¿Llegó la hora de la inversión privada en rutas, tendidos de vías férreas, puentes y presas hidroeléctricas? Esta pregunta se origina en afirmaciones y realidades dadas por el gobierno nacional y por las medidas que están tomando las administraciones provinciales.
Primera realidad: En la Casa Rosada hay un plan de gobierno donde el déficit fiscal debe ser cero (0), esa premisa lleva a afirmar que no hay plata y eso significa que la obra pública tal como se la entendió hasta ahora es historia. Este análisis surge, 1°) porque en los últimos 20 meses la obra pública ha avanzado muy poco y 2°) por lo manifestado por el Presidente de la Nación en la inauguración de las Sesiones Ordinarias del Congreso: “Dicen que la obra pública genera trabajo, les digo a los argentinos que eso es falso. Porque hay que financiarlas con impuestos” … “cuando se financia la obra pública se quita capacidad de demanda en otros sectores y el empleo que se crea es el que se destruyó en otras áreas de la economía. Erradiquemos la mentira. La obra pública no genera puestos de trabajo, genera impuestos”. Por lo tanto, la política a adoptar es que las obras de infraestructura serán una cuestión de inversión privada, 2+2=4.
Segunda realidad: Hay que analizar ahora algunas de las materias primas de las grandes obras de infraestructura, veamos las más importantes: arcillas, limos, arenas, piedras, cales, cemento, bitumen, maderas, hierro, aditivos etc. No es difícil entender que, de los 10 productos nombrados, los 6 primeros son los mayoritarios en volumen. Si un metro cúbico de hormigón que pesa 2500 Kg, 2100 Kg son de arena y piedra y 400 Kg de cemento, éste último también fabricado el 100% con piedras, está claro que los grandes abastecedores de las obras de infraestructura son los productores de piedra, arenas, limos y arcillas, a los que hay que sumarles las cementeras que son los mineros argentinos por excelencia, pues despachar, para decir un numero aceptable de los buenos tiempos 14 millones de toneladas de cemento, sí que se necesita piedra caliza, mármoles o carbonatos de excelente calidad para alimentar a la industria cementera. Por lo tanto, si en Argentina se producen 250 millones de toneladas de estos productos mayoritarios y que son destinado a las obras de infraestructura, no es descabellado pensar que tanto productores de piedra y arena primaria como las cementeras, deberían estar pensando en sus “mesas ovales”, que cada parte que componen la industria de la infraestructura deberá poner lo que tenga que poner e invertir para concretar una obra que requiere el país.
Tercera realidad: Eso que no hay plata, lo vemos todos, ahora bien, estamos en un año impar, y no hay cosa que esperaban más los cementeros y productores de piedras que los años impares en Argentina, pues de mayo a octubre, en esos años impares, según las leyes electorales hay que elegir algo, estamos en democracia y se celebra. Si se analiza este hecho, vemos como todos los empresarios de la construcción que ejecutaban obras públicas y sus respectivos empleados, hasta diciembre de 2023, fueron empleados públicos, esto es porque la obra la pagaba el Estado, y lo que paga el Estado es público, no se discute. Hoy, esa es la interpretación que hace el gobierno, motosierra en mano, al árbol de la construcción no le están quedando ramas, por lo menos en el modelo que hoy aflora.
Cuarta realidad: Pero los hechos son los hechos en todas sus aristas y éstos dictan cosas claras y contundentes que impactan en la economía del país. Se afirma que hoy la actual administración está utilizando el stock de capital de su infraestructura y no le va mal, viaja gratis sentado en el colectivo de las rutas y autopistas que existente y no pagó ese pasaje, pero, también es cierto que ese pasaje solo lo lleva un tramo hacia su destino. Las aristas de los hechos dictan que hoy las rutas han decaído tanto en su calidad de servicio, que han atrasado los tiempos de transporte, obligando a tener más turnos de choferes, aumentando los costos de flete. Nuestros trenes siglo XXI, tienen un promedio de velocidad de 30 km/h y algunos menos aún.
