Inversiones exiguas en 2024 pero expectativas para el año entrante: las miradas de especialistas consultadas por El Constructor coinciden en la necesidad de un orden económico e internacional para consolidar oportunidades que puedan atraer financiamiento internacional y, a pesar de los vaivenes en los modelos de administración de la última década, anhelan que el potencial de recursos y el capital humano puedan representar un aliciente para un mejor año.
Con la obra pública a nivel federal discontinuada, los distritos provinciales sostuvieron parcialmente en 2024 el desarrollo de infraestructura estratégica con actividades productivas, decisiones políticas de índole social e incluso, para evitar un mayor impacto en los actores vinculados al sector, participaron empresas constructoras, galpones de materiales y trabajadores de la construcción. En este marco, las advertencias trascienden la ejecución de nuevas iniciativas y comienzan a focalizarse en tareas de mantenimiento que eviten un mayor costo en el futuro. Sin embargo, en todos los niveles de gestión, se observan con atención las ventanas de posibilidades que se abren para programas de financiamiento internacional, una vía que está permitiendo a los territorios concretar sus proyectos más ambiciosos.
Motorizado por los sectores más dinámicos de la economía argentina en la actualidad, en donde se reiteran los señalamientos hacia la minería y la energía; el mercado nacional pudo captar fondos extranjeros para el desarrollo de obras en función de incentivar la producción, aunque la planificación de infraestructura estratégica sigue siendo uno de los déficit para que la industria local pueda proyectar una verdadera competitividad contra sus pares regionales.
“Cuando uno charla con los jugadores de afuera, escucha que están observando la situación de la Argentina”, señaló para este medio Juan José Preciado, profesor de la Maestría de Políticas Públicas de la Universidad Austral y fundador de RICSA, quien además recalcó que “mientras no haya estabilidad macroeconómica y jurídica es muy difícil pensar en inversiones foráneas; van a haber porque estos puntos se van estabilizando, pero no llega a haber estabilidad jurídica”. Asimismo, reconoció que “el 2024 fue de una paralización total, salvo en contadas excepciones como fue Vaca Muerta, en donde se empezaron a planificar algunas obras de infraestructura. Algunas tuvieron continuidad con financiamiento nacional”.
Por su parte, Demian González Chmielewski, investigador y magíster en Políticas Públicas (UTDT), observó en ese sentido que “las transferencias para gastos de capital tuvieron una subejecución sustancial en 2024, algo que prometió el gobierno. Al reducirse la obra pública, los proyectos con financiamiento provincial o externo pasaron a cobrar más protagonismo. Frente a recursos escasos, el BID -con proyectos chicos- y China -si se logra renegociar el contrato de las represas- son socios claves para sostener y avanzar una agenda más ambiciosa de proyectos de infraestructura transformadores”.
Gustavo Weiss, titular de la Cámara Argentina de la Construcción (CAMARCO), sostuvo que durante el 2024 existieron “avances en temas de conectividad, como nuevas ofertas de acceso satelital, pero estas no implican inversiones significativas en el país”. En ese sentido, contrasta con la actualidad de inversiones estratégicas en países vecinos: “Brasil se encuentra ejecutando múltiples proyectos de inversión en múltiples sectores productivos y en servicios de infraestructura en sectores como agua y saneamiento y servicios urbanos como tránsito y tratamiento de residuos. Uruguay está completando grandes inversiones de transporte ferroviario y puertos, orientados a la explotación forestal. Chile anuncia un importante caudal de licitaciones para concesiones viales, desalación de agua de mar, puerto de aguas profundas, ferrocarriles y proyectos de inversión privada con pago diferido por el Estado contra disponibilidad del activo construido y habilitado. Perú está completando un ambicioso puerto con financiamiento chino. Por supuesto son intensas las inversiones privadas en el sector minero en Chile y Perú”.
