La actividad de la construcción se encuentra en uno de esos momentos en que el panorama luce despejado, con números positivos en casi todas las estadísticas, pero a la vez está frente a un cono de incertidumbre sobre las posibilidades de desarrollo de la industria en lo que queda del año y en especial en 2023.
La volatilidad de algunas económicas variables clave como la inflación, el tipo de cambio, la tasa de interés, y su impacto sobre la actividad económica, el empleo, el poder adquisitivo de los salarios y el consumo delinean un escenario particularmente complejo de cara al próximo año, el último del gobierno de Alberto Fernández, al menos según el mandato que las urnas le dieron en aquel ya lejano 2019.
El panorama no es necesariamente malo, pero sí bastante impredecible, dependiendo de cómo evolucionen las variables y qué efecto tengan las medidas que toma el Gobierno en el cortísimo plazo. Es tal la incertidumbre que hoy no hay nadie en el sector de la construcción que se anime a pronosticar sobre bases ciertas cuánto crecería la actividad el año próximo.
La buena noticia es que el consenso de toda la cadena de valor, desde fabricantes de insumos, hasta empresas constructoras, grandes medianas y pequeñas e incluso los trabajadores descuentan que la actividad de la industria continuará en crecimiento, aunque no sé sabe en qué medida lo hará ni cuál será la dinámica.
El sector de la construcción está hoy atravesado, de alguna manera, por lo que ocurra en cinco variables clave: inflación, redeterminación de precios de los contratos, tasas de interés, evolución del tipo de cambio y acceso a insumos, tanto nacionales como importados.
El vaso medio lleno
La foto del sector revela hoy números en azul en casi todos los renglones. Crecimiento de la actividad a lo largo de un prolongado período de 22 meses consecutivos en la comparación interanual, con excepción de enero de 2022, un mes en que se observó una contracción de -5%, atribuible más bien a cuestiones estacionales, luego de más de 20 meses de pandemia.
En cuanto al abastecimiento de insumos en el mercado interno, que supo mostrar importantes faltantes en el pasado, la situación parece ahora estar superada.
Incluso se registran niveles de producción a capacidad plena en rubros como cemento portland y otros minerales no metálicos, con uso de la capacidad instalada del orden del 84%, que es considerado utilización del máximo potencial por los analistas industriales, lo mismo que la industria metálica básica (aceros, hierro, aluminio), que opera en torno al 82%.
El consumo de cemento portland en agosto -último dato relevado por el Indec- marcó un incremento interanual de 13,2%, mientras que hierro redondo y aceros para la construcción tuvieron una expansión de 2,7%, hormigón elaborado el 18% respecto de agosto de 2021, y cales el 2,3%.
Sí se observó una caída importante en asfalto (-7,2%) un indicador clave en obras públicas viales, o ladrillos huecos, insumo vital en la construcción de viviendas, que tuvo un retroceso en el consumo de -3,7% en agosto año contra año.
El resto de los insumos más vinculados a la construcción privada, como pinturas, placas de yeso, pisos y revestimientos, mosaicos (graníticos y calcáreos) y sanitarios, todos se movieron en terreno positivo, denotando un buen dinamismo de la demanda.
Hay que aclarar, sin embargo, que en insumos empiezan a aparecer algunas luces amarillas. Por caso, si bien el consumo de hierro redondo y acero para la construcción mostró en agosto un crecimiento interanual de 2,7%, no obstante, “bajó marcadamente su ritmo de expansión”, señala un estudio del Instituto de Estadística y Registro de la Industria de la Construcción (IERIC).
Además, el consumo de cemento en septiembre aumentó 9,2% interanual, pero fue el alza más moderada desde marzo, reveló el organismo. Y un dato más.
Según los registros del IERIC se observa una desaceleración del ritmo de expansión del número de empleadores en actividad, que hoy llegan a 20.097 unidades productivas. En septiembre la expansión fue del 2,3%, “lo que constituye la tasa de crecimiento más baja desde mayo de 2021”.
Algo mejor le va al empleo sectorial. En agosto se contabilizaron 407.345 puestos de trabajo registrados, una mejora del 16,6% respecto de agosto de 2021, lo que supone por otra parte una saga de 17 meses consecutivos de expansión del empleo en la industria por encima del 10%.
En el IERIC, que está integrado por representantes de las empresas y de los trabajadores, sostienen que desde mediados de 2020 ya se han recuperado unos 140.000 puestos de trabajo formales en la industria de la construcción. Una buena señal que ubica a la actividad en un nivel positivo post pandemia.
Palos en la rueda
Pero entre las luces amarillas en el sector habría que incluir, sin dudas, al escenario 2023. Siendo un año electoral, todo indica que las obras públicas nacional, provinciales y municipales pueden tener un fuerte impulso, sin embargo, este proceso electoral tiene una particularidad y es la vigencia de un acuerdo de Facilidades Extendidas en vigencia con el Fondo Monetario Internacional.
