Con la meta de crecer como “constructores de obras de gran escala”, la firma vuelve a concentrarse en el expertise de Caputo, constructora que absorbieron en enero de 2018 y que cuenta con más de 80 años de presencia en el mercado.
Los últimos años fueron turbulentos para TGLT. La compañía quedó golpeada a partir de las decisiones de inversión tomadas entre 2017 y 2018, cuando sus accionistas proyectaron que vendría una etapa de crecimiento de la mano del real estate y de las obras de infraestructura que se ejecutarían mediante los contratos de Participación Público Privados (PPP). En ese entonces, adquirieron un terreno premium en la zona de Catalinas por USD 40,5 millones (en una subasta del Estado) y compraron la constructora de Nicolás Caputo, amigo del expresidente Mauricio Macri.
Los problemas surgieron porque, para financiar ambas operaciones, TGLT tomó deuda y emitió bonos convertibles (en acciones) por USD 150 millones. Pero, la devaluación monetaria de 2018, la desaceleración económica y la crisis política de los años siguientes hicieron que las grandes obras anunciadas no se construyeran. Así, su situación financiera comenzó a desbarrancar.
A partir de 2020 iniciaron un proceso de reestructuración, se dedicaron a resolver cuentas pendientes con sus acreedores (en enero de 2022 le vendieron al Banco Itaú su participación en el terreno de Catalinas) y elaboraron un plan estratégico para retomar la senda de crecimiento.
Para conocer más sobre el proceso atravesado por la empresa, sus proyectos y su visión del sector, El Constructor entrevistó a Alejandro Belio, CEO de la compañía, puesto al que ascendió luego de desempeñarse como director de Desarrollo y Operaciones.
¿A qué se debe la decisión de renombrar a TGLT como GCDI?
La compañía fusionada tenía la posibilidad de mantener la marca Caputo por tres años (desde su compra), así que venció el año pasado. Y la realidad es que somos una constructora sólida, reconocida, que tiene capacidad para hacer proyectos de gran escala, desafiantes y de calidad, pero teníamos la marca de una desarrolladora. Por eso decidimos cambiar la identidad marcaria. Somos 250 profesionales y técnicos, pero la mayoría viene de la constructora, así que la idea fue buscar una marca que nos representara como constructora porque estamos en un proceso, en un mercado cambiante y errático, pero que tiene oportunidades de construcción.
¿Cómo y por qué se habían fusionado con Caputo?
Los accionistas de TGLT, que en aquel entonces eran mayoritariamente fondos norteamericanos, entendían que habría un cambio de paradigma en el mercado. Proyectaban que podría haber obras de gran escala para las que se requeriría una empresa que tuviese mucha capacidad de construir, con financiamiento externo.
¿Apostaban a las PPP?
Caputo, tradicionalmente, tuvo un mix en su mayoría de obras privadas. Hemos construido hospitales, escuelas y grandes edificios. Pero cuando TGLT compró la constructora, el gobierno de Macri estaba por largar las PPP que, se suponía, serían para hacer corredores viales, autopistas y otras obras. Si bien no somos una empresa vial, iban a aparecer licitaciones de cárceles, que el país tiene un faltante, y hospitales, que son obras en las que somos competitivos porque son edificios complejos, con estándares de construcción distintos a los habituales. Entonces, podían salir edificios de gran escala y los accionistas veían la oportunidad de aportar su espalda financiera (como ventaja competitiva) y la solidez constructiva de Caputo. Pero esto desapareció en abril de 2018, cuando se disparó el valor del dólar y todos esos programas quedaron nada más que en el papel. El esquema inicial cambió porque el país cambió. La devaluación generó que esas oportunidades de negocio no se dieran. Y en los últimos años el negocio del desarrollo mermó, aunque la construcción se mantuvo y fue generando mayor volumen.
¿Cómo encararon el endeudamiento que habían tomado?
Con la venta del terreno (de Catalinas) al Banco Itaú cancelamos la mitad de la deuda que tenía la compañía y la consolidamos financieramente, dado que la otra mitad es un volumen de deuda absolutamente administrable para la constructora. Además, la hemos reestructurado con obligaciones negociables al 2026 y 2027 con tasas muy bajas, por lo que quedó en una posición muy sólida. La saneamos y la tenemos absolutamente ordenada. Creemos que es momento de crecer.
POTENCIAL DE CONSTRUCCIÓN
¿Qué tipo de obras pueden traccionar más la actividad?
Hay algunos movimientos en el mercado de la construcción que nos permiten pensar que podemos crecer más, generar volumen en obras industriales y en logística, que se incrementó mucho en los últimos años y todavía tiene mucho para desarrollar.