En cuanto a las posibilidades de nuestro país, el presidente de CAMARCO manifestó que “inversores privados han mostrado interés en invertir en Argentina en los sectores de la minería del litio y del cobre, en Oil & Gas y en la urgente necesidad de inversión en energía eléctrica y gasoductos. Es un proceso en sus inicios, que llevará meses hasta que se concreten, si se mantiene la tendencia a la normalización de las condiciones macroeconómicas”. Juan José Preciado señala los mismos rubros, dado que “la inversión extranjera ven estos sectores con buenos ojos porque van a generar una cantidad de divisas igual o mayor que lo que hoy es el sector agropecuario” y para el desarrollo minero y energético se requieren “obras viales, obras hídricas, conectividad y obras en el sector ferroviario para hacer más competitivo el transporte”.
Demian González Chmielewski entiende que “en Argentina son bienvenidas las obras de infraestructura para explotación de recursos, extensión de servicios públicos, mejora de la logística. Todos los proyectos sirven y deberían completarse si las condiciones financieras, ambientales y de transparencia están claras”, y propone “incentivar proyectos para darle una dimensión productiva a las industrias extractivas; elaborar productos con los minerales, refinar el petróleo y procesar el gas”. Sin embargo, subrayó que “en la urgencia no deberíamos perder de vista que es necesario planificar para cerrar brechas de infraestructura en servicios públicos y sociales. Con algo tan básico como el Censo 2022 podemos ver que tenemos cobertura de más del 90% de agua o internet, pero más del 40% de la población no tiene acceso a la red de saneamiento o usa gas en garrafa. En viviendas tenemos valores similares a Brasil, alrededor de 60% propietarios y más de 17% de inquilinos. Estos son problemas que generan asimetrías socioeconómicas y a veces explican las pérdidas de oportunidades”.
Gustavo Weiss, por su lado, comparte y desarrolla los matices de la situación: “El país tiene demanda creciente de servicios de infraestructura; la brecha entre lo necesario y lo disponible crece cada año. Además, lo existente se deteriora por falta de mantenimiento oportuno. Todos los sectores son necesarios, pero los privados solo pueden encarar proyectos en cierto tipo de proyectos donde pueden recuperar la inversión mediante peaje, canon o pago diferido. Existen otros sectores donde los proyectos dan un alto beneficio social (escuelas, urbanización, hospitales, cárceles) pero ese beneficio no puede ser monetizado por el inversor privado”. Preciado hace hincapié en la demanda de obras viales en las provincias: “Hoy, mover economías regionales por la vía tradicional, que es con camiones, hacen que no sea competitivo”. “Los dos grandes problemas de la Argentina en donde la cancha está inclinada son la falta de infraestructura y la presión impositiva”, remarca.
A pesar de la merma que representó el 2024 en términos de inversión, todos los especialistas reconocieron una legislación que promueve expectativas: el Régimen de Incentivo para las Grandes Inversiones (RIGI). “Un incentivo para recibir inversiones bajo condiciones excepcionales; se entiende que apunta a generar volumen, lo cual explica que tenga un sesgo extractivo”, comprende González Chmielewski; “es una herramienta para que se puedan canalizar las obras de infraestructura, pero creo que lo que hoy más impacta en el inversor es la estabilidad macroeconómica”, agrega Preciado; “es un paso imprescindible y vital para que los inversores decidan encarar proyectos de montos importantes, con largos procesos de puesta en marcha que recuperarán en décadas”, calificó Weiss. Asimismo, el titular de la CAMARCO entiende que “aunque no se refiere específicamente a la inversión en infraestructura, el régimen de blanqueo y algunas recientes adaptaciones al régimen hipotecario, impulsarán la inversión inmobiliaria en vivienda o en proyectos comerciales o turísticos”.
En este sentido, Chmielewski recalcó las oportunidades en los sectores nacionales de mayor impulso: “Argentina tiene una ventaja enorme en petróleo, gas y minería, pero por ahora hay pocos proyectos. La explotación de esas industrias debería requerir por lo menos infraestructura logística de caminos, transporte y puertos. Este año se hizo la obra del Gasoducto Norte que se puede ubicar en el midstream del mercado de petróleo y gas, por lo que se puede inferir que las inversiones se orientan a estos servicios económicos o productivos. Durante 2024 se brindaron condiciones para invertir y hay muchas áreas de oportunidad. También existen marcos legales para la inversión privada, pública y mixta (las PPP), además de condiciones de transparencia y contrataciones públicas”.