Este acuerdo supone el cumplimiento de metas, por cierto algunas bastante exigentes como la baja del déficit fiscal a 2,5% del PBI este año, a 1,9% en 2023 y 0,6% en 2024. También eliminar la asistencia del Banco Central al Tesoro -cosa que ya casi se está cumpliendo-, la fuerte baja de la emisión monetaria, que por ahora es una asignatura pendiente, la acumulación de reservas por parte del Banco Central y tasa de interés positivas (mayores a la inflación).
Este último aspecto fue uno de los aspectos que abordó el ministro de Economía, Sergio Massa, junto al presidente del Banco Central, Miguel Pesce, tanto pronto como asumió su cargo a comienzos de agosto. Así, hoy las tasas de interés de referencia están en el 75%, pero la tasa efectiva anual supera el 107%, por encima de la inflación.
El costo de este encarecimiento del dinero es que no es viable para muchas compañías tomar un crédito, por lo que esos niveles de tasa terminan enfriando la economía y afectando la actividad. Mucho más en proyectos de mediano plazo como en la construcción, donde el costo del financiamiento cuenta y mucho.
El otro aspecto crucial, en parte emparentado con el anterior, es la inflación. Pero con una particularidad y es que hoy existe el riesgo de paralización de la obra pública.
“Los contratos de obra pública hoy están muy deteriorados por la inflación, la redeterminación de precios viene con demoras y con inflación en estos niveles, no funciona”, aseguró Gustavo Weiss, presidente de la Cámara Argentina de la Construcción (Camarco).
En diálogo con El Constructor, el empresario explicó que hoy “no funcionan las fórmulas ni los indicadores” usados para la redeterminación de precios y aclaró que “empiezan a pararse las obras”.
En concreto, se refiere a la metodología utilizada para la actualización de los precios de los contratos, que hoy establecen que al alcanzarse en el mes una marca de al menos el 5% de inflación, habilita una presentación y se inicia un trámite administrativo que suele durar meses.
Pero, además, algunos de los indicadores usados en los índices no responden a la realidad. “Por ejemplo, si el índice de transporte aumentó 20%, tomando el transporte de carga que tal vez aumentó un 50% y el boleto de transporte urbano que quedó fijo, ese 20% no representa el costo del transporte para la actividad de la construcción”, ejemplificó Weiss.
El empresario admite que la participación de la obra pública en el Presupuesto 2023 (1,6% del total) es un buen nivel pero la dificultad para mejorar en la redeterminación de los precios de los contratos en un contexto de inflación muy elevado, complica las cosas.
“Las obras no están paralizadas, pero hay muchas obras con ritmo bajo. Esto de la redeterminación lo venimos hablando con el Gobierno hace un año y dicen que lo están analizando, pero todavía no tenemos solución”, remarcó.
Para Iván Szczech, empresario pyme de la construcción y ex titular de Camarco, “el principal desafío hoy es mantener la actividad, ya no crecer”. Coincide con Weiss en las trabas que genera la cuestión de la redeterminación de precios y asegura que con la inflación actual la cláusula para presentar un pedido de ajuste “se gatilla todos los meses”.
“Se acumulan los trámites y en vez de estar construyendo tenemos que estar detrás de los expedientes” para poder lograr el ajuste de los contratos, afirma.
En su opinión, habría que avanzar hacia la reducción de los tiempos para el ajuste, lo que evitaría retrasos en las obras públicas. “La cosa no es tan difícil, en muchas provincias los contratos se actualizan directamente cuando se alcanza o supera el 5% de inflación”, indicó Szczech.
Un nuevo frente
“Sobre llovido, mojado” dice el refrán y es lo que parece indicar una medida reciente decidida por el Gobierno nacional.
El presidente Alberto Fernández, firmó el decreto 728/22, publicado el viernes 4 de noviembre en el Boletín Oficial, que beneficia de manera directa a cooperativas de trabajo que dependen de movimientos sociales afines al Gobierno, otorgando un 30% “de la Obra Pública Nacional bajo la modalidad de contratación que corresponda, en la realización de obras hasta $300.000.000”.
La medida era reclamada desde hacía meses por los movimientos sociales y busca impulsar políticas que generen empleo genuino.
La respuesta a la medida llegó unas horas después, a través de un comunicado de la Camarco, con enfático rechazo a la medida.
Tras asegurar que, en la práctica, las cooperativas de trabajo operan en la informalidad, desde la entidad consideran que “la medida dispuesta será un incentivo al trabajo informal en fraude a las normas laborales y previsionales vigentes y condenará a las empresas formales que deben atender costos salariales un 54 % superiores a los atendidos por una pseudo-cooperativa de trabajo”.
En su opinión, la iniciativa es un incentivo al “fraude laboral”, pero además alerta que “la consecuente competencia desleal condenará a la inactividad y a la ruina a numerosas empresas PyMEs constructoras de todo el país, las que trabajan formalmente, pagando impuestos y dando empleo registrado y seguro a sus trabajadores”.