La generación eólica es una nueva visión en cuanto a su inclusión en los mercados eléctricos del mundo porque la tendencia de gran parte de su producción no dependerá de los sistemas interconectados nacionales, sino de su aplicación a poblaciones individuales en forma directa o a través de parques o granjas eólicas.
Uno de los principios básicos que ofrece la organización del mercado de electricidad es la libertad de contratación para productores, comercializadores y consumidores, perfeccionada por los desarrollos sucesivos, como en el caso de la normativa europea sobre el mercado interior de electricidad.
Esta regulación implica que muchas decisiones que antes se tomaban por la administración central, como la autorización de construcción de nuevas centrales, ahora se dejan a criterio de las empresas, sin más limitaciones de las que establece la ley para cualquier instalación industrial.
En este nuevo marco regulatorio son las compañías generadoras las que individualmente planifican la operación de sus recursos con la intención de maximizar su beneficio esperado. El objetivo de un mercado libre de estas características es incrementar la calidad del suministro, la mejora del medioambiente y hacer que los precios se autorregulen mediante la competencia.
En Dinamarca, los consumidores –tanto domésticos como industriales– han adquirido la condición de liberalizados, pudiendo elegir al suministrador. Un parque eólico construido en 2002 utiliza 80 turbinas para producir suficiente electricidad para una ciudad con una población de 150.000 personas. La inversión fue de € 43.000.000 para toda la gestión.
Las turbinas eólicas más pequeñas pueden generar energía en zonas que no tienen acceso a la electricidad. Esta energía puede utilizarse directamente o almacenarse en baterías –es interesante para la Argentina, con sus yacimientos de litio–. Se están desarrollando, además, nuevas tecnologías para el uso de la energía eólica para edificios en ciudades con alta densidad de población.
Este proyecto pudo obtener beneficios para la economía de la población a través de distintos impactos, como la generación de 500 empleos directos e indirectos durante la construcción del parque eólico, la producción de impuestos producidos por la venta de energía eléctrica en la población, el desarrollo regional derivado del alcance nacional del proyecto, los ingresos generados por la renta de terrenos privados y ejidales, y los ingresos locales producidos por la compra de insumos y servicios en la zona.
En la Argentina, las reservas de viento son muy importantes y capaces de generar tanta electricidad como la demanda actual de otras energías. Pueden instalarse turbinas eólicas no solo en las zonas costeras más ventosas, también en regiones patagónicas y montañosas, e incluso en la zona pampeana. La fuerza del viento dentro del mar es, incluso, más productiva que en tierra; por lo que se debería pensar en fomentar parques eólicos de altamar con cimentaciones en el lecho marino.
Las energías renovables alcanzaron una potencia de 2004 MW –sobre un parque instalado superior a los 2700 MW– y abastecieron un 12% del Sistema Argentino de Interconexión (SADI). La energía mensual generada en diciembre de 2019 había sido de 912,2 gigavatios-hora (Gwh) y continuó el ascenso casi ininterrumpido iniciado en mayo de 2018. Asimismo, en diciembre de 2020, las energías limpias cubrieron el 8,2% de la matriz. El promedio anual fue del 6% de participación sobre la demanda, según datos de la Compañía Administradora del Mercado Mayorista Eléctrico (Cammesa).
Por otra parte, hace un tiempo se realizó en la Argentina una subasta con un aluvión de ofertas por un total de 6366 MW de proyectos de energías renovables: eso generó grandes expectativas en aquella primera licitación. Quedaba como interrogante cuánta potencia sería adjudicada y cómo resultaría la energía distribuida, que no es más que bajarla de las grandes líneas para poder ser utilizada por las comunidades. El país no contaba con ello y hubo que repensar en la matriz de nodos.
Con este ritmo actual de incorporación de generación es hoy un tema preocupante resolver cuanto antes la distribución. Hay zonas donde irá a implantarse la eólica, pero antes deben construirse líneas para atender ese potencial por instalar y atender o rediagramar los puntos de consumo. Quizás intensificando el llamado Plan Federal de Transporte Eléctrico, del que poco se ha hecho.
Aquel plan del 2018 de instalar 600 MW cada 2 años no dejaba de ser ambicioso, ya que suponía unos 300 aerogeneradores para colocar en ese periodo, si se tiene en cuenta que en Loma Alta-Uruguay emplazar 10 MW insumió 18 meses, y que, en Puerto Madryn, los primeros 50 MW llevaron unos 20 meses. Sería oportuno conocer algo más sobre qué proyectos trata la Secretaría de Energía, dónde se instalarán y de qué dimensiones, porque queda un gran interrogante sobre las metas que se pretenden alcanzar.
COOPERATIVAS ELÉCTRICAS
Una de las características vitales en la gestión de esos emprendimientos es la intervención de cooperativas eléctricas que las integran accionistas de la propia comunidad. Consumidores de países tan diversos como Dinamarca, Bélgica, Francia, España, EE. UU. y el Reino Unido han adoptado, para estos casos, la administración por cooperativas eléctricas. Un proyecto eólico administrado de tal forma debe suministrar energía eléctrica a la población e industrias, hoy abastecidas por el Sistema Argentino de Interconexión (SADI), y vender al mercado el excedente de la producción.
¿Cómo funciona la iniciativa? Es imprescindible que la cooperativa esté conectada al SADI y que los vientos disponibles permitan una producción eólica acorde con los requisitos de la población. En esta situación, la energía consumida del Sistema Argentino de Interconexión solamente será la que resulta requerida en los picos cuando los aerogeneradores no producen la cantidad necesaria para la población.
Se puede demostrar que, en estos casos, se logran excedentes eólicos que pueden tener varios destinos: devolver al SADI la energía adquirida y consumida durante el día, amortizar las inversiones o vendérselas, o bien a poblaciones cercanas que no necesariamente estén conectadas a este sistema.
Ahora bien, ¿cómo se puede saber el tamaño a la hora de instalar un parque eólico? La decisión dependerá varios aspectos, como el costo de la inversión y rentabilidad del proyecto; el factor de cobertura de la curva de demanda de consumo; el déficit de energía que se deberá cubrir con el sistema interconectado; la energía excedente que se podrá vender al sistema interconectado o bien almacenar para cubrir los momentos en los que el consumo supera la oferta, cuando los costos de acumulación no fueron considerados para el proyecto.