Los empresarios y profesionales, ¿le prestan atención a todo lo sucedido en sus organizaciones? ¿Son conscientes del camino transitado? Tras un año y medio de pandemia, si una empresa sigue de pie es porque pudo encontrar la fuerza vital que permite seguir adelante y continuar. Entonces, ¿cómo ayuda a una compañía a desarrollar y llevar adelante una cultura organizacional resiliente?
“Se le dice navegar, princesa. Y no son solo velas y nudos. Es trazar la ruta en tu mente. Es saber dónde estás, porque sabés dónde estuviste», dice por el semidiós Maui en la película de Disney “Moana: un mar de aventuras”, cuando inician la búsqueda de Te fiti. Esta frase contiene una de las mayores enseñanzas y, sobre todo, un principio sobre la construcción del futuro. El poder mirar la historia, reconocer todos los aspectos, situaciones y hechos que han ocurrido para lograr apreciar el regalo y el aprendizaje que nos ha brindado genera la fortaleza y los recursos para reconocer el lugar dónde nos encontramos, apreciar el cómo y por qué estamos acá; y así poder diseñar y encaminarnos.
MIRAR HACIA ATRÁS
En las organizaciones, muchas veces, no se otorga un espacio para contemplar la historia; cuando llegamos a un equipo, sea como líderes o como un nuevo colaborador, no prestamos atención a qué hubo antes, quiénes estuvieron en el lugar que hoy ocupamos, qué ha sucedido o cómo se llegó a la realidad que se tiene; sino que partimos sobre el aquí y ahora ─a veces, se utiliza la consigna borrón y cuenta nueva─ y eso puede limitar el potencial o energía para avanzar a la total capacidad.
Desde una perspectiva también personal, no le prestamos atención al camino recorrido, al poder detenernos y reconocer lo que se ha transitado. Con esta pandemia todos nos hemos visto expuestos a un sinnúmero de circunstancias complejas; hoy, a más de un año y medio conviviendo con la COVID-19, la realidad nos ha hecho transformar la cotidianidad, nos obligó a tomar decisiones y a repensar acciones, debemos ser conscientes de que nadie había pasado por algo como esto, pero también tenemos que reconocer que antes de marzo del 2020 ya habían sucedido cosas complejas y cada uno de nosotros hemos superado dificultades y adversidades. Y si hoy continuamos acá, nuestra empresa sigue, podemos crear un mejor futuro.
UN FACTOR VITAL
El concepto de resiliencia, que últimamente se ha vuelto más común de escuchar, se vincula con convertirse en una necesidad a ser incorporada o desarrollada por las personas y en algo vital para afrontar la realidad y el futuro, pero también a nivel organizacional se vuelve indispensable fomentar, desarrollar e implementar procesos para generar una cultura resiliente que permita a las empresas no solo afrontar eventos tan complejos o de impacto, como una pandemia, sino también cualquier otra situación que pudiera afectar más adelante su gestión.
A la resiliencia organizacional la podemos entender como la capacidad de un sistema para afrontar una situación adversa de alto impacto, aprender de ella, transformarse y generar mayor competitividad. La primera condición para desarrollarla en una empresa nos exige mirar y contemplar nuestra historia con una mirada integral, sin juicios, con un corazón y la mente abierta para poder apreciar o reconocer todo lo que ha sucedido; el invertir tiempo para detenernos y “asentir” sobre el recorrido que ha transitado el equipo, la empresa, nuestro emprendimiento y hasta cada uno como empresario(a) o emprendedor(a) nos brinda la base justa para avanzar.
