Frente a las circunstancias actuales, todas las organizaciones dependen de la calidad de sus “mandatarios” para retomar su camino y perdurar.
El liderazgo es imprescindible en el cotidiano desenvolvimiento de cualquier tipo de organización y se vuelve un factor crítico durante las contingencias. Los líderes son los encargados de definir el rumbo de las empresas; si su dirección es la apropiada. Además, logran alinear a sus equipos, tienen grandes posibilidades de sortear cualquier obstáculo y salir adelante.
El 2020 fue intenso, los cambios globales producidos por la crisis sanitaria y económica de la COVID-19 han ejercido una gran presión sobre el ánimo de todos y, particularmente, ha obligado a los líderes a tomar decisiones para las cuales no tenían experiencia previa, y a hacerlo rápidamente. Las circunstancias de la vida laboral hoy son diferentes. El mundo se ha vuelto más digital y complejo, los líderes se enfrentan a una gama más amplia de decisiones, lo que les exige desarrollar no solo un pensamiento estratégico, sino también habilidades de ejecución, pasando por el entendimiento de hojas de ruta tecnológicas avanzadas y la capacidad de mejorar de las habilidades y la participación de sus grupos de trabajo.
Las habilidades intrínsecas de los líderes no han cambiado (inteligencia relacional, comunicación efectiva, aptitud para delegar e inspirar, honestidad, inteligencia emocional, etc.); pero la forma en que fueron puestas a prueba, sí. En un mundo pospandémico (término impreciso porque la pandemia no se ha terminado), los líderes necesitan repensar sus formas de conectar y guiar, para lo cual deben tener claro dónde poner su enfoque, cómo se comunican, cómo crean nuevos vínculos de compromiso y cómo asesoran. Veamos cada uno de ellos.
ENFOQUE
Poner a los colaboradores y su talento como prioridad. No hay opción, este es el momento de conocerlos bien tanto como a sus necesidades, e invertir en ellos. Hacer que se sientan apreciados, comprendidos y apoyados es importante para desarrollar todo su potencial. Los empleados que se sienten valorados suelen trabajar duro y están más comprometidos con su líder, su equipo y la empresa.
COMUNICACIÓN
Ser accesible y hablar honestamente. Hoy más que nunca, el líder debe estar siempre dispuesto para conversar. La retroalimentación resulta fundamental tanto para dar como para recibir, y tiene que surgir de cada momento de interacción: resolución de dudas, consejos en momentos de estrés o en los contactos breves para mostrar simpatía.
ACTITUDES QUE COMPROMETEN
El enfoque y la comunicación perderán su efecto si el líder no se baja de su posición de “jefe” y demuestra que está listo para trabajar hombro con hombro con sus colaboradores. Ellos deben desarrollar una cultura colaborativa, además, formar e inspirar a nuevos líderes. Cuando todos se reconocen iguales en el esfuerzo requerido, la respuesta a cualquier pedido será esfuerzo, colaboración y empatía.
ASESORAMIENTO
Significa cómo inspirar para continuar. Es un hecho que los lugares de trabajo hoy están más saturados de los traumas individuales de sus colaboradores, los líderes se encuentran frente al reto de cómo mantener equipos saludables, a pesar de la ingente cantidad de factores estresantes; deben tomar muy en serio esta realidad y, antes de plantearse la manera de volver a generar réditos, tienen que hacerse una pregunta más importante: ¿cómo la organización (sus personas) puede superar este momento? La psicología asegura que este proceso debe hacerse desde dos focos: valores sólidos y sentido de comunidad.
Un simple ejercicio de reafirmación de los valores no negociables de la empresa –para ello, se deben tener claro los valores generales– puede ayudar a elevar la moral del equipo y a restaurar tanto el sentido de pertenencia como la sensación de estar trabajando por un mismo propósito. Por otro lado, la conexión social –el sentido de comunidad– nunca ha sido tan importante como hoy. El teletrabajo hizo perder muchos momentos de contacto informal de pasillos, y son estas interacciones aparentemente inútiles las que los líderes deben promover para volver a conseguir la unidad de cada área.
De este modo, el liderazgo cuyo foco es el ser humano y sus valores resulta ser inteligente e insoslayable en las circunstancias actuales. A las habilidades asociadas previamente, hay que sumarles otras nuevas con la visión similar (humanista) y ajustadas a su nueva realidad.
