Por Anabelia Celeste Marrapodi – Hace unos días recibí un mensaje de una madre que quería adaptar su casa para su hija de seis años con distrofia muscular. La conversación reveló una realidad desgarradora: la falta de privacidad y funcionalidad en su hogar. «Mi consulta no es solo porque necesito adaptar la casa para mi hija, sino porque también necesito privacidad. En mi casa hay terapeutas casi las 24 horas del día y la distribución actual no me brinda un espacio para poder estar a solas. Mis únicas opciones son encerrarme en el baño o salir a la calle y meterme en mi auto», declaró la mujer. Este testimonio subraya que el adaptar un espacio no es solo una cuestión funcional que genera impactos en las personas con discapacidad, sino también en quienes cuidan.
Hoy quiero compartirles la importancia de diseñar espacios accesibles, no solo para las personas con discapacidad, sino para toda la comunidad. La accesibilidad no se trata solo de cumplir con normas, sino de crear espacios inclusivos que mejoren la calidad de vida de todos.
Espacios inclusivos puertas adentro
Adaptar una casa requiere de una comprensión profunda de las necesidades de cada familia, y se logra a través de una conversación empática que nos permita interpretar la realidad de cada cliente para diseñar soluciones adecuadas.
En el 90% de los casos, estas necesidades pueden ser resueltas durante la etapa de diseño y construcción con una planificación adecuada y el uso de herramientas de diseño inclusivo. Esto depende de una proyección empática con respecto a las necesidades del otro y comprender las diversidades de nuestros cuerpos.
En este sentido, debemos sumergirnos en las necesidades reales que existen, estudiando cómo se vive en una casa y no cómo tenemos que adaptarnos a ella, además de analizar su funcionalidad para movilizarnos y hacer actividades cotidianas, y esto no se trata exclusivamente hablando de las personas con alguna discapacidad.
Espacios inclusivos puertas afuera
Todas las personas enfrentamos a diario barreras en los espacios públicos, y esto se agudiza para las personas con discapacidad. «Si está un poco embarrado, no tengo manera de acceder con la silla, las ruedas se clavan y muchas veces me quedo a un costado, sobre la vereda, y me vuelvo», declaró un ciudadano ante una de las problemáticas a las que se enfrenta en una salida en la cotidianeidad.
Pero por otro lado, la falta de baños accesibles y bancos adecuados limita la participación de muchas personas en la vida comunitaria.
- “Me gustaría poder estar en el parque sin estar pensando cuánto tiempo puedo aguantar hasta que me den ganas de hacer pis, o no tener que privarme de tomar mate porque si me dan ganas de ir al baño voy a tener que irme, de verdad no lo entiendo, algo tan humano y necesario está vedado en el espacio público”.
- «Camino por el corredor verde de mi barrio, por el parque, y no encuentro espacios para permanecer cómodamente una tarde de domingo»;
Declararon a este medio otros ciudadanos afectados por la deficiencia de espacios exteriores correctamente adaptados.
La dualidad del espacio público
Existen muchas voces que podemos encontrar en los espacios públicos. Desde adentro, quienes pueden disfrutar y desde afuera, quienes miran deseando ser recibidos. Es curioso cómo el espacio invita y da la espalda al mismo tiempo. Esta dualidad refleja una falla en nuestra concepción de la arquitectura, que debe ser habitada y no solo contemplada.
La importancia de diseñar para todos
Mi interés por la accesibilidad comenzó en el año 1997 durante la visita a una obra en Buenos Aires mientras cursaba el último año del colegio industrial. La particularidad de este recorrido fue que se trató del primer edificio accesible en la ciudad. El ingeniero a cargo, cuyo hijo había sufrido un accidente y pasó a ser usuario de silla de ruedas, empezó a detectar las barreras que había en la ciudad. Al darse cuenta de esto, decidió que su próximo edificio tendría incorporaciones de accesibilidad. Esta experiencia me marcó profundamente y me llevó a interesarme en la temática.
Desde entonces, me encuentro a menudo con profesionales que me preguntan: ¿Por qué complicarte la vida con la accesibilidad? Esto me lleva a la reflexión de: ¿Quién le complica la vida a quién diseñando sin tener en cuenta accesibilidad y reproduciendo barreras arquitectónicas?
Es que la verdadera complicación surge cuando diseñamos sin considerar la accesibilidad, creando barreras que perpetúan la exclusión. Como profesionales, es nuestra responsabilidad diseñar espacios habitables para todos. Cada proyecto que no contempla la accesibilidad es un mensaje de exclusión, como un: “Prohibido el ingreso de amigos, hijos, abuelos o padres con movilidad reducida o todo aquel que no se encuentre en óptimas condiciones físicas e intelectuales”.