Cuando nos detenemos a analizar nuestra historia podemos determinar la existencia de eventos o situaciones que han alterado la dinámica del sistema y que podrían explicar o aclarar muchas de la realidades, comportamientos y efectos que estamos enfrentando cada día. Entonces, reconocer estas situaciones nos brindará mayor capacidad para actuar. Tomando una metáfora utilizada por Javier de Carlos Izquierdo en su artículo titulado “Los animales de las relaciones internacionales” y compilado por otros autores en lo que podemos denominarlo el Bestiario de los Entornos VUCA, nos encontramos con cuatro tipos de eventos: cisne negro, una amenaza altamente improbable, pero que puede tener efectos devastadores; elefante negro, un problema bien conocido y de importantes consecuencias que nadie quiere abordar;medusa negra, sucesos de poca importancia que, al conectarse, pueden provocar un acontecimiento a gran escala; y rinoceronte gris, una amenaza altamente probable, de gran importancia e impacto, conocida pero no afrontada.
CÓMO SUPERAR EL TRAUMA EMOCIONAL
Cuando ocurre un evento que ha generado un impacto en el sistema y puede ser de índole económica, relacional, estructural, de procesos, entre otros, que evidencia claramente una alteración en la dinámica usual de la empresa, estamos ante lo que se llama trauma organizacional. A una situación adversa –también conocida como evento disruptivo– que claramente desequilibra la realidad, debemos no solo prestarle la atención que merece, sino hacer una adecuada lectura e intervención para su abordaje. Estos eventos son tan diversos y variantes que pueden pasar en cualquier tipo de organización, pero que, de igual forma, su efecto resulta ser muy diferente dependiendo de su cultura, su historia, las personas que la experimentan y en el contexto en que se da.
En muchas ocasiones, agravando, en mayor medida, la realidad, se niega la existencia de una crisis interna o el haber experimentado un trauma organizacional, no se reconoce la presencia o que se está ante una adversidad. Lamentablemente, muchos equipos, jefaturas y hasta líderes piensan que reconocer que hay una crisis es señal de debilidad, cuando más bien representa el primer paso o la oportunidad para poder superar lo que sucede. Poder reconocerlosy hacer una adecuada lectura e intervención facilitará el deshacer los nudos sistémicos que limitan la capacidad empresarial, más que poder encasillar lo eventos que han ocurrido o se han presentado en el sistema. Mirar lo acontecido nos posibilita hacer una lectura completa y develar muchas cosas que pueden estar ocultas o que limitan nuestra percepción, también brinda una mejor posibilidad de tomar decisiones.
UNA MIRADA DIFERENTE
Napoleón Bonaparte decía: “Aquél que no conoce su historia, está condenado a repetirla”. Por eso utilizamos el término consciencia, que se refiere a la habilidad del ser humano para reconocer y percibir la realidad que lo rodea, para relacionarse con ella, reconocerse dentro de ella y reflexionar sobre ella; y no conciencia, que únicamente es el conocimiento moral de lo que está bien y lo que está mal.
Requerimos una mirada holística, integral, sistémica para una mejor comprensión, una adecuada lectura e interpretación de las dinámicas complejas, así como el desarrollo dentro de los equipos y colectivos laborales. Ahora bien, puede no ser tan sencillo entender la historia de nuestro equipo, área o la misma organización, generalmente hay secretos, cosas que nunca se hablan, nadie sabe qué pasó, pero la memoria del sistema está viva y es importante darle un lugar a lo que ha ocurrido.
No es tarea de una sola persona, se trata de un proceso que requiere de la sabiduría colectiva y de poner al servicio de la compañía esa historia para poder sanar lo que se encuentre dañado, o reconocer y recordar lo bueno que se ha alcanzado. Este proceso ayuda a encontrar la fuerza vital que permite seguir adelante y continuar.
Existe una herramienta que posibilita acompañar este viaje: el orgenograma, que ayuda a construir un mapa sobre la historia y así determinar hechos, situaciones, personas y eventos que han sucedido durante el transcurso del tiempo que han dejado huella en la organización o el sistema, y que, algunas veces, se transforman en puntos o eventos disruptivos que pueden alterar la dinámica organizacional y generar perturbaciones o alteraciones que afectan la fluidez, productividad y competitividad del negocio.
Por VLADÍMIR MARÍN DURÁN
RR. HH. │ RESILIENCIA ORGANIZACIONAL