La transformación digital es un fenómeno social, cultural y económico del que todos hablan y no todos entienden. Sabemos que implica cambios (solo eso ya asusta), que afecta a las empresas y que tiene que ver con tecnología. Pero ¿qué implica realmente para una organización subirse al tren de la transformación digital?.
Por CRISTIÁN BRIONES M.
Transformación digital significa que debemos entender cómo los cambios tecnológicos han modificado la forma en que nos comportamos como personas, clientes y, definitivamente, en los modelos de gestión y liderazgo. Esos cambios tecnológicos provocaron la irrupción de nuevas metodologías de trabajo, que requieren nuevos comportamientos y que nos obligan a hacer de la gestión del cambio un proceso que no se acaba, solo evoluciona.
Por eso requerimos agilidad, es decir, adaptabilidad. La capacidad de dar giros rápidos y eficientes en la ruta trazada, sin perder de vista el objetivo final. Es una mentalidad, un estado de ser. Es la diferencia entre mantenerse en el juego o ser relegado a las sombras de las gigantes corporativas.
Estos cambios han provocado una tensión entre el modelo de liderazgo de la Generación X y el dinamismo e impulso de las nuevas generaciones. Los líderes de la Generación X llevan décadas en la industria, conocen el terreno, han visto y sufrido de todo. En tanto que las nuevas generaciones vienen con aire fresco, nuevas ideas, y una facilidad pasmosa para navegar en el mar de la digitalización. Entonces, el desafío y oportunidad es juntar la sabiduría de la experiencia con el ímpetu del cambio indispensable hoy. Y ahí es donde la filosofía (ojo, que no es metodología) ágil juega un papel crucial.
GENERACIÓN X: NAVEGANDO ENTRE DOS ERAS
La Generación X, aquellas personas nacidas entre 1965 y 1980, han sido testigos de la evolución digital. Ellas son una pieza fundamental en cualquier proceso de transformación, ya que poseen una visión equilibrada entre los modos de trabajo tradicionales y digitales.
Los líderes de la Generación X, en tanto, fueron educados en el modelo de administración estratégica, enfocados en prever las tendencias del mercado para anticiparse y aprovechar ventajas competitivas basadas en las imperfecciones de este. Pero los cambios del entorno y las tecnologías hicieron que estén obligados (no invitados) a reinventarse profesionalmente para ser «puentes» entre las generaciones de líderes de primera línea y los nuevos líderes más jóvenes.
Este rol los convierte en actores críticos en el proceso de transformación digital y adopción de la agilidad. Para lograrlo, deben asumir con humildad el desarrollo de una mentalidad de apertura y aprendizaje continuo para hacer florecer los nuevos comportamientos y los beneficios de adaptabilidad, innovación, valor al cliente, resultados y colaboradores felices que trae la agilidad.
VIENTOS DE CAMBIO: LA VISIÓN DE LOS NATIVOS DIGITALES
Por otro lado, tenemos a los Millennials y la Generación Z, quienes han crecido en un entorno digital y poseen una afinidad natural con las nuevas tecnologías. Su influencia está redefiniendo la forma en que operamos en nuestra vida diaria y laboral. Son creativos, valoran la flexibilidad y la inclusividad. Son ambiciosos y requieren un trabajo coherente con sus creencias y propósitos. Pueden ser impacientes porque nacieron en una era rápida, que busca la eficiencia y el progreso. En otras palabras, están listos para abrazar la agilidad y la transformación digital.
Para ellos, la transformación digital no es un evento aislado, sino un estado constante de ser. Ven oportunidades donde otros ven barreras. Son resilientes, adaptables y están dispuestos a experimentar. Adoptan (casi ansiosamente) las nuevas tecnologías y las adaptan a los procesos del negocio. Expertos en plataformas sociales, herramientas de colaboración y tecnologías emergentes, lo que les permite trabajar de forma más eficiente y en sintonía con las tendencias actuales del mercado. Valoran la comunicación abierta, la colaboración y la capacidad de adaptarse rápidamente a los cambios. La metodología ágil es, para ellos, una forma natural de trabajar.
EL PUENTE ÁGIL: UNIENDO LA EXPERIENCIA CON LA INNOVACIÓN
En el núcleo de mi enfoque, el elemento de cohesión entre generaciones es la filosofía ágil. Debemos tener claro que la agilidad no es sobre herramientas o metodologías. Es una mentalidad que tiene a la creación de valor al cliente al centro, al equipo como constructores de ese valor y los líderes como facilitadores de los procesos y adaptaciones que son parte de cada día en el mundo de la gestión.
Para los líderes de la Generación X, acostumbrados a las jerarquías y estructuras sólidas, la agilidad es un reto, porque implica un cambio en cómo piensan y actúan. Pero también es una oportunidad para potenciar y canalizar la experiencia y conocimientos acumulados, y aplicarlos de manera más eficiente.
