Puede bajar costos en algún segmento puntual del negocio, como los alquiladores, pero quienes importan bienes de capital nuevos o fabrican en el país marcan los riesgos económicos, técnicos y de seguridad.
Mientras el Gobierno busca avanzar en una amplia apertura de la economía, instando a los diversos sectores productivos a importar bienes de capital usados, vía flexibilización de los requisitos de ingreso al país para bajar costos de producción, en paralelo, no hay una mejora muy clara de las condiciones macroeconómicas que podrían impulsar la inversión, salvo en sectores muy específicos como, por ejemplo, Oil & Gas y minería.
En ese sentido, no ayudan ni el despegue de la actividad económica y el consumo, ni la multiplicidad de tipos de cambio, sumados a la persistencia de la inflación -aunque con alguna baja, se mantiene en torno al 1,5%/2% mensual- y tasas de interés que tienen un piso del 40% anual de costo financiero total (CFT).
En el caso de la construcción, impacta adicionalmente el freno abrupto de la obra pública nacional vigente desde diciembre de 2023, a lo que se suma la disolución de la Dirección Nacional de Vialidad a través del decreto 480/2025, publicado en el Boletín Oficial el martes 8 de julio. Esto pega en la línea de flotación del segmento de obras viales y en los planes de inversión en infraestructura del Gobierno federal.
Bajo estas consideraciones, la habilitación de importación de bienes de capital usados (DNU 273/2025) que, si bien no es específico para la actividad de la construcción, sin embargo, la incluye y no deja afuera ningún equipo de los utilizados en forma cotidiana, parece una “ayuda” testimonial más que real.
El decreto de necesidad y urgencia 273/2025, publicado en el Boletín Oficial el pasado 15 de abril, tiene entre sus fundamentos promover la inversión y contribuir a la reactivación de la economía a partir de mayor eficiencia, que se lograría, según la visión del Gobierno, a través de la incorporación de nueva tecnología.
Amplio espectro
Basado en la idea de que la competencia siempre contribuye a bajar los precios en el mercado doméstico, el Poder Ejecutivo avanzó con la flexibilización de requisitos para ingresar bienes de capital usados al país que, en el caso de la construcción, incluye grúas sin neumáticos, tiendetubos, grúas orugas, motoniveladoras, cargadores, retroexcavadoras, zanjadoras, hojas topadoras, pavimentadoras, camiones fuera de ruta, etc.
“La medida afecta a todas las posiciones arancelarias (Capítulos 84 a 90 del Nomenclador Común del Mercosur) que importan las empresas que proveen al sector de la construcción y la minería o que se fabrican en el país, aunque eso es poco”, aseguró Néstor Limonta, director Ejecutivo de la Cámara Argentina de Empresas Proveedoras de Equipamiento y Motores (CAEPEM).
En diálogo con El Constructor, Limonta apuntó también que “para algunos la importación de bienes usados representa una oportunidad, como el caso de los alquiladores” de equipos.
Si bien el ejecutivo no lo aclara, aquí el beneficio es que la maquinaria ingresa al país a menor precio, pero luego se alquila por el valor que rige en el mercado, por lo que se obtiene una mayor rentabilidad debido al menor costo inicial.
Los riesgos del usado
“Los equipos que se compran usados en el exterior deben ser correctamente evaluados para evitar comprar ‘chatarra’ y tener dolores de cabeza en la operación diaria”, aseguran fuentes de la Cámara Argentina de la Construcción (Camarco).
Desde la entidad explican que, si bien el gasto inicial puede ser menor, el costo operativo puede ser mayor. Pero ése no es el único riesgo que se corre. A diferencia de la maquinaria nueva, los bienes usados no tienen garantías de fábrica, por lo que ante la aparición de una avería o rotura, no hay a quién reclamar.
También hay que considerar que los elementos de segunda mano no tienen el “respaldo de los repuestos”, señala el director Ejecutivo de CAEPEM, ni el servicio postventa que brinda el distribuidor local o dealer, no tienen la última tecnología disponible en el mercado, lo que puede impactar en la eficiencia energética, y hasta puede haber problemas con algunos combustibles, si no se conoce bien el equipo, aclara.
“Hoy las máquinas son cada vez más globales, la diferencia la hace un distribuidor eficiente, interpretando las necesidades del usuario y acompañándolo de cerca en sus operaciones”, advierten, por su parte, desde Camarco.
Otro aspecto fundamental es la financiación, dado el monto de inversión que suponen los equipos. Lógicamente, los equipos nuevos tienen un valor superior pero también ofrecen alternativas de pago extendidas en el tiempo, cosa que no ocurre con los usados.
Otras alternativas para acceder a tecnología de nueva generación es el “alquiler con opción a compra” aunque en Argentina no suele ofrecerse mucho, en parte, por los vaivenes económicos del país en los últimos años.