Quinta realidad: Tanta realidad junta, obliga a pensar que algo hay que hacer y como el Estado ya dijo que deberán ser los privados quienes inviertan, parece que los productores de piedras, incluidas las cementeras, deberán ser una de las patas que para que sus empresas funciones, tendrán que pensar en invertir en rutas, por ejemplo. Esta película no la vimos en Argentina, es decir, para construir una ruta deberá haber un inversor que ponga el capital de trabajo para la mano de obra, otro las máquinas y otro las piedras. Se hace la obra y: ¿quién la paga? No olvidemos que el sistema hasta diciembre/2023, eran certificaciones, se cobraba y se seguía adelante, un atraso de 2 días en una certificación y comenzaba el doloroso calvario.
Sexta realidad: También, en lo que hasta ahora se ve, podría ser el peaje el que financie una ruta. El problema de las rutas en países como Argentina es que son muy largas y no es lo mismo calcular un negocio de inversión teniendo en cuenta el tráfico de la Ruta 9 en sus accesos a la gran metrópoli, que calcularlo para la misma ruta entre Ambargasta y Arraga. Lloverán las licitaciones para el Acceso Norte, pero el mismo camión que debe llevar mercadería desde cualquier punto cardinal, no tendrá la misma ruta sana. Es muy probable que los accesos a Buenos Aires sigan siendo del primero mundo, pero llevará un tiempo largo para lograr, como en el primer mundo, que todas las rutas sean perfectamente transitables, amplias, seguras y productivas. La idea del peaje, a no ser que su costo sea comparable con un pasaje en colectivo de larga distancia, por ahora, matemáticamente es difícil la construcción de una ruta nueva y hasta para el mantenimiento de una ya construida. Para muestra basta un botón, viejo dicho medieval, solo hay que fijarse en las actuales concesiones que de a una caen, especialmente en las rutas de poco tráfico, que son tan necesarias como las de alto tránsito, porque para que circule una ambulancia con un argentino herido o enfermo, no importa que viva en Escobar o en Alpachiri, la ruta debe estar en buen estado
Séptima realidad: Entonces la pregunta ¿Llegó la hora de la inversión privada en rutas, tendidos de vías férreas, puentes y presas hidroeléctricas? ¿Cabe hacerla en estos momentos?, ¿Las empresas involucradas sean inversionistas, constructoras, cementeros o industriales de la piedra partida, están haciendo números?, ¿Será posible?, ¿Cuánto costará un peaje?, ¿El peaje resultante, será un “impuesto” que pagarán los que utilicen la ruta? Personalmente estoy convencido que las obras se van realizar, esto lo impondrá la necesidad, ¿Las harán los inversionistas o el propio Estado? Argentina tiene posibilidades, pues las obras de infraestructura que no asoman aún, trascurren en un tiempo de un gobierno que comulga con el esquema productivo, por lo que seguramente y si se entiende la urgencia, las obras tendrán que llegar más temprano que tarde pues, no hay ejemplos en la historia de la humanidad que muestren a una gran nación sin desarrollo extraordinario en sus obras de infraestructura.
Octava realidad: No es incompatible fomentar la industria, sacarle las retenciones al agro, finalizar con el cepo, desarrollar Vaca Muerta, comenzar a producir cobre como proveedor mundial y cumplir con nuestras obligaciones de la deuda externa, si alguien no piensa en concretar las obras de infraestructura que Argentina necesita para transformarse en lo que hoy todos soñamos. No importa quien las ejecute, sea el Estado o la inversión privada, lo que si importa es que se comience lo antes posibles con la ejecución de las mismas.
DR. ALDO A. BONALUMI – PROFESOR EMÉRITO UNC- EX SECRETARIO DE MINERÍA DE CÓRDOBA