A partir de un convenio firmado entre la Municipalidad de Olavarría y el departamento de Ingeniería Civil y Agrimensura de la Facultad de Ingeniería (FIO) de la Universidad Nacional del Centro de la provincia de Buenos Aires, se auditan explotaciones a cielo abierto en todo el partido bonaerense de Olavarría, para cuantificar, mediante estudios topográficos, la cantidad de material que se extrae, según informó ese municipio.
Las auditorías técnicas, realizadas a través de relevamientos fotométricos, ensayos de muestras y cubicajes, alcanzan a unas 30 canteras de la zona, comprometiendo herramientas y tecnología de última generación y el Laboratorio de Materiales de Ingeniería Civil de esa universidad, donde se procesan las muestras representativas de cada material (para establecer su peso y características) con integrantes de la carrera de Ingeniería en Agrimensura.
El estudio “es un punto de referencia histórico para establecer comparaciones a futuro sobre la explotación minera en distintos períodos y contar con un balance total y dinámico que permitirá tener disponible un panorama evolutivo de las canteras; lo que posibilitaría, además, la fiscalización de las toneladas declaradas. Esto le sirve al productor minero, que podrá controlar si lo que sacaron de la cantera es lo mismo que le figura en los papeles; podrá controlar el stock de material existente, si lo que pasa por balanza es lo registrado y qué desperdicio hay. También, por ejemplo, con este número supervisará la cantidad de explosivos gastados, considerando que lo normal es 250 gramos por tonelada”, explicó el agrimensor Carlos Melitón, docente de la carrera Ingeniería en Agrimensura de la FIO.
Para hacer el trabajo, se acordó con cada productor minero llevar adelante un relevamiento inicial. En primer lugar, indicó el docente, “para un correcto y efectivo cómputo de la extracción de minerales, es necesario conocer los estados físicos y cavas de las canteras: esto permite calcular, a través de métodos técnicos, la cantidad de piedra que se puede explotar, traducir los volúmenes en toneladas, realizar un balance económico, etc. Ese proceso se denomina cubicaje y es el método técnico para control de explotaciones mineras a cielo abierto con auditorías gráficas, de exclusiva competencia de agrimensores”.
En la práctica, “a través del cubicaje podemos hacer una medición de lo que se saca (en metros cúbicos), para después transformarlo en peso (toneladas). Para eso, también realizamos trabajos de laboratorio y, por ejemplo, calculamos cuánto pesa un metro cúbico de granito”. Por esto, señaló Melitón, “a diferencia de la ingeniería civil, durante su formación, los estudiantes de agrimensura en la FIO se nutren de nociones de cartografía, geodesia y topografía. Además, abordan el aspecto legal, pues el explotador minero paga un canon. No es dueño de la tierra, pero sí del mineral”.
Hoy, confió el docente, los materiales que se explotan en Olavarría son, en mayor medida, arcilla, granito, dolomita, caliza, “y representan el 50% de la producción bonaerense de los materiales que nutren a la industria de la construcción. De allí su importancia a nivel nacional, si incluso estudiantes de Agrimensura de la UBA vienen a hacer su experiencia en canteras locales, porque hay contenidos muy específicos que no se ven en otras universidades”.
A comienzos de 2019, la Municipalidad de Olavarría y la Facultad de Ingeniería (FIO) dependiente de la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires (UNICEN) culminaron un intenso proyecto que por entonces permitió contar con un relevamiento topográfico de los establecimientos mineros de ese partido bonaerense, a partir de estudios fotométricos, ensayos de muestras y cubicajes que cuantificaron las producciones del material mineral; en tanto que desde fines del año pasado, ambas instituciones han ampliado aquel acuerdo de cooperación, para ahora evaluar los informes de extracción de minerales.
De este modo, “si bien el estudio les sirve a los organismos estatales para llevar un control de lo realmente explotado, también le posibilita al productor hacer cateos de la existencia de material, para calcular cuántos años más de explotación hay para la piedra existente o reconstruir un cerro de 40 años atrás; además de, por ejemplo, controlar si lo que saca de la cantera es lo mismo que pasa por la balanza”, explicó el agrimensor Carlos Melitón, docente de la carrera Ingeniería en Agrimensura de la FIO.
Tal como señaló esa casa de altos estudios, “cabe aclarar que Olavarría se encuentra a la cabeza en cuanto a dispositivos y metodologías tecnológicas se refiere, ya que las especificaciones elaboradas en su momento por la FIO –que se ratifican en la ampliación del Acuerdo recientemente firmado– han buscado aplicar lo más avanzado e innovador en la materia”; en tanto que “la FIO cuenta con la carrera de Ingeniería en Agrimensura, lo que permite desarrollar este tipo de actividades tuteladas por profesionales docentes, con amplia participación de estudiantes”.
En síntesis, ¿cómo se hace este tipo de estudio? Según Melitón, “con imágenes satelitales. Pero en la precisión del satélite, un pixel de la foto representa de 50 a 60 centímetros en el terreno. Mientras que, con una estación total y drones especiales, en media hora tomamos imágenes que representan 5 centímetros. Así, hoy, esa es la diferencia que se desea corregir, para reducir a tan solo un 5% el margen de error actual”.