Consultado sobre las posibilidades que abre el leasing en este terreno, empresarios del sector sembraron dudas sobre su viabilidad, y de nuevo la razón es económica y de coyuntura.
“Es una opción que se debe estudiar exhaustivamente con cada necesidad, porque implica una cuota, que es un gasto fijo que llega todos los meses”, recordaron.
Pero, además, apuntaron que “hoy por la situación de nuestro mercado, los coeficientes de utilización de los equipos propiedad de las constructoras son bajos. Tenemos meses en que la máquina no trabaja, lo que nos genera un problema a la hora de pagar la cuota del leasing contratado”, destacaron con absoluto pragmatismo.
¿Invertir ahora o esperar?
“Claramente, no es un momento de invertir, si observamos el nivel de actividad actual y las expectativas del corto plazo”, enfatizó un constructor de mediano porte, con contratos de obras públicas en algunas provincias grandes como Córdoba y Santa Fe.
El empresario aclaró que, por otro lado, “viendo el costo actual de equiparse en función del tipo de cambio en dólares, es una buena inversión comprar hoy, ya que el equipo termina costando barato en pesos, frente a la incógnita de cuánto costará ese mismo equipo en el futuro”. Nuevamente, aparece en escena el costo de oportunidad.
Al respecto, el constructor consideró que “es una buena noticia (la posibilidad de importar bienes usados) para tener más alternativas de maquinaria a un precio menor, pero aclaró: “No creo que afecte hoy a las empresas, salvo casos muy particulares, ya que hoy hay máquinas y herramientas ociosas por el menor uso de la capacidad instalada de las empresas”.
¿Es momento de invertir en “fierros” para producir más o, por el contrario, lo recomendable es esperar un cambio de escenario?, preguntó El Constructor a una fuente en Camarco.
“Para la empresa nacional el ‘bien escaso’ es el dinero. Comprar un equipo para tenerlo en el patio, genera inconvenientes. Podemos tener tres motoniveladoras de última generación recién compradas en la playa (por falta de trabajo) y tener que ir a pedir dinero al banco para pagar la quincena, asumiendo tasas importantes”, se sinceró un empresario.
Según esta visión, si bien las empresas del sector valoran la necesidad de mejorar la productividad de la industria, lo cierto es que, sin inversión en infraestructura, sin dudas, un paso clave para que el país gane en competitividad, equiparse se hace muy difícil.
La foto y la película
Al publicarse el DNU 273/2025 el pasado 15 de abril, desde CAEPEM entendieron que ya era un hecho consumado, por lo que no tenía mucho sentido intentar alguna gestión con el Gobierno para cambiar la decisión. Eso los llevó a poner el foco en monitorear la evolución de las importaciones de equipos usados.
El primer mes completo con la vigencia de esta norma fue mayo, que marcó un aumento porcentual relevante de importación de equipos (144%), pero en cantidades registra un crecimiento bajo, pasando de 9 a 22 unidades usadas importadas.
Es muy poco para un mercado que, según datos de CAEPEM, en 2024 importó 3642 unidades nuevas por 291.775.000 dólares. Ese ritmo de importación de equipos nuevos se aceleró a comienzos de este año, al punto que en los primeros cinco meses de 2025 ingresaron al país unas 3200 unidades, apenas por debajo de los doce meses del año anterior. Aún no hay datos consolidados de junio.
“Estamos a la expectativa, vamos a darle tiempo a la medida a ver si llegan equipos de China o de Europa”, señaló Néstor Limonta. La gran mayoría de los equipos usados en mayo entraron desde Paraguay, casi podría decirse que aprovechando una oportunidad y un negocio muy puntual.
En ese sentido, el ejecutivo aclaró, refiriéndose a los equipos nuevos, que “hoy es más fácil traer maquinaria de Estados Unidos o Brasil, que vienen armadas en barco y suben y bajan andando, en lo que en la jerga se conoce como roll on-roll off. En cambio, lo que pudiera venir de China o India debería entrar para ensamblar, lo cual conlleva un costo y un tiempo adicional.
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Recuadro 1
Cinco claves para entender qué dice el decreto 273/25
El decreto de necesidad y urgencia 273/2025, publicado en el Boletín Oficial el pasado 15 de abril y que entró en vigencia a partir del día siguiente, en lo medular y concreto levanta restricciones vigentes desde 1994 para la importación de maquinaria y bienes de capital usados.
Éstos son los aspectos centrales de la norma y las cuestiones que hay que tener en cuenta para evitar un impacto en la producción nacional:
- Flexibilización del trámite de importación. Hasta el último cambio normativo se requería tramitar un Certificado de Importación de Bienes Usados (CIBU), en el marco del Régimen de Importación Definitiva para Consumo de Bienes Usados, comprendidos entre los Capítulos 84 y 90 de la Nomenclatura Común del Mercosur (N.C.M.), quedando exceptuados, en principio, los automotores.
