Al igual que las personas, las empresas sienten, tienen alma, y necesitan de los recursos apropiados en medio de las crisis y momentos límite para salir adelante. Incluso, si son bien liderados y administrados con destreza, es posible surgir fortalecidos de esas experiencias bisagra en lo organizacional.
Desde el ámbito de las ciencias del comportamiento humano, la resiliencia es la capacidad que tiene una persona para superar circunstancias traumáticas sumamente difíciles para adaptarse más efectivamente en situaciones de alto riesgo.
No se trata de resistir lo que desafía el momento, sino de accionar positivamente pese a las dificultades, y poder transformar esa experiencia en constructiva, para forjar un nuevo escalón de aprendizaje de vida.
CARACTERÍSTICAS DE LA RESILIENCIA
En los procesos de resiliencia organizacional se pueden aplicar estas siete características para modelar una nueva cultura que estará signada por la transformación y la flexibilidad:
1) Introspección: tener la capacidad en la empresa en su totalidad de mirar internamente, plantearse preguntas difíciles y retadoras, y responderlas honestamente para tener visiones realistas de la situación.
2) Independencia: se refiere a la capacidad de disociarse y mantener distancia emocional del problema real que se vive en la empresa, sin aislarse ni negarlo.
3) Interacción: poder establecer lazos satisfactorios en las relaciones interpersonales dentro de la organización, sabiendo que las emociones encontradas estarán siempre presentes.
4) Iniciativa: para hacerse cargo de los problemas y tener la habilidad de gestionarlos apropiadamente.
5) Creatividad: para ordenar el caos y fijar objetivos.
6) Humor: focalizar en lo importante y relativizar los aspectos tensionantes, siendo positivos en las relaciones y acciones en la empresa en época de crisis.
7) Consciencia y valores: desde la persona y la organización, utilizar estos pilares para reponerse de los desafíos.
Muchas veces, en el ámbito empresarial se dejan de lado estos componentes esenciales que permiten que las personas atraviesen mejor los desafíos del momento.
CREAR RESILIENCIA ORGANIZACIONAL
Para que surja la resiliencia en cada líder y colaboradores es necesario estimularla: no alcanza con solamente enfocarse en resolver los problemas, por cuanto lo relacional, lo vincular, es esencial para hacerlo con efectividad.
Aquí van estas recomendaciones para empresas resilientes:
No aislarse y fomentar relaciones
Los equipos aislados no generan soluciones, que es, justamente, lo que se requiere en momentos límite. Se recomienda mantener reuniones frecuentes sin abrumar, sostener un flujo constante de información y crear espacios catalizadores de las emociones. También fomentar el apoyo mutuo.
Evitar transmitir desesperanza
En momentos críticos, los líderes son observados con lupa por los colaboradores. Son precisamente ellos los que bajarán las necesidades empresariales en forma de cascada, para que cada uno asuma su parte de colaboración con el proceso. Su espíritu esperanzador es más que indispensable, ya que el desánimo se propaga muy rápidamente y entorpece el proceso virtuoso que se busca: salir adelante.
Motivar e incentivar pequeñas metas
Lejos de quedarse derrumbadas, las empresas necesitan provocar su espíritu resiliente a través de la acción, por ejemplo, encarando proyectos posibles de lograr y estableciendo pequeñas metas que se sostengan en el tiempo. En muchos casos, en mi labor propongo a los equipos de diversas áreas que sean ellos los que diseñen un plan de metas razonables para poner a consideración del resto.
Crear un ambiente apropiado
En medio de la tensión frecuentemente se olvida el factor humano y los sentimientos. Un rol decisivo del líder de cualquier empresa resiliente es saber construir un entorno que cobije, contenga y cuide a su personal. Esto se logra mediante la comunicación afectiva, un liderazgo que articule más confianza en la solución de los problemas, en estimular permanentemente, y fomentar el liderazgo colaborativo.
Establecer fases del proceso de resiliencia
Así como en los individuos, en las empresas se atraviesan varias etapas hasta descubrir el potencial oculto que es el que se activa en la resiliencia. Hay una primera fase de ataque o alerta, cuando aparece la crisis; el afrontamiento, la primera reacción que generalmente es emocional -puede ser con actitudes de negación, ira, tristeza-; la preocupación, signada por la angustia; la adaptación: donde ya, entre todos, empiezan a plantear un plan de acción; la resiliencia: cuando se encuentran los recursos internos en cada persona, y en el conjunto de los equipos, para superar la adversidad. Finalmente, se produce un impulso de avance, para capitalizar la experiencia vivida, que marca, a su vez, el inicio de una nueva etapa en la cultura de cada empresa.
DANIEL COLOMBO