EJECUTOR ESTRATÉGICO
Los líderes que pretendan el éxito en este entorno empresarial complejo y acelerado deben tener una visión clara de adónde se dirige la nueva sociedad, comprender cómo puede crear valor para ese futuro y qué posición tendrá su organización en ese nuevo escenario. Para lograrlo, ser un buen estratega no es suficiente, hay que ser también hábil ejecutor; hacerse cargo de los cambios requeridos, crear una estrategia con pasos claros y específicos, y controlar el proceso hasta el final. Como también tomar decisiones operativas rápidas que ayuden a abrir caminos hacia el futuro.
PROTAGONISTA HUMILDE
Esta era digital requiere de líderes dispuestos a dar la cara, a tomar decisiones audaces a pesar de la incertidumbre, pero que, al mismo tiempo, tengan la humildad de aceptar que no lo saben todo –y, por lo tanto, que necesitan incorporar y trabajar con personas con habilidades, antecedentes y capacidades potencialmente muy diferentes–; deben tener la mente abierta y ser excelentes oyentes, porque no solo se trata de comprender las nuevas tecnologías, también las diferentes formas de hacer las cosas.
HUMANISTA TECNOLÓGICO
Cada líder tiene que comprender cómo la tecnología beneficia a su empresa, pero también preocuparse de cómo impacta la vida de los colaboradores, de tal manera de ayudarlos a adaptarse y a adoptar los cambios que la tecnología les impone. Es decir, involucra a las personas en el proceso de cambio mostrando empatía y sinceridad, de modo tal que todos se apropien del proceso de transformación.
INNOVADOR TRADICIONAL
Hoy, el propósito y los valores de la empresa resultan ser más importantes que nunca, porque son su principal guía en medio de la incertidumbre. Esto, de ninguna manera, significa que están escritos en piedra y que no puedan evolucionar.
Los líderes deben conocer la razón de ser de la organización, propósito y valores, ya que será su punto de referencia para ver al futuro y, además, su límite de innovación. Porque ninguna experimentación tiene que ser ilimitada, debe tener unos parámetros de seguridad que no desvirtúen el propósito de la empresa.
POLÍTICO DE ALTA INTEGRIDAD
En una economía basada en datos, la integridad y la confianza son valores fundamentales que no provienen de la tecnología, sino de los humanos que la manejan. En esta nueva realidad donde vemos que las organizaciones necesitan unas de otras para crear valor y obtener apoyo, la colaboración efectiva dentro de los ecosistemas únicamente se da cuando todas las partes involucradas confían entre sí; por lo que los líderes son los llamados a establecer estos valores a través de todas sus acciones.
LOCALISTA CON MENTALIDAD GLOBAL
La tecnología ha borrado los límites y ha acortado las distancias: se puede tener clientes en todo el mundo. Pero esto requiere que los líderes puedan pensar y participar globalmente, que se abran a nuevas formas y que puedan trabajar con personas de todas partes. Sin embargo, no deben perder de vista y de consideración las circunstancias locales.
Además, tienen que ser profundamente conscientes y sensibles con la situación y preferencias de sus públicos objetivo. Cada cliente, socio o institución espera que las empresas respondan a sus necesidades particulares.
DESAFÍOS
Tanto las antiguas como las nuevas habilidades, todas sin excepción, son y serán características fundamentales del liderazgo efectivo que permitirá enfrentar los retos del futuro. La pandemia ha demostrado hasta la saciedad el papel vital del ser humano en el futuro. De igual manera, les ha permitido a las empresas reconocer y valorar el rol de los colaboradores en su supervivencia.
El liderazgo que tiene a la humanidad como esencia, siempre, ha sido y será inteligente. Si antes los líderes que presentaban estas características contaban con equipos de trabajo seguros, creativos y colaborativos –considerados equipos de alto rendimiento–; las circunstancias, ahora, requieren que este tipo de liderazgo se multiplique para conseguir lo mejor de cada colaborador y, de esta manera, que las empresas no solo sobrevivan, sino que también se puedan reinventar.
La tecnología es importante, pero igual de fundamentales y trascendentales son las personas. Ya lo dijo Elbert Hubbard, filósofo estadounidense, en el siglo XIX: “Una máquina puede hacer el trabajo de cincuenta hombres ordinarios. Ninguna máquina puede hacer el trabajo de un hombre extraordinario”.
POR CARMEN IRENE GONZÁLEZ CAÑARTE