La obra de saneamiento desarrollada por AySA tiene un costo estimado de USD 1200 millones, avanza a buen ritmo y se estima que estará terminada para 2022. Una obra que aseguran que beneficiará a más de 4 millones de personas.
“Si alguien cae a las aguas del Riachuelo no se ahoga, se pudre”, sostiene una ingeniosa expresión del saber popular. Y, ciertamente, la contaminación que viene de larga data parece ser, incluso hoy, la principal característica de ese curso de agua. Para este cronista, que pasó su infancia y adolescencia en Valentín Alsina, a pocas cuadras del Riachuelo, esa verdadera cloaca a cielo abierto que divide la Ciudad de Buenos Aires del sur del conurbano bonaerense, la frase parecía una sentencia inmodificable. Ahora, esa afirmación será cosa del pasado cuando esté concluida la megaobra de infraestructura que lleva adelante el Estado nacional a través de AySA, la más grande de agua y saneamiento que se haya encarado en el país en los últimos 70 años.
Sin dudas, la historia de la contaminación de la cuenca Matanza-Riachuelo, que surca más de una docena de partidos de la provincia de Buenos Aires a lo largo de 64 kilómetros hasta su desembocadura en el Río de la Plata, no es nueva. Arrancó en la primera mitad del siglo XIX, con la primigenia industria de saladeros, a tal punto que, ya en febrero de 1860, el Gobierno nacional, con Justo José de Urquiza a la cabeza, firmó un decreto –que no era de necesidad y urgencia, pero merecía serlo–: instó a la población a no tirar desperdicios y desechos alimenticios al río con el objetivo de “disminuir la putrefacción de sus aguas”.
La norma fue poco efectiva y la crisis se profundizó a lo largo de los años, se incorporaron metales pesados y sustancias altamente contaminantes con el surgimiento de industrias y curtiembres a la vera del Riachuelo. Hasta que, el 4 de enero de 1993, cuando la entonces secretaria de Recursos Naturales y Ambiente Humano, María Julia Alsogaray, declaró que limpiaría el Riachuelo en mil días, comenzaron a fluir las partidas presupuestarias, que mayormente se fueron en estudios y trabajos de consultoría. Pocas máquinas, caños, acero y cemento, mucho papeleo y prolijas presentaciones.
Con estos antecedentes, en 2007 el Gobierno nacional creó la Autoridad de la Cuenca Matanza-Riachuelo (ACUMAR), que entre otros aspectos puso el foco en el control y fiscalización del tratamiento y deposición final de efluentes por parte de las industrias. Se avanzó algo, pero tampoco fue suficiente.
OBRAS A GRAN ESCALA
El Sistema Riachuelo es un gran proyecto de infraestructura, con un presupuesto estimado en USD 1200 millones, integrado en parte por recursos públicos y, también, por fondos provenientes de organismos financieros internacionales. El trazado de las obras atraviesa 11 municipios del conurbano bonaerense, además de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, y beneficiará a 4,3 millones de habitantes, algo así como el 10% de la población total del país. ¿El objetivo? Mejorar la capacidad de transporte de los residuos cloacales en una parte importante del área metropolitana Buenos Aires, la más densamente poblada de Argentina, y contribuir a una óptima calidad del servicio, tras reducir los niveles de contaminación del Riachuelo.
La obra consta de tres etapas o lotes, divididos así por cuestiones administrativas y de contratos. En primer término, un megacolector de 30,4 kilómetros de longitud, que se inicia en el primer cordón del GBA. Según fuentes de AySA, ya se construyeron 29 de los 30,4 kilómetros que está previsto en el proyecto. El megacolector ingresa a la Ciudad y corre en forma paralela a la margen izquierda del Riachuelo. A lo largo de esa traza, se trabaja en 10 obras complementarias, que llevan una parte de los caudales a las cloacas principales (2.° y 3.° Cloacas Máximas), captando todos los pluviales y arroyos con vuelco directo para hacerles un tratamiento de los líquidos.
Antes de la desembocadura al Río de la Plata, se construye el Desvío Colector Baja Costanera, que llevará los efluentes que vienen del Colector Margen Izquierda hasta la Planta de Pretratamiento que se está haciendo en Dock Sud, partido de Avellaneda, que es la segunda etapa o lote. A través de un tratamiento por dilución, se quitarán de los efluentes cloacales los sólidos medianos y finos, y también las arenas y grasas, de modo de remover todo aquello que el Río de la Plata “no sea capaz de autodepurar”, indican los especialistas.
Con una capacidad de tratamiento de 27 m3/seg., esta planta, hasta el momento, tiene un estado de avance del 28%, indicaron fuentes de la empresa estatal. Es la etapa con menor nivel de avance, al cierre de esta edición, pero la que cuenta con mayor complejidad en su construcción. Tendrá una Estación Elevadora de Entrada, la propia Planta de Pretratamiento y una Estación de Bombeo de Salida.
Las obras de la Planta de Pretratamiento se iniciaron en 2015 y está previsto finalizar la construcción en 2022. El costo estimado llega a los $19.545 millones, según datos del Ministerio de Obras Públicas de la Nación.
Tras el tratamiento de los efluentes, el sistema prevé el ingreso de los líquidos a un túnel subacuático, llamado El Emisario, que tras recorrer río adentro 12 km por debajo del lecho del Río de la Plata liberará los líquidos a través de un sistema de 34 difusores. Esto, con el fin de minimizar el impacto en las aguas del Río de la Plata.
De esta manera, el proyecto prevé que los líquidos tratados terminen a más de 10 kilómetros de la costa, a la altura del partido de Avellaneda. Esta etapa del Sistema Riachuelo ya está finalizada, tanto en lo que hace al tramo de Transporte como el de Difusión.
POLÍTICA DE ESTADO
Un dato para resaltar es que el plan de obras del Sistema Riachuelo se diseñó en 2015 y comenzó a ejecutarse en 2016. En el medio, hubo un cambio de gobierno, hacia una gestión de otro signo político. Desde entonces, el desarrollo de la megaobra no detuvo su marcha. Aun en condiciones complejas por dificultades de acceso a financiamiento internacional, inestabilidad macroeconómica y pérdida de valor de la moneda nacional, el programa continuó ejecutándose.
Con la asunción de la gestión de Alberto Fernández y la llegada de Gabriel Katopodis al frente de la cartera de Obras Públicas, continuó la ejecución del proyecto y, pandemia mediante, se sigue avanzando. Desde AySA –organismo que depende del Ministerio de Obras Públicas de la Nación– destacan el avance de las obras complementarias que interactuarán con el Colector Margen Izquierda. Algunos ejemplos son el Empalme del pluvial Teuco-Sáenz con las cañerías cloacales en la Obra Complementaria 6 (OC6); los trabajos de conexión de la nueva Estación de Bombeo Villa Soldati con el Colector (OC4), el Empalme del pluvial Cachi (OC6) a la altura de Villa Soldati y trabajos en la Obra Complementaria 5 en Nueva Pompeya, por citar solo los últimos casos difundidos por las autoridades nacionales.