Las ingenierías de valor, el benchmarking y los sistemas de gestión de activos de infraestructura son algunas de las metodologías que se aplican para obtener, valorar, analizar y aplicar dichos datos.
EL VALOR EN LOS PROYECTOS DE CONSTRUCCIÓN
El concepto de gestión del valor (Value Management) surgió de la industria manufacturera eléctrica a mediados del siglo pasado, derivando luego su aplicación a la industria de la construcción. Su objetivo es incrementar el valor de los proyectos manteniendo los costos iniciales lo más bajo posible. Cada elemento del diseño, material y proceso constructivo se analiza críticamente a fin de lograr un valor mayor. Siendo el valor un cociente entre funcionalidades y costo, este se puede incrementar no solo bajando el costo, sino aumentando las primeras. Surgida de la industria manufacturera automotriz en la misma época, y derivando luego a la construcción, la filosofía Lean también tiene como objetivo la creación de valor y considera el ciclo de vida útil de los proyectos.
Al encarar un proyecto de construcción en particular, los responsables suelen aplicar estos conceptos, ya sea desde la adhesión a alguna de estas metodologías o como buena práctica profesional en el planteo de objetivos. Los proyectos se nutren de datos de costos de ejecución y mantenimiento, así como de indicadores de prestación al usuario. Existe la posibilidad de utilizar el acumulado de datos de manera sistemática y analítica, para que estas decisiones tengan una base más sólida. El uso de estos datos es lo que permite contar con valores de referencia (benchmarks) para formar criterios de valor.
Benchmarking en la construcción
A nivel proyecto o portafolio de programas, se entiende como benchmarking a la comparación de información de costos y performance de un proyecto con información de proyectos similares. Estos indicadores de costos y desempeño se monitorean y comparan y permiten hacer estimaciones de costos iniciales, de vida útil y de desempeño con mayor confiabilidad. El proceso de benchmarking ayuda a la industria (y a los propietarios) a tomar decisiones más informadas y transparentes, tanto para nuevos proyectos como para criterios de mantenimiento y rehabilitación, reduciendo costos innecesarios y pérdida de oportunidades.
El concepto de benchmarking en un sentido más amplio consiste en establecer objetivos basados en estándares externos de otros pares para aprender, realizar cambios y conseguir mejoras en la propia organización. Como ejemplo, en empresas de la industria de la construcción, iniciativas de benchmarking se han llevado a cabo en EE. UU., Brasil, Reino Unido y Chile, mayormente como ejercicios colaborativos y en el contexto de trabajos de investigación en ciencias de la construcción. Los resultados fueron, en general, positivos. Entre la gran diversidad de indicadores a medir y comparar se encuentran, por ejemplo: satisfacción del cliente (usuario, comitente) / desviación de costos por proyecto / desviaciones en fechas de finalización / productividad / índice de accidentes/ rentabilidad / eficiencia de la mano de obra / índices de riesgo / efectividad en la planificación / índice de reejecución de trabajos en obra / performance de proveedores y subcontratistas / satisfacción del personal / entrenamiento del personal / cumplimiento de buenas prácticas.
La recopilación de información se realiza a partir de una combinación de reuniones personales (“clubes de benchmarking”) e interacción con la base de datos online. La entidad organizadora de la iniciativa actúa como una suerte de “caja de compensación”, recopilando, analizando y obteniendo información para luego ponerla a disposición de los participantes.
La comparación con estándares puede realizarse de manera interna (dentro de una misma organización), así como de manera externa. Por ejemplo, si se quisiera aplicar benchmarking a valores de rendimientos de mano de obra de un determinado rubro en construcción, puede realizarse dentro de un mismo proyecto, entre distintos proyectos de una misma empresa, presentes o pasados, entre proyectos de otras empresas del país u otras regiones. En todos los casos, surgirán correcciones según factores externos imperantes.
Uno de los tantos desafíos es la multiplicidad de factores involucrados. También se agrega la complejidad que implica la diversidad de participantes (organizaciones, contratistas) en un mismo proyecto. Algunos análisis teóricos propuestos utilizan modelos de benchmark virtuales, con modelos matemáticos que utilizan promedios ponderados o algoritmos de redes neuronales.
GESTIÓN DE INFRAESTRUCTURAS PÚBLICAS Y PRIVADAS
Una metodología con puntos de contacto con la anterior es la de Gestión de Activos de Infraestructura (Infrastructure Asset Management). Estos sistemas de gestión se enfocaron inicialmente en la infraestructura vial. En las décadas posteriores, el concepto se extendió a activos en un sentido más amplio. El concepto de estos sistemas, basados en tecnologías de la información, consiste en optimizar el uso de recursos aplicados al mantenimiento, reparación y rehabilitación, para extender lo máximo posible la vida útil de las infraestructuras, sosteniendo la performance deseada.
CASO DE GESTIÓN DE INFRAESTRUCTURA EDUCATIVA
El desafío de satisfacer las necesidades de infraestructura pública para la población con recursos presupuestarios definidos es común a muchos países. En Argentina, en el rubro de infraestructura educativa, se cuenta con información histórica y con un censo 2021-2022, enfocado en el estado de los edificios escolares a nivel nacional. Ello se aplicará como herramienta para satisfacer las demandas de infraestructura requeridas por el sistema educativo y proveerá la información para el módulo correspondiente en el Sistema Integral de Información Digital Educativa.
Aplicando las metodologías de benchmarking, podrían recabarse datos más exhaustivos, tales como costos de construcción y mantenimiento, reparación y rehabilitación, niveles de prestación, costos de operación, etc., de manera sistemática a través del tiempo. La gran riqueza de datos que genera el conjunto de activos podría ser aprovechada para decisiones futuras.
Cuando se diseñan edificios escolares con la premisa de minimizar costos de vida útil, estas decisiones se podrían tomar en función de datos mejores y más confiables, a partir de información que permita prever los costos asociados a un plan de mantenimiento sostenido, y optimizar las estrategias de inversión para prolongar la vida útil de la infraestructura y sostener los niveles de prestación requeridos.
Por CLAUDIA G. SAID (LA AUTORA ES INGENIERA CIVIL DE LA UNIVERSIDAD NAC. DE ROSARIO. MASTER OF SCIENCE IN ENGINEERING UNIVERSIDAD DE TEXTAS EE. UU.)