Incumbencias
Conforme las características geográficas de Olavarría, la carrera de Agrimensura de la FIO presenta un perfil en agronomía y, especialmente marcado, en minería, único en el país por sus contenidos; pues aborda, al mismo tiempo, los mecanismos científicos, legales, tecnológicos, cartográficos y demás aspectos, para poder hacer una correcta medición del suelo minero.
Desde hace casi una década, la Facultad de Ingeniería de la UNICEN aporta profesionales de la agrimensura, quienes fijan los límites, miden el territorio, calculan superficies, asesoran a la producción, hacen auditorías y hasta se ocupan de las normativas vigentes; aunque, como dijo la ingeniera en Agrimensura Ángela Leonetti, “empecé a trabajar en un estudio cuando cursaba la carrera y cuando terminé, comencé a hacerlo en las canteras del partido de Olavarría y de la zona, apoyando al agro y a las industrias; pero, especialmente, dedicándonos mucho a lo que es la minería”.
Leonetti es docente en la FIO, en Topografía, Catastro y Evaluaciones, y acompaña a los estudiantes a hacer las prácticas en el campo. También trabaja en la actividad privada, en un estudio de Olavarría que hace tareas de topografías de minería, obras civiles y agro. Puntualmente, para las canteras realizan relevamientos, replanteos y cubicaciones topográficas; apoyo en exploración, prospección, estudios y diseños geométricos de explotaciones a cielo abierto y cómputos de reservas mineras; con actualizaciones periódicas, controles y auditorías de avances de explotación de canteras, producción y despachos.
Junto con instrumentales topográficos de medición electrónica, a través de rayos infrarrojo o láser y receptores satelitales (GPS L1 y L2), entre otros equipos, utilizan una unidad autónoma de vuelo (UAV) o dron de ala fija modelo eBee de Sense Fly de origen suizo. En pocas palabras, dice Leonetti, “es un avión no tripulado con piloto automático y GPS, liviano y de pequeñas dimensiones, que sirve para capturar fotos aéreas de alta resolución con una cámara a bordo. Luego, las imágenes se transforman en 2D y modelos tridimensionales, digitalizando así, con detalle, grandes extensiones de terreno, logrando una cartografía de alta precisión”.
Aparte del relevamiento en canteras, gran parte de su trabajo para el sector minero se concentra en el análisis de datos, el empleo de software para el dibujo digital de planos, la fotogrametría y el cálculo de volúmenes y superficies.
“En nuestro trabajo hacemos relevamientos para proyectos de factibilidad técnica para establecimientos mineros, relevamiento para cálculo de volumen para auditorías técnicas, gráficas, topográficas; relevamiento planialtimétrico y replanteos de rampas, de mallas de voladuras, de obras civiles del establecimiento y, también, relevamiento de la planta de trituración para el ensamblaje de nuevas partes; además de relevamientos para informes mineros y de impacto ambiental”, enumeró Leonetti.
Ciertamente, es sabido que los agrimensores realizan los trabajos topográficos iniciales, elaboran la cartografía de la zona que será afectada e intervienen en la exploración inicial, la investigación geológica y hasta en asuntos relacionados a la adquisición del terreno; porque “para esta zona de la provincia de Buenos Aires donde abunda la arcilla, el granito, la caliza, la dolomita y la tosca, para cualquier emprendimiento de explotación de estos minerales es necesario conocer los límites entre el dominio público y el privado, los derechos de propiedad, así como la forma y las dimensiones del terreno a explotar, además de hacer mensuras mineras y amojonamientos”.
Es decir, concluyó la docente, con todos los estudios preliminares, los agrimensores intervienen en el diseño geométrico del yacimiento, con los límites de explotación según el mineral por obtener; calculan los volúmenes que se podrán extraer, las toneladas de reserva; y diseñan los volcaderos, los sistemas de vertidos y hasta los accesos.
Igualmente, el trabajo del profesional de la agrimensura, muchas veces, requiere de una sinergia con geólogos, ingenieros en minas y geofísicos, entre otros; porque también “hacemos planes y proyectos geométricos de explotación para canteras, para que el canterista pueda contar con stock de piedra. Así, realizamos el asesoramiento para llevar correctamente adelante la explotación y, por ejemplo, explicamos que no se utilice un solo frente de avance, sino que se consideren tres frentes (inferior, medio y superior). De esa manera, ante cualquier eventualidad, siempre va a poder disponer de mineral”.
Asimismo, consideró la profesional, “los trabajos de restauración no van a ponerse en marcha cuando se agote el yacimiento, sino, preferiblemente, se deben realizar en paralelo a la marcha del emprendimiento; pues se basan en la topografía inicial y en el diseño de la cantera y de los volcaderos, y suponen el relleno de los huecos de la explotación y el suavizado de taludes y cornisas”.
Por fin, ¿cómo está hoy el trabajo? Según explicó Leonetti, “en la zona de Olavarría se cuenta un total de 40 canteras. Esta dimensión provoca una alta demanda de profesionales de la agrimensura, y la realidad es que nos supera la demanda. No obstante, antes de la pandemia generada por la Covid-19, estuvimos haciendo estudios preliminares para algunos emprendimientos, que luego quedaron truncos: hoy no hay que perder de vista que no existe un horizonte claro a corto plazo para esos establecimientos, que dependen de la economía regional, nacional e, incluso, internacional”.