A su vez, Weiss apuntó que “todo proceso de inversión tiene el prerrequisito de la confianza. Confianza en el respeto a la propiedad sobre lo invertido, a las normas en que se basa la decisión, en la continuidad de estas y en la ecuanimidad y agilidad en los procesos de resolución de diferendos en su interpretación. Estas condiciones no son nuevas, son las de siempre, aplicables a todo país. Los constructores como inversores a plazos más cortos requieren y esperan esas mismas condiciones de respeto de los contratos”. Juan José Preciado concuerda: “La experiencia a nivel global muestra que aquellos países que estuvieron muy activos recibiendo inversiones foráneas demostraron por lo menos cinco años de estabilidad. Veremos si Argentina puede ser la excepción”. “El set de normas está y hay un punto que no es menor que han sido creados fondos fiduciarios. Muchas veces, hay países que tienen que crearlo para recibir fondos foráneos”, añadió.
Dentro de las modificaciones a futuro, el reelecto presidente de CAMARCO asegura que “el sindicalismo participa activamente en el Consejo de Políticas de Infraestructura y apoya la inversión pues entiende que es un prerrequisito para el trabajo seguro y para el crecimiento del país”. Es el mismo gremialismo quien “señala y llama la atención sobre la necesidad de formación profesional que derivará de los nuevos empleos y del progreso tecnológico, pero apoya fuertemente ese proceso”. Es en ese contexto que se entusiasma en proyectar que “cuando las inversiones se concreten la comunidad se verá beneficiada por mayor empleo, mayor actividad en muchos sectores, además del beneficio que la obra ejecutada entregue a lo largo de su vida útil”.
“Siento que en el 2025 va a comenzar un fuerte aterrizaje de inversiones que esperemos que se sostenga», desea Juan José Preciado; y Demian González Chmielewski pronostica que “los próximos meses veremos la priorización de inversiones en proyectos económicos y la planificación pública para proyectos de servicios sociales, tanto en su diseño como financiamiento”. Luego detalló: “El marco económico va a tener que navegar la apreciación actual de la moneda en Argentina frente a la devaluación en Brasil nuestro principal socio comercial, la baja de tasas de Estados Unidos y la posición de China a partir de enero. Si el sector privado encuentra estas condiciones suficientes para invertir y sostener la actividad, se va a focalizar en proyectos con fines económicos. Sería muy bueno usar los fondos que ahorre o disponga el Estado nacional y las oportunidades de los multilaterales de América Latina y Asia para cerrar brechas de infraestructura en servicios públicos y sociales”.
De mayor desánimo es la posición de Weiss: “Lamentablemente el año actual está perdido para el sector y la recuperación será lenta en 2025. Los procesos de decisión y de estructuración de grandes proyectos financieros llevan mucho tiempo Quizás sea algo más rápido el inicio de proyectos inmobiliarios de mediano tamaño. Seguramente el sector privado cumplirá un papel, pero entendemos que no será suficiente”. A pesar de ello plantea que “se debe buscar el apoyo de Organismos Multilaterales de Crédito para atender tareas urgentes de mantenimiento vial, ferroviario, energético. Dejar deteriorar aún más la infraestructura existente, porque resultará muy caro y significa cada día un sobre costo por improductividad para los sectores productivos”.
Las posturas compartidas entre académicos, asesores y directivos insinúan que el diagnóstico es extendido entre los distintos actores que se articulan para el desarrollo de la infraestructura nacional. El presente, en el que el sector de la construcción no quedó exento de la caída de las industrias más tradicionales del país, puede representar un punto de partida para habilitar una senda de captación de inversiones con reglas nuevas, incipiente estabilidad, apertura global y recursos atractivos para la producción. Es requisito no desperdiciar oportunidades y evitar las negligencias que profundizarían los costos para una rubro que nunca agota su potencial y reconoce en el financiamiento internacional un aliado en el que convergen objetivos en común. Una Argentina más comunicada y con mayor desarrollo, en definitiva, puede representar un activo global.
Por Fernando Brovelli