La Unión Obrera de la Construcción de la República Argentina (UOCRA) fue fundada en 1944 y Gerardo Martínez ejerce la máxima autoridad de la Secretaría General de ese gremio desde 1990. Así, “después de tantos años de conocernos los protagonistas de la oferta y la demanda de este sector que representa una industria de alto voltaje para el desarrollo y crecimiento de un país competitivo, hemos trazado una alianza estratégica”, señala el dirigente; pues “sin perder de vista los intereses que cada uno representa, todos tenemos por delante una tarea positiva, como transformar un terreno baldío en una obra hidroeléctrica, un nuevo polo urbano, un parque industrial y otros tantos proyectos útiles”. En conclusión, dice Martínez, “sabemos cuál es el rol protagónico que cada uno juega desde nuestra industria, para la transformación de la Argentina”.
¿Cómo es la relación con la patronal?
Sin duda, el diálogo ha sido un escenario puesto en realidad en todos estos años. A nosotros, como a los empresarios, nos tocó pasar por distintas circunstancias, conforme a los distintos avatares políticos, económicos y sociales que se dieron en la Argentina. Hoy sabemos que esta es una industria dinámica, competitiva y, con la mirada puesta en el diálogo y la concertación, somos conscientes de que si no hay empresarios no hay trabajadores, así como que si no hay trabajadores no hay empresarios.
¿La aparición del Covid-19 formó parte de ese diálogo?
Para el desarrollo del empleo en un proceso de globalización, como representante de la demanda (de empleo) me tocó ser exponente en distintas reuniones del multilateralismo (G20, OIT, etc.) y también ser parte de la discusión de un nuevo contrato social así como de la arquitectura de una nueva estructura financiera. En todos los casos, como lo han hecho mis colegas, se proponen acciones para lograr un mundo diferente. Pero ciertamente, esta pandemia no tiene precedentes.
No obstante, si bien no había experiencia este sentido, aun con el proceso que se dio desde la aparición de la pandemia del Covid-19 en adelante, no nos quedamos con los brazos cruzados; y tanto los empresarios como los trabajadores buscamos la manera de encontrar, con médicos especializados, la manera de seguir trabajando a partir de establecer márgenes razonables con distintos protocolos.
Así, como en otras oportunidades, con inteligencia, hemos ido adecuándonos a las distintas realidades, con esa dinámica propia de quienes tienen la capacidad de enfrentar nuevos emprendimientos sin descuidar la salud.
¿Pero puntualmente, por ejemplo, qué acciones emprendieron?
Por ejemplo, junto con la Cámara Argentina de la Construcción, recorrimos distintos ministerios de gobierno (de Nación y CABA), para discutir de qué manera podríamos trazar un camino sin paralizar la industria de la construcción, entendiendo que no todos los trabajadores estaban en igualdad de condiciones ante la pandemia. Y fuimos escuchados. Quizá no en un 100 por ciento. Pero sí tuvimos la oportunidad de hacer valer nuestra opinión. De hecho, fuimos el primer gremio que puso en marcha un protocolo para volver al trabajo presencial.
¿Y cómo sigue el 2022?
Se dice que estamos ya saliendo de lo peor de la pandemia, y aunque aún reina la incertidumbre, entendemos que hoy hay mejores condiciones, por la vacunación, y que podemos controlar la situación, por los conocimientos de cuidados adquiridos y la implementación de protocolos.
¿Tiene algún reclamo para hacer al gobierno nacional?
El presidente Alberto Fernández así como su Jefe de Gabinete y otros ministros tienen experiencia y nos entienden, porque saben lo que significa garantizar gobernanza y transformar las palabras en acciones concretas relacionadas a la cultura del trabajo. Asimismo, con esa visión estratégica, también entienden a los empresarios. Pero indudablemente, son muchos los temas que estamos reclamando, como por ejemplo, más viviendas.
La construcción de viviendas es un tema sumamente importante, y con mucho respeto digo: es interesante que salgan créditos, para que cada familia pueda construir su casa. Pero eso no es lo que necesitamos. No alcanza. Ante el nivel de déficit habitacional que existe, tendríamos que estar construyendo alrededor de 200 mil viviendas por año.
¿Hay alguna propuesta?