Al mismo tiempo, los nativos digitales deben desarrollar competencias fundamentales (antiguas habilidades blandas) para controlar la impulsividad y falta de experiencia. La agilidad, entonces, es el puente que une fortalezas y compensa debilidades. Al centrarse en el valor y en los resultados, brinda un lenguaje común, un objetivo compartido. Es el ámbito donde la experiencia y la innovación se encuentran y se alimentan mutuamente.
La agilidad construye valor al cliente en ciclos cortos de tiempo para adaptarse a los cambios del entorno y las necesidades de los clientes.
Para esto, requiere de equipos colaborativos, transparentes y autogestionados. Esto no significa que se manden solos, sino que el “Qué hacer” (la estrategia) sigue siendo definida por el liderazgo senior de la empresa, pero el “cómo” por los especialistas que componen los equipos. Esto genera un ambiente de colaboración, interdependencia y aumenta la motivación y la productividad. Además, la agilidad se basa en aprender rápidamente. Detectar fallos temprano y adaptarse. La mejora continua es central en el pensamiento ágil.
Por todo esto, y por la experiencia con clientes de toda LATAM, es que soy un fiel creyente que cuando la agilidad se implementa bien impulsa el éxito y la adaptabilidad de las empresas en un mundo BANI.
TRANSFORMACIÓN DIGITAL Y AGILIDAD: TU HOJA DE RUTA HACIA EL ÉXITO
Implementar un proceso de transformación digital y agilidad es un viaje, no un destino. Debemos tener claro que no importa cuánta tecnología integremos, ¡se trata de personas! Si no lo entendemos, nuestra transformación digital no va a tener el impacto que deseamos.
Lo primero que debemos hacer es crear un ambiente para el cambio. Un entorno en que las ideas nuevas son bienvenidas, donde aprender y el fallar sea visto como parte del proceso de crecimiento (no nos asustemos, porque hay una forma de fallar en la agilidad que no afecta el presupuesto). Un ambiente donde la transparencia y la comunicación son la norma, no la excepción. Para lograrlo, trabajamos en la cultura, con las personas, la gestión del cambio y desafiamos el status quo cuando es necesario.
Integrar la agilidad, muchas veces, parece una tarea titánica, especialmente en empresas tradicionales, pero no tiene que serlo. Cualquier proceso de cambio, consta y debe considerar como mínimo 3 pasos.
- Compromiso: con la transformación digital y la agilidad. Construimos y alineamos el propósito organizacional y del proyecto con las creencias y valores del equipo.
- Formación: no basta con enviar a algunas personas a un curso de 16 horas para cambiar su forma de ser. Se requiere un proceso que entregue contenidos y que sea guiado por expertos.
- Acompañamiento: esta es la clave del éxito en los procesos de gestión del cambio. La automatización de comportamientos y competencias toma de 6 a 8 meses en un humano normal, por lo que acompañarse de quien haya sufrido el camino es fundamental.
No todo será perfecto desde el principio. Dejemos que nuestros equipos aprendan y se adapten a medida que avanzan. Recordemos: ¡se trata de personas! Y el líder debe empoderar para formar equipos que sean lo mejor que pueden ser, cada día. En el camino, sin duda, habrá obstáculos, pero en cada problema existe una oportunidad. En cada resistencia, una lección para aprender. En cada brecha, un espacio para crecer. La agilidad y la transformación digital no son una moda. Son cruciales para sobrevivir y prosperar en el mundo acelerado de hoy.
Partamos de a poco, pero sin mirar atrás. Ningún cambio ocurre de la noche a la mañana. Se trata de un viaje, paso a paso, día tras día. Abramos nuestras mentes, aceptemos el cambio y preparémonos para aprender y desaprender. Requiere paciencia y perseverancia, pero si algo he aprendido en mis años de mentoría y formación, es que, cuando se hace bien, siempre es posible.
CONCLUSIONES E INVITACIÓN
En resumen, y en mi experiencia.
- La transformación digital es un fenómeno cultural que afecta a las empresas y que encuentra en la agilidad una nueva filosofía y manera de gestionar.
- La Generación X entrega experiencia y tenacidad, brindando estabilidad en un entorno naturalmente turbulento. Al mismo tiempo, las nuevas generaciones impulsan y acelerar la transformación.
- La actualización de pensamiento de la Generación X y la incorporación de las competencias de las nuevas generaciones es una estrategia que genera valor.
- La implementación es un proceso que requiere apertura al cambio, desaprender e integrar nuevos conceptos para generar adaptabilidad, foco al valor al cliente, una nueva forma de gestionar e innovación.
Finalmente, más allá de la teoría, los datos, los modelos, se encuentra la experiencia real y tangible de la transformación y agilidad. Es como tomar la píldora roja en la película “Matrix”. Dejás atrás la ilusión de lo conocido y abrís la mente a una realidad en constante cambio, una llena de posibilidades y desafíos. ¿Estás listo para tomar esa píldora roja?