¿En qué otros sectores del mercado o nichos ven oportunidades?
La minería es un tema en el que nunca estuvimos. Es nuevo, pero lo estamos analizando para empezar a generar un camino, que nos conozcan y ver si podemos presupuestar. En este momento intentamos entrar a San Juan, donde hay oro, y a Jujuy, por el litio. Estamos comenzando, pero pensamos que en la minería hay un nicho de desarrollo potencial muy importante para la Argentina, así como ocurre con el campo. Después, hay otros nichos, como grandes proyectos de real estate que están (con paso muy cauto) preparándose para otros escenarios. En la actualidad estamos cotizando tres proyectos muy grandes que tienen múltiples etapas.
¿Cuáles son sus expectativas respecto al sector de la construcción?
En obras públicas solo entramos en temas muy quirúrgicos. Cuando aparece una obra muy grande, con desafíos constructivos y que tiene financiamiento asegurado por algún organismo internacional, tratamos de participar. Estamos capacitados, pero, en general, no seguimos las obras públicas, solo las analizamos cuando aparecen oportunidades. En el sector privado sí estamos atentos, tratando de entrar en negocios en los que antes no estábamos. En obras industriales siempre estuvimos y también queremos intervenir en las obras de grandes petroleras.
¿En qué aspectos aspiran a crecer?
Este año creceremos en volumen de facturación con respecto al año pasado (cuando se facturó $8000 millones) y, por supuesto, mucho más en comparación a los anteriores, que estuvieron impactados por la pandemia y por el ciclo económico. Proyectamos facturar más de $14.000 millones en 2022 y, con los volúmenes de obra que tomamos, ya estamos superando lo previsto. Si se da un contrato que esperamos cerrar este mes, entre julio y agosto ya cumpliremos con las proyecciones para todo el año. El desafío es seguir.
¿Cómo es el plan que tienen para ganar participación en el mercado? ¿No lanzarán más proyectos de desarrollo inmobiliario?
Es momento de consolidarnos en la construcción, así que desarrollamos un plan estratégico por una cantidad de años vista. Seguramente, terminaremos de dar vuelta la compañía en los márgenes de rentabilidad. Es decir, estamos cumpliendo casi todos los objetivos que nos propusimos a corto plazo. La idea es continuar en esta misma frecuencia, con esta misma velocidad y, esperamos, con el mismo éxito durante el segundo semestre. Para este año, el que viene y el otro podremos movernos y acomodarnos en un mercado cambiante, y crecer en volumen de construcción. Si en 2024 vemos que hay negocios de desarrollo interesante, trataremos de estar.
En el presente, ¿no hay negocio para el real estate?
Nosotros somos competitivos para desarrollar y para construir proyectos grandes, y no vemos que haya emprendimientos de ese tipo. Y los que hay de real estate en la ciudad están mutando. Así que vamos a focalizarnos en obtener contratos de construcción de obras de terceros. Existen algunos proyectos chicos que encontraron el nicho justo. Pero, en general, por debajo de 12.000 m2 o 14.000 m2 no agarramos obras porque cualquier empresa más pequeña resulta más competitiva. Nuestra estructura es pesada.
RECUADRO
NUEVOS CONTRATOS
Si bien GCDI nace como tal hace muy poco, a partir de TGLT y Caputo lleva ejecutadas más de 500 obras en Argentina y Uruguay. Entre los contratos logrados durante el primer semestre de 2022 está la adjudicación de la primera etapa de la ampliación del Estadio Más Monumental del club River Plate. Se prevé que esté terminado en enero de 2023. También, avanzan con dos obras industriales: la construcción de una planta que Mirgor posee en Baradero y la ampliación de un edificio de repuestos de la automotriz Toyota (planta Zárate). Y otra es la de Aeropuertos Argentina 2000, para construir la extensión de la Terminal B en el Aeropuerto de Ezeiza.
Respecto a obras que ya tenían en ejecución, destacan la construcción de un reactor nuclear en Ezeiza para el que tuvieron que elaborar un hormigón especial. Prevén finalizar el 30 de septiembre. Además, en Palermo construyen el edificio diseñado por el estudio internacional de la arquitecta Zaha Hadid, para Grupo Portland, y apuntan a expandirse en el Interior.
En cuanto a los proyectos inmobiliarios que TGLT desarrollaba, prometen seguir adelante con los que estaban en curso. Y en el exterior trabajan para UPM en la construcción del edificio de Administración “de la que será la pastera más grande del mundo”, en Paso de los Toros, Uruguay.