Cuando miramos los registros de años pasados y analizamos el impacto que cada Administración produjo en el sector, vemos que 75 mil viviendas es el nivel máximo de unidades construidas al año (con políticas públicas); y con objetividad planteamos que ese resultado no alcanza y que el déficit habitacional va a ser cada vez mayor. Por lo tanto, nosotros buscamos promover un plan que, en principio, tenga un papel protagónico del Estado –la Nación y las provincias con sus Institutos- para desarrollar un programa de construcción de la magnitud que corresponde.
La construcción de más viviendas, es fundamental, y creemos que tanto los trabajadores como los empresarios (del sector) estamos en condiciones de afrontar esta realidad, aunque no obstante por otro lado se habla de la necesidad de generar más cultura del trabajo…
¿Se refiere a falta de capacitación?
No solo eso. Hay muchas personas que no conocen un oficio y se les puede entrenar. Pero hay otros cientos de miles de conciudadanos que no tienen la cultura del trabajo, que no tienen la disciplina laboral, porque no consiguen trabajo y nunca tuvieron esa oportunidad. Indudablemente, tenemos que hacer docencia, con solidaridad e inclusión; porque no se puede seguir sosteniendo un país con el nivel de desocupación y pobreza que tenemos.
De todos modos, de acuerdo a nuestra experiencia, en nuestro país es dinámica la necesidad de capacitación y tanto los trabajadores como los empresarios siempre nos hemos ido adecuando a las circunstancias, como para generar algún soporte de previsibilidad; porque en la gente hay capacidad y destreza para aprender y si nos llaman, vamos a trabajar.
¿Qué prefiere, más viviendas o más obras de infraestructura?
Si me preguntan cuál es la mejor herramienta, la respuesta es: todas, porque hoy el país tiene necesidad de obras de infraestructura en todos los niveles. Así es que todas las ejecuciones, en todas las jurisdicciones, deben formar parte de un plan de desarrollo estratégico.
¿Tienen sugerencias para hacer al gobierno?
Hoy la obra pública anda bien. Hay un Observatorio de Transparencia, muchas obras en ejecución y un Ministro que trabaja en la dirección correcta, siendo además receptivo al diálogo tanto con los empresarios como con los trabajadores.
Así es que vale aclarar que cuando alguien pide un plan de desarrollo estratégico o una política de desarrollo de infraestructura, está pensando en la necesidad de que el país sea competitivo, hacia adentro y hacia fuera; en ser eficientes en el desarrollo de las condiciones de vida y con ello, también se piensa en tener contingencias, para que nada nos sorprenda.
Los argentinos podemos hacerlo, si nos ponemos de acuerdo, mientras que quienes gobiernan tienen la responsabilidad de generar la necesaria concertación política. Por ejemplo, en este sentido trabaja el Consejo de Políticas de Infraestructura del Grupo de los 6, elaborando propuestas o sugerencias, para por fin conformar políticas de estado a largo plazo.
En síntesis, para la Argentina y especialmente para los trabajadores, que somos la demanda, es muy importante contar con un plan maestro de desarrollo estratégico que nos dé cierta previsibilidad; porque los trabajadores también hablamos de sustentabilidad, más allá de las cuestiones ideológicas.
¿Puede ampliar ese concepto o dar un ejemplo?
Los sindicatos tienen objetivos trascendentes, como la protección social y los derechos laborales. Pero también deben asumir una responsabilidad social y dar un colectivo de respuestas a las necesidades del trabajador, por ejemplo involucrándose en un plan educativo que contemple el mercado laboral del país que necesitamos. En este sentido, por ejemplo, hoy por primera vez en la historia se conformó una Mesa de Trabajo tripartita para diseñar nuevas plataformas de capacitación, con la interrelación del gremio, las empresas y los ministerios de Trabajo, Educación y Producción.
Es decir, junto a la tecnología y otros avances, los términos que dieron origen a la fórmula polinómica del sindicalismo tras la Revolución Industrial, hoy han cambiado. Entonces, los gremios modernos deben ir más allá de la defensa de los derechos en los lugares de trabajo, promoviendo un nuevo contrato social. O sea, más allá de la pandemia, necesitamos bajar el nivel de incertidumbre hacia el futuro y por eso, como dije, por ejemplo, hoy demandamos mejores condiciones de habitabilidad y bajar el déficit con la construcción de más viviendas.