El Modulor: una perspectiva demodé
A mediados del siglo pasado, el arquitecto franco-suizo Le Corbusier, dio un nuevo enfoque a las investigaciones de Da Vinci y Vitruvio, buscando encontrar la relación matemática entre las medidas del hombre y la naturaleza a través de un sistema de medición a escala humana basado en la proporción áurea y la secuencia de Fibonacci.
Hoy en día, el Modulor de Le Corbusier, basado en proporciones humanas ideales, ya no representa la diversidad de la población actual. Sin embargo, se sigue enseñando en escuelas y facultades a través de esta única perspectiva.
El ser humano va transformándose y las ciudades se modifican. Es arcaico seguir sosteniendo la accesibilidad como un tema en sí mismo, y creer que se trata de un porcentaje pequeño de la población. ¿Acaso no envejecemos, no nos accidentamos? ¿No existen las personas en sillas de ruedas, con muletas, bastones, andadores, cochecitos de bebés?
BARRERAS EN LA INDUSTRIA DE LA CONSTRUCCIÓN
Barreras físicas
Son obstáculos que encontramos en nuestro entorno y que dificultan o restringen el acceso, la movilidad y el uso de espacios para muchas personas, limitando su capacidad para moverse y participar libremente en la vida cotidiana; impidiendo así el acceso a servicios básicos, el uso de transporte público, el goce de espacios recreativos y el llevar una vida autónoma. Estas barreras se pueden presentar de distintas maneras y se encuentran tanto en espacios públicos como privados.
Para un mejor abordaje del tema podemos destacar algunas:
- Escaleras y escalones: bloquean a personas con movilidad reducida, sillas de ruedas, scooters y cochecitos de bebé.
- Puertas angostas y pasillos estrechos: dificultan el acceso con dispositivos de movilidad.
- Falta de ascensores: limita el acceso a pisos superiores.
- Suelos resbaladizos y falta de pasamanos: aumentan el riesgo de caídas.
- Rampas con pendiente pronunciada: dificultan el uso a personas con movilidad reducida.
- Baños no adaptados: excluyen a personas con sillas de ruedas y scooters.
Barreras culturales y sociales
Además de las barreras físicas, nos enfrentamos diariamente a barreras culturales y sociales, como lo son: la falta de control en la aplicación de las reglamentaciones vigentes, el actual código de edificación regresivo que perpetúa la exclusión y la falta de accesibilidad, y la carencia de profesionales concientizados y capacitados.
En esta línea, aún persisten varios prejuicios y conceptos equivocados que pueden obstaculizar la incorporación de la accesibilidad en los proyectos:
- La accesibilidad se percibe como costosa y antiestética.
- Se subestima a las personas con discapacidad como clientes, ignorando que muchos se benefician de la accesibilidad.
- Se teme la pérdida de rentabilidad, siendo que, en realidad, los edificios accesibles atraen más mercado y aumentan el valor.
- Prevalece una desconexión entre diseño y usuario.
- La aplicación deficiente de leyes de accesibilidad en Argentina y su baja prioridad en la agenda gubernamental agravan la exclusión.
Estos motivos reflejan actitudes más profundas y problemáticas que deben ser abordadas para crear un entorno verdaderamente inclusivo y equitativo. Desarticular estos factores es esencial para lograr una industria de la construcción más inclusiva y responsable.
LA URGENCIA DE CONSTRUIR UNA ARGENTINA INCLUSIVA Y EQUITATIVA
Numerosos ejemplos globales demuestran que es posible integrar soluciones accesibles de manera efectiva. La Sagrada Familia en Barcelona, el Coliseo en Roma y la Torre Eiffel en París son ejemplos de cómo la accesibilidad puede ser incorporada en sitios históricos. Podríamos incluir también el acceso a baños públicos inclusivos e higiénicos en la vía pública. Para nombrar un ejemplo con relación de cercanía en nuestra región: Uruguay ha implementado recursos simples de accesibilidad y baños públicos inclusivos, demostrando que es factible y sostenible.
En Argentina, las barreras estructurales y culturales dificultan la implementación de estas soluciones, subrayando la necesidad de un cambio sistémico y mayor conciencia social. Es así que es de nuestra incumbencia crear espacios que permitan a todas las personas vivir y disfrutar de la ciudad y sus edificios.