- Duplicación del arancel de importación. Los bienes de capital usados comprendidos en las posiciones arancelarias de los Capítulos 84 a 90 de la N.C.M. que se importen al amparo de la presente medida, y que no resulten eximidos del pago del arancel por otros regímenes, “tributarán un derecho de importación cuyas alícuotas resultarán de incrementar en un ciento por ciento (100%) el nivel del Derecho de Importación Extrazona (D.I.E.) que corresponda aplicar a la respectiva posición arancelaria de la Nomenclatura Común del MERCOSUR”. En ningún caso, esa alícuota aplicable podrá ser superior al 35% del valor de importación.
Por ejemplo, si un equipo nuevo paga 5% de arancel, el usado de la misma posición arancelaria pagará 10%, pero si una máquina nueva tributa un arancel del 22%, el usado pagará 35%, la alícuota máxima.
- Competencia con el producto nacional. La medida busca incorporar tecnología al proceso de producción, pero a un precio más bajo. Sin embargo, desde el sector de los “fierros” aclaran que “si se trae lo que no se fabrica en el país, no perjudica a nadie, pero si se importan bienes que se fabrican acá, no podés competir con el usado, que puede costar menos de la mitad del valor”. Así, la clave es favorecer el ingreso de bienes de capital quizás a un tercio o una cuarta parte del valor del nuevo, para que el proyecto se vuelva conveniente por la TIR (Tasa Interna de Retorno).
- El incentivo de los precios. Hay proyectos y requerimientos de inversión que por el tamaño del mercado argentino no dan para invertir en equipos nuevos, pero gracias a la habilitación de ingreso de maquinaria usada, se podrían conseguir otros valores, lo que haría viable para un industrial argentino acceder a la tecnología”.
- Riesgo de subdeclaración del valor de ingreso. Los equipos nuevos por lo general tienen valores de referencia, pero los equipos usados no están “tabulados”, aseguran en el sector, por lo que eventualmente el importador podría declarar un precio artificialmente bajo, pagando el arancel de importación en base a ese precio, con el consiguiente costo para las arcas públicas y competencia desleal para los fabricantes de bienes de capital nacional.
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Recuadro 2
El costo de oportunidad de la inversión
Entre los objetivos declarados del Gobierno al impulsar la importación de maquinaria y bienes de capital usados, sin dudas ocupan un rol preferencial, por un lado, la “evaluación de trámites y procesos del Sector Público Nacional con vistas a la simplificación y desburocratización” en los que está involucrada la administración central.
Por otro lado, la adopción de medidas tendientes a “profundizar el proceso de apertura económica y reactivación de la economía” para superar la emergencia económica, según consta en los fundamentos del DNU 273/25.
Hasta aquí estrategias entendibles en el marco de la orientación general del Gobierno. Sin embargo, como dice el refrán, del dicho al hecho hay un largo trecho.
Y es que la inversión en general, y la apuesta en bienes de capital en particular, está íntimamente ligada a la marcha de la economía y a las oportunidades de crecimiento y de hacer negocios que se presentan.
En este sentido, la industria de la construcción y la actividad de todos los sectores relacionados, como por ejemplo los fabricantes y proveedores de equipamiento y servicios para el sector, tienen al tope de las prioridades el seguimiento cercano de la evolución de la actividad.
En buen criollo, nadie va a sacar un dólar para comprar una máquina si se le cayó la actividad de manera importante, ni aunque sea usado y barato.
Por otro lado, al analizar la ecuación financiera posible para incorporar nuevas maquinarias, sin dudas, el financiamiento, costo del crédito (tasa de interés), plazos de repago y períodos de gracia, resultan determinantes a la hora de tomar la decisión.
En suma, se trata de lo que los economistas denominan el costo de oportunidad. Se trata del valor de la alternativa a la que se renuncia al tomar una decisión, en este caso de compra de un bien usado en lugar de un bien nuevo. O sea, representa el costo de la opción no seleccionada, incluyendo los beneficios que se hubieran tenido de haber elegido la otra opción.
En el ejemplo que nos ocupa de la compra de bienes de capital usados, los beneficios de pagar un precio más bajo habría que contrastarlos tal vez con las mayores ventajas de un equipo con tecnología más actual, quizás con mejor eficiencia energética en su uso.
E incluso hasta con algunas necesidades en términos de experiencia del usuario como el servicio postventa, puesta en marcha del equipo, servicios de mantenimiento y acceso a toda una gama de repuestos, que el bien usado no garantiza porque puede haber modelos que se hayan discontinuado o ya no se consigan en el mercado.