La fundación llegó a los 45 años trabajando con empresas y familias para concretar la aspiración de la casa propia. El Constructor conversó con Alejandro Besuschio, Director Ejecutivo de Vivienda Digna, sobre la actualidad de la demanda habitacional, el trabajo de la organización, los desafíos que existen en materia de vivienda y de las perspectivas de la fundación a futuro.
El ingenio de la generosidad siempre puso a disposición respuestas colectivas en momentos difíciles. A la caída estructural de la venta de insumos para la construcción por la detención de la obra pública financiada por el Estado nacional, se le sumó un deterioro progresivo del consumo doméstico para la realización de viviendas, las refacciones hogareñas o las ampliaciones de espacios. El encarecimiento de los materiales confluyó con un semestre en el que todos los argentinos tuvieron que acomodarse a un nuevo estadío de la situación económica. En ese período de adaptación, las necesidades habitacionales continuaron: allí fue donde el proyecto Vivienda Digna encontró una oportunidad.
Con sus 45 años de trayectoria, la organización busca garantizar soluciones habitacionales para familias que no pueden tener su propia vivienda terminada con los costos del mercado de la construcción. Cuentan con tres líneas principales de acción concreta: un plan de financiamiento a largo plazo de mejoras de espacios, acceso a lotes con servicios o realización de hogares completos con escritura, donde las propias familias se involucran en la construcción de las casas donde vivirán; la gestión de corralones sociales (hasta el momento, cuentan con cuatro, ubicados en Boulogne, La Tablada, Barracas y José C. Paz) a través del retiro sin costo de materiales o mobiliarios de donantes y la venta a un precio en torno al 25% de la oferta tradicional; y un programa de microcréditos grupales «con garantía solidaria» y un acompañamiento de arquitectos voluntarios para las mejoras técnicas de las viviendas.
Además de exponer un interés genuino y activo en la gestión de cambios legislativos o la promoción de programas de gobierno que provoquen un impacto significativo en la situación habitacional del país, la organización convoca de forma permanente la colaboración de la sociedad civil en distintas modalidades. A las donaciones, tanto de terrenos como de materiales o muebles para los corralones, le añaden la convocatoria a voluntarias que deseen sumarse a los procesos de construcción junto a las familias que finalizarán el hogar. También existe la posibilidad de colaboración pecuniaria, tanto para socios como para empresas que deseen ofrecer préstamos para avanzar en respuestas habitacionales en zonas donde la demanda es más urgente. Desde la propia fundación estiman que recibieron más de 3000 donaciones de organismos y colaboradores individuales en el último año.
La proyección de trabajo también implica una experiencia comunitaria, en donde los propios donantes o voluntarios pueden acompañar a las familias que protagonizan la construcción de sus hogares y los de sus vecinos. Además de gestionar capacitaciones de autoconstrucción, formación en derecho a la vivienda y asesoramientos en arquitectura, la fundación apunta a la participación de las familias en espacios de organización que les permitan seguir impulsando procesos de urbanización de las comunidades. El Constructor dialogó con Alejandro Besuschio, director ejecutivo de la fundación, quien nos brindó información sobre la demanda habitacional y los desafíos que representa este panorama, además del trabajo y las perspectivas de la fundación de cara al futuro.
¿Cómo analizan la situación de la demanda actual de materiales a precios económicos? ¿Hubo variación con respecto a años anteriores?
La demanda de materiales para nosotros es cada vez mayor. Esto pone de relieve los precios cada vez más altos para construir, por lo que las personas buscan lugares como los corralones sociales. Sobre todo en este último año, donde a los sectores de menos recursos económicos directamente se les hace imposible mejorar sus viviendas.
¿Hubo una alteración también en la cantidad de personas que facilitan materiales y donaciones? ¿Cuál es el origen principal de estas?
Las personas que donan materiales generalmente lo hacen en ocasión de mudarse o remodelar su mobiliario o viviendas. Existe un componente altruista pero también es cierto que nuestro programa “Corralón Social” es un canal ágil, transparente con impacto social para canalizar esos materiales o mobiliario que ya no se usan más. Para nosotros el movimiento ascendente del mercado inmobiliario aumenta la oferta de materiales. No obstante, hoy es un momento donde vemos menor actividad que el año pasado, muchos materiales usados cada vez más se venden a través de plataformas digitales.
¿Qué impacto vienen midiendo del programa de microcréditos que llevan adelante?
