Con el desafío de planificar y ejecutar cronogramas proyectos y las gestiones de permisos de sus obras.
Por el Dr. Ing. Raúl Cáceres
El desarrollo de grandes proyectos de infraestructura en Argentina tiene una historia reciente muy importante para la ingeniería y las disciplinas afines. En efecto, existen trazados de miles de kilómetros de gasoductos y oleoductos que recorren el país desde lejanas zonas áridas y semiáridas hasta los grandes núcleos industriales y urbanos. Para lograr estas obras se han ejecutado estudios, relevamientos, mediciones y tareas de especialistas que implicaron miles de horas de ingeniería de diversas especialidades. Esto refleja la importancia de dicha actividad en los grandes proyectos energéticos.
Sin embargo, las tareas de la ingeniería no se reducen simplemente a ejecutar un cronograma de obra como una sucesión de actividades descritas en un plan de trabajo. Estas tareas implican un proceso continuo que comienza con los estudios de prefactibilidad, la factibilidad o ingeniería conceptual, para pasar evolutivamente a una ingeniería básica y, luego, conformar un proyecto ejecutivo con documentos aptos para construir.
Este camino lógico suele entrar en conflicto con los plazos disponibles para el lanzamiento de licitaciones de obras y la fecha prevista de puesta en marcha de la infraestructura proyectada y las urgencias propias de los actores que operan productos en mercados globales afectados por múltiples variables.
En este contexto, la ingeniería en general y la hidráulica en particular intervienen fuertemente en una de las fases del proyecto que, muchas veces, es subestimada: la gestión de permisos de obra frente a las entidades y organismos que velan por los recursos hídricos y el ambiente. Aunque se deba utilizar el término gestión, las actividades y desarrollos que requieren las presentaciones antes los organismos mencionados implican una serie de relevamientos y estudios técnicos complejos para la condición de proyecto que impone una explotación de oil y gas, y, además, en su amplia mayoría con climas y territorios con fuertes condicionamientos tanto geomorfológicos como meteorológicos.
En efecto, gran parte del territorio argentino en donde se desarrollan las explotaciones de hidrocarburos se encuentran en zonas áridas y semiáridas, con un balance anual negativo en cuanto a sus precipitaciones. Sin embargo, en estas áreas, por lo general, suceden eventos extremos con una frecuencia elevada. Esto suele poner en serias dificultades la prefactibilidad de un proyecto debiéndose proyectar obras para la protección de las instalaciones necesarias para dichas instalaciones.
Por otro lado, la accesibilidad no suele ser sencilla o directa, por lo que el monitoreo sobre la evolución morfológica de las áreas de implantación es escaso, así como el seguimiento sobre eventos pluviales que se convierten en las aparentes condiciones de diseño de las obras es prácticamente nulo.
Si bien a la fecha se dispone de un conocimiento mayor respecto al régimen de ciertos procesos pluviales y morfológicos en las cuencas áridas y semiáridas de Argentina, aún se requiere de una profundización en mediciones y calibraciones de los modelos de predicción. Por su parte, los resultados de estudios de grandes centros de investigación estatal, universitarios y todos los antecedentes de proyectos de empresas privadas siguen brindando una base de conocimiento muy importante para acompañar el desarrollo que se necesita alcanzar con los megaproyectos de oil y gas, de una manera eficiente y sostenible de vida útil del proyecto y en la fase de cierre.
Este es el caso de la cuenca de hidrocarburos no convencionales de Vaca Muerta, que ocupa las provincias de Neuquén, Río Negro, Mendoza y La Pampa. Allí ya se instalaron y se seguirán proyectando una gran cantidad de facilidades para la producción donde se pueden mencionar desde locaciones para pozos, campamentos, plantas de procesamiento de hidrocarburos, sectores industriales para el acopio y procesamiento de insumos, instalaciones para el saneamiento de los producidos resultantes de la producción, redes auxiliares de ductos (tanto para hidrocarburos como agua) hasta una red vial asociada para el traslado de insumos y personal. A esto, se le deben sumar los ductos proyectados para vincular la cuenca con los centros de consumo o despacho de los hidrocarburos.
La evolución acelerada de herramientas computacionales, equipos de relevamiento y una serie de metodologías de análisis de información han permitido agilizar los tiempos de ejecución de las primeras fases de dicha ingeniería y la gestión de los permisos hídricos y ambientales. A su vez, la disponibilidad de dichas herramientas permite un análisis de un mayor número de escenarios climáticos y variables para adquirir, así, un mejor diagnóstico y pronóstico de los impactos hídricos y ambientales para obras que tienen extensiones territoriales importantes.
A pesar de que se generen grandes volúmenes de datos con estaciones automáticas, relevados mediante técnicas aerofotogramétricas o adquiridos de bases de datos satelitales, esto no implica que se tenga en forma directa la mayor profundidad o mejor conocimiento de las respuestas esperadas en las cuencas semiáridas y sus impactos a las instalaciones o ductos de transporte de hidrocarburos. Por otro lado, la virtuosa evolución de modelos hidráulicos disponibles para cualquier usuario permite, hoy en día, obtener un resultado de fácil visualización y comprensión que sirve como supuesta condición de diseño de las instalaciones y las eventuales obras de protección o mitigación de riesgo hídrico.
Como condición adicional, se agrega el desafío de que este tipo de proyectos cuentan con plazos de ejecución muy exigentes y la falta de registros confiables que permitan una adecuada validación y calibración de estas herramientas, lo que provoca, muchas veces, que las obras “pidan” una gestión de un permiso hidráulico y ambiental en lugar de pasar por el camino de estudios completos en materia de recursos hídricos y sus impactos asociados al ambiente.
El desarrollo del país y el contexto internacional con una demanda de recursos energéticos cada vez mayor ponen en relevancia la necesidad de una mejor planificación de los recursos en general. En el caso específico de los recursos hídricos, tanto para la protección de las instalaciones proyectadas como para el aprovechamiento de estos, la planificación se torna aún más relevante para obtener soluciones tanto eficaces como eficientes. La no consideración de los aspectos hídricos en las etapas iniciales de los proyectos, generalmente llevan a mayores costos, soluciones de compromiso y, en algunas ocasiones, las obras adicionales que se deben proyectar los hacen inviables en términos económicos y financieros.
Desde Serman & Asociados se han desarrollado una gran cantidad de estudios hídricos y ambientales que permitieron suministrar información clave para las etapas denominadas gestión de permisos de importantes proyectos de infraestructura energética del país. Asimismo, se continúan implementando técnicas de medición y modelación hidráulica que permitan un mejor entendimiento de los procesos fluviales y morfológicos, de cursos de agua que parecen “dormidos”, pero que se activan con mucha energía en cada evento de precipitación. Un aspecto clave necesario para que estos desarrollos sean posibles es la constante capacitación y formación de los recursos humanos, de tal manera que los estudios y diseños no tengan operadores de herramientas y bases de datos, sino proyectistas comprometidos con la sostenibilidad de las obras a lo largo del tiempo.
El autor es Director de Ingeniería Hidráulica, SERMAN & ASOC.