Antes en una empresa, cuando el jefe daba una directiva, sus empleados la cumplían. O bien se preocupaban mucho por hacerlo. Antes, la gente respondía afirmativa y obedientemente al pedido del jefe. En definitiva, nada era discutible, si te pedían que hicieras algo, lo hacías. Veremos por qué eso ha cambiado en la actualidad y cómo conseguir un liderazgo exitoso.
Para entender el fenómeno actual hay que revisar un poco qué pasó en estos últimos años, no muchos, aunque los suficientes para ver que una o dos generaciones de líderes exitosos, que siguen activos y en carrera, necesariamente tienen que modificar sus formas y estilos si quieren, claro, seguir siendo exitosos.
Hoy el líder es un facilitador de la comunicación entre los miembros del equipo, un amalgamador de proyectos e intereses contrapuestos, un negociador interáreas. Es un mentor, una palanca para las charlas honestas y de corazón. Es el cuidador del buen ánimo y de la motivación de las personas a su cargo.
Las aptitudes técnicas y los conocimientos específicos sobre lo que hay que hacer ya no están entre los primeros requerimientos de un líder, y siguen bajando en el ranking de importancia… ¿Por qué?
La vida de todos fue cambiando, en forma vertiginosa, cambió y cambiará… y lo asociamos con los efectos de la tecnología de la información, los sistemas y las computadoras.
Podemos ver cómo estos fueron incursionando dentro de las empresas, transformando el proceso productivo.
Iniciamos con las PC de escritorio (stand alone: sin conexión con las otras) donde instalábamos el office y trabajábamos en forma solitaria, con el Excel, el Word y Power Point y, cuando terminábamos de hacer, tomábamos el archivo, lo bajábamos a un disco y lo llevábamos a otra área para que lo levantaran en otra computadora y siguiera su camino.
Luego pasamos a las redes, donde aparecen los sistemas integrados. Justo ahí, aparece el mail y empezamos a “integrarnos” más fácilmente, los archivos ya no viajan en un disco sino que van al servidor y de ahí se comparten.
Luego los sistemas se sofisticaron y comenzaron también a resolver los procesos y procedimientos internos. Y las empresas pasaron a gestionarse según el sistema que compraban en el mercado.
LA AUTOMATIZACIÓN
Entonces empezó el cambio de perfil en el rol del “jefe”, ya que el cumplimiento de los procedimientos, los tiempos, las responsabilidades, empezaron a ser monitoreadas y validadas por el sistema.
Y siguiendo en este camino de evolución, llegamos a nuestros días. Los sistemas pueden acomodar la producción al ritmo de las ventas, pueden dar alertas de atrasos e incumplimientos, tomar medidas correctivas en logística, verificar la productividad de cada puesto de trabajo, pronosticar y proyectar resultados, en fin… mucho. Mucho de lo que antes hacíamos “manualmente” hoy ya está automatizado o puede estarlo en la medida que se invierta en tecnología. Solo pasaron 20 años.
Entonces, el que antes era el jefe, el que dirigía, era el que “sabía”, porque necesariamente alguien tenía que conocer todo o casi todo, y tener mucha experiencia para entender cómo la empresa se movía, cuál era su capacidad de producción posible, el vaivén del mercado y un sinnúmero de cosas más. Hoy, esa habilidad ya no es imprescindible.
Por lo tanto, el liderazgo como lo entendíamos, quedó obsoleto.
¿Y la gente? ¡Claro, ahí está el otro eje! La gente cambió y es resiliente. Los jóvenes, millennials, centennials y los próximos a seguir… ya saben de esto, por lo que no necesitan que les “enseñemos” a trabajar.
Necesitan sólo entender el “por qué” y no el “cómo” hacer las tareas. Aprenden de sus pares y de Google, y sólo les interesa disponer del tiempo para obtener la información que les permita terminar el trabajo, nada más. No buscan profundidad. Sí, “¿para qué necesito hoy aprender a hacer macros en Excel si lo único que quiero es ordenar alfabéticamente y sumar los totales?”.
Con esta idea de “ahorro” de energía se mueven.
¿Y el líder? Está para facilitar que los miembros del equipo cuenten con lo necesario, que se coordinen, que tengan acceso a las herramientas y a los conocimientos que necesitan. El líder es hoy un facilitador de las interacciones, un amalgamador, un integrador, un componedor, un “refrigerante” para épocas de mucho estrés en este mecanismo orgánico que son los equipos hoy en día.
CÓMO DESARROLLAR ESTAS NUEVAS FORMAS DE LIDERAR
A este nuevo paradigma de liderazgo yo lo llamo Líder H2O que viene a responder al Líder oxidado, su modelo anterior, el cual, repito: en otros tiempos fue exitoso, dio los mejores resultados, pero que hoy ya no es viable, porque se basaba en el expertise técnico de la tarea a liderar y a una cultura de respeto irrestricto a una estructura jerárquica que ya no es