Más del 75% de las personas que solicitan microcréditos para la mejora de su vivienda, son mujeres. Hay dos razones que sobresalen: hogares monoparentales liderados por mujeres, a lo que se suma la urgente necesidad de resolver problemas de salud de hijas e hijos, originados en problemas de humedad en paredes, techos y cimientos. Más del 65% de los proyectos involucra alguna patología de la vivienda en torno a esta cuestión que replica directamente, por ejemplo, en problemas respiratorios de los integrantes del núcleo familiar que convive.
Uno de los impactos en familias destinatarias que renuevan su préstamo para continuar realizando mejoras, es la mejora en la autoestima (90%) por haber realizado un proyecto que se habían propuesto y la mejora en la convivencia cotidiana (80%). Todo esto con el acompañamiento de una promotora barrial y la asesoría gratuita de un arquitecto voluntario.
¿Notan una diferencia en las situaciones habitacionales de las distintas sedes en las que trabaja la fundación? ¿Qué características tienen esos territorios?
Algunas sedes registran mayor nivel de organización social y articulación con instituciones locales, esto se puede observar en Boulogne y La Tablada. Sin embargo, se destaca la precariedad en techos y paredes en clave de humedad, como caracterización general del déficit cualitativo habitacional del Conurbano Bonaerense. A esto se le suma la carencia en la provisión de los servicios básicos, además del hacinamiento que deteriora los vínculos familiares. Esta problemática se ve agravada por la urbanización informal, donde gran parte de las viviendas son autoproducidas sin planificación técnica ni regulaciones adecuadas. Estas condiciones afectan directamente la calidad de vida y la salud de niñas, niños y adolescentes de las familias.
¿Por qué toman la decisión de que las personas que vivirán en las viviendas sociales compartan esas jornadas de construcción? ¿Qué nivel de acercamiento tienen de profesionales o colegios de profesionales voluntarios?
En Vivienda Digna tenemos ciertos pilares fundacionales que son parte de nuestra cultura. No es solo el esfuerzo propio de cada familia, voluntario, donante lo que nosotros promovemos, sino que vemos una oportunidad de poner en común esos bienes y recursos, trabajando por un proyecto en común.
Esto permite generar comunidades más diversas, vinculadas, cercanas y fortalecidas. El sentimiento de satisfacción, gratitud y aprendizaje luego de una jornada es común a todos los que participan. Cada vez son más los profesionales que se acercan a la fundación. Es llamativa una encuesta que leí hace unos años, donde decía que hay un gran deseo y necesidad por parte de los profesionales por trabajar en temas sociales, pero que no era fácil encontrar el canal para hacerlo. Nosotros somos esa oportunidad que muchos profesionales buscan.
Hay una activa participación de la fundación en difundir la demanda habitacional y las condiciones de vida digna, ¿existe un interés en el involucramiento en reformas legislativas e incidencia en programas públicos?
Permanentemente estamos comunicando la necesidad de mejorar el déficit habitacional de cuatro millones de hogares en Argentina. También es un eje de la Fundación trabajar en la incidencia en políticas públicas. De hecho, formamos partes de foros y espacios donde se debaten y accionamos sobre este objetivo, participando del debate de leyes y luego promulgándolas, como fue el caso de la Ley de acceso justo al Hábitat.
«Permanentemente estamos comunicando la necesidad de mejorar el déficit habitacional de cuatro millones de hogares en Argentina»
¿Qué posición tienen sobre la vinculación público-privada-comunitaria para la resolución de demandas habitacionales?
Creemos que la vivienda en Argentina es un tema estructural que tiene décadas y la solución no es exclusiva de un solo sector, al contrario, creemos en la articulación del gobierno con el sector privado y las organizaciones sociales para pensar y ejecutar planes de largo plazo que solucionen esta problemática tan crítica de nuestro país.
¿Qué proyección tienen para la fundación para los próximos años? ¿Piensan ampliarse territorialmente o agudizar el trabajo en los territorios que ya abarcan?
Nuestra estrategia 2030 nos desafía a pensarnos federales, pero sabemos que el proceso de expansión requiere acciones de consolidación en los territorios que hoy participamos para asegurar un crecimiento en espiral hacia nuevos lugares. Hemos tenido muy buenas experiencias de intervención específica en el interior del país, lo que nos alienta a buscar partners para lograr llevar nuestros programas a todo el país.
Por Fernando Brovelli.