora para el trabajo del futuro”.
A estas opiniones se suma la de Camila Manzo, también integrante de AAHE Joven y coordinadora de Operaciones en Fenomix: “2021 fue un año productivo, de recuperación, luego de un 2020 que planteó desafíos y obstáculos. La incertidumbre generada por la pandemia nos tuvo ocupados en pensar nuevas alternativas de trabajo para salir adelante”.
En tanto, en relación con el nivel de actividad, Manzo detalla: “Desde el inicio de este año hubo una tendencia al alza en el sector, producto de las nuevas formas de vida que surgieron tras la pandemia que llevó a que hubiese un marcado crecimiento de la construcción de casas particulares en barrios cerrados”.
Santiago Tarasido, CEO de la constructora y desarrolladora CRIBA –empresa que lleva siete décadas de presencia en el mercado− señala que “se pasó un año y medio muy difícil, pero, más allá de la crisis y la pandemia, estamos con mucho trabajo, buenos clientes y en expansión. En cuanto a los cambios de tendencia y de hábitos, existen proyectos que se encuentran en procesos de reestructuración”.
Sobre los impulsores que tuvo el sector para desarrollarse, Tarasido analiza: “Lo que motorizó el mercado fue la inversión privada porque se construye a valores muy competitivos en términos de dólares, así que muchos esperan −como siempre sucede con los ciclos de la Argentina − que después se recuperen los valores de las inversiones en ladrillos. Esto traccionó proyectos y, de hecho, hay muchos en marcha”.
Sin embargo, sobre la obra pública advierte que “está bastante condicionada”debido a que, lógicamente, los recursos“fueron volcados hacia otras necesidades, por lo que dejó de ser prioritaria la inversión de largo plazo, además de que − por motivos de presupuesto y déficit fiscal − se restringieron mucho las posibilidades, tanto de obras nacionales como provinciales y municipales”. Aunque, como contrapartida, perdura la visión histórica de que este sector aporta mucho a la actividad económica, en cuanto a puestos de trabajo y en el derrame hacia otras industrias: “Siempre está la idea de buscar incentivos para que la construcción rebote y sea un motorizador de la salida de la crisis”, agrega.
TECNOLOGÍAS, PILAR DEL PRESENTE Y EL FUTURO
Además de realizar encuentros y capacitaciones inter y multisectoriales, entre los ejes de trabajo de Camarco Joven para este año están avanzar en el compromiso con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) al 2030 establecidos por la ONU y en el estudio de las tecnologías aplicables al mejoramiento de la actividad. Sobre esto último, Paolini apunta que “no solo hay que entenderlas y conocer su impacto en el sector, también debemos pensarlas y estudiarlas junto con otras industrias”. Para explicar la relevancia de ello, comparte un ejemplo: “Ante la llegada de los vehículos autónomos, cabe preguntarnos cómo y en qué afectará la construcción de la infraestructura vial. Eso lo tenemos que estudiar en conjunto con automotrices para ver qué piensa y prever cómo influirá en nuestra actividad, si habrá que construir menos redes viales porque se circulará más despacio o si habrá menos autos detenidos. Estos son temas para evaluar como paraque las empresas tengan la capacidad suficiente para adaptarse a esos cambios”.
Ya que el tema resulta complejo y amplio, desde esta agrupación comenzaron a estudiar la implementación de la filosofía Lean Constructionpara que los “ayude a adoptar algunas cosas en cuestiones de cambio tecnológico, dado que esta pone el foco en las personas, en la eliminación de desperdicios y en generar valor agregado; por lo que, a partir de ello, se pueden trabajar un montón de temas”.
Entre las inquietudes que surgen al proyectar la sistematización, industrialización y tecnificación de la actividad, la disponibilidad de mano de obra calificada y el temor por la pérdida de puestos de trabajo son algunas de las mencionadas. Pero Paolini argumenta que, cuando surgen innovaciones, se multiplican las posibilidades de desarrollo: “Si bien nos preocupan estos temas porque nosotros tenemos la responsabilidad de crear empleo de calidad y no queremos que se afecte la matriz productiva del país, la incorporación de tecnología generará nuevas industrias y puestos de trabajo. Hay que quitarle el miedo a esto. La UOCRA ya lo está entendiendo y se encuentra formando en todas estas cuestiones”. Y cree que “estamos en un punto en el que todavía no es tan visible el cambio, pero habrá nuevas industrias y todos vamos a tener que estar más formados y, obviamente, mucho más los trabajadores,como para adaptarse, mantener sus puestos y que estos sean de mejor calidad. Es un gran desafío. En el proceso intermedio hay que ser muy cauto y tener una planificación ordenada para poder mantener los empleos; pero que, a la vez, se pueda evolucionar”.
Tarasido coincide en que “la tendencia internacional es la de generar un proceso de mayor industrialización, que los grandes componentes de las obras tengan mucha mayor fabricación fuera del sitio de obra y que, en el lugar, se haga el montaje, si bien esto −a distintas escalas− es más o menos complejo”. Según explica, “la construcción es una industria de mano de obra intensiva, muy tradicional y artesanal, por lo que cada obra es un prototipo, con lo cual su industrialización no es tarea sencilla. De todos modos, lo que se ve al recorrer el mundo es que, a medida que los procesos se van tecnificando y complejizando, se reemplaza esa visión artesanal y, entonces,las capacidades que cada persona necesita son diferentes. Tanto a nivel profesional, de jefe de obra, como a nivel operario, habrá que ir adaptándose −por supuesto que rápido− a estas innovaciones que serán tomadas, cada vez más, como naturales. No obstante, si bien se nota una evolución gradual, todavía conviven ambos procesos”.
Por su parte, Manzo agrega que el aporte que la nueva generación hace al sector está ligado a la incorporación de nuevas tecnologías y a la digitalización de procesos. Además, considera que resulta fundamental la creación de sistemas de gestión y la toma de decisiones basados en información. “Todos estos son desafíos que requieren tiempo y capacidad de adaptación, pero que, sin duda, traerán cambios positivos en la industria”, opina.
PROYECCIONES
A la hora de imaginar cómo resultará ser la actividad en el futuro, tendencias y paradigmas que la regirán, Paolini imagina que “la construcción no será la misma en cinco o diez años. Es un sector que de a poquito va innovando, se ven cosas transformadoras, pero, tal vez, todavía son pocas las empresas que lo hacen. Hay algunas que vienen cambiando rotundamente porque entienden esto más rápido que otras. Pero entre los jóvenes hay coincidencias y todos hablamos sobre lo mismo: las nuevas tecnologías. Ya nadie cree que es imposible que un brazo automatizado coloque ladrillos, por ejemplo. Está un poquito más naturalizado que la construcción pueda ir hacia la industrialización o hacia la prefabricación”.
En particular, el presidente de Camarco Joven detalla que“la construcción cambiará mucho de la mano de los nuevos paradigmas de la tecnología. Hay que empezar a pensar en metodologías y sistemas que posibiliten tener las obras más ordenadas, planificadas y a partir de las cuales todos participen de la toma de decisiones. También habrá desarrollos más profundos, como las impresiones 3D de casas, que son mucho más eficientes y rápidas; o la prefabricación, a partir de la cual muchas obras se construyen en galpones. Existen un montón de innovaciones que llegarán para quedarse”.
Como referente de AAHE Joven, Russo sostiene que, para aprovechar al máximo e innovar, “apuntamos a ver cómo podemos mejorar las habilidades del personal y los procesos de fabricación”. Mientras que, desde el punto de vista de los desarrolladores inmobiliarios, Kuczer estima que “las próximas generaciones vendrán mucho más formadas y profesionalizadas en un montón de conceptos. La gente joven tiene una energía bárbara, empuja sin cesar, se profesionaliza en todas las áreas y, en la medida de lo posible, incorpora nuevas herramientas y tecnologías”.
Si bien las nuevas generaciones tienen el futuro por delante, la coyuntura económica del presente limita y condiciona el desarrollo. Sobre las proyecciones de la Argentina para 2022, Paolini prevé que “será difícil, tendremos que adaptarnos y contar con la autosuficiencia para sostenernos.Siempre soy muy optimista porque creo que hay mucho por hacer, si bien estamos en un momento muy delicado desde todo punto de vista. Pero estoy seguro deque nunca vamos a aflojar. No es la primera crisis que atravesamos –aunque esta tiene sus particularidades–; mientras tengamos la posibilidad, vamos a seguir apostando e invirtiendo”.
Respecto del panorama que le espera al sector de obras privadas, el empresario afirma que, como los costos de construcción medidos en dólares han caído, es una oportunidad para quienes desarrollaron proyectos porque pudieron salir a vender las unidades más baratas: “Hay muchos dólares debajo del colchón, entonces, si a la gente le generás confianza y el entorno necesario para que los pongan en el ladrillo, lo hacen. Tradicionalmente, en el país se apuesta a este tipo de inversión porque se sabe que el ladrillo va a mantener el valor del dólar e incluso lo hará subir. Por eso hay que visualizar este tipo de focos y explotarlos”.
De todos modos, según sus proyecciones, el segmento de las obras públicas está más complicado porque, si bien “es una constante de crecimiento, se encuentra a merced de que surjan licitaciones, de que los precios acompañen la inflación y de la estrategia que vaya adoptando el Gobierno. Es uno de los motorcitos necesarios para reactivar la economía y hay muchos gobiernos que también lo entienden así, aunque, a veces, se frena por la coyuntura y por factores macropolíticos. En los malos momentos es cuando las empresas deben tener la habilidad suficiente para diversificarse y sostenerse”.
Por su parte, Tarasido también predice que “no viene un año muy fácil” porque, si bien el sector vive un rebote de actividad respecto dela caída del último año y medio,“hay una situación bastante crítica de solucionar a nivel internacional con el FMI”, más allá que entiende que esta “de una manera u otra, se resolverá”. Y agrega que “la mayor preocupación siempre está en el largo plazo y la estabilidad económica del país porque resulta muy difícil especular con la coyuntura. La vida de los proyectos trasciende un período de gobierno, entonces, si no hay mayor previsibilidad, resulta muy difícil que se logren cambios drásticos”.
En tanto, para 2022, Manzo imagina que “habrá una consolidación en el proceso de recuperación que se vivió este año aprovechando las nuevas oportunidades que ofrece el mercado”. Además, “debemos mirar a la industria en forma global incorporando los cambios tecnológicos que obtienen buenos resultados en otros países para poder aprovecharlos”.
Asimismo, Kuczer opina que “la industria está y seguirá estando. En general, es un momento en el que la gente se encuentra haciendo un poco la plancha, salvo en micromercados como el de los barrios cerrados, donde la pandemia generó un cambio de tendencia. Si la Argentina planteara condiciones macro contaría con todas las cartas para ganar, porque el sector tiene un montón de vertientes para desarrollar en Buenos Aires y en el Interior. Pero, hasta que no haya un cambio en el clima de confianza, será muy difícil convencer a alguien de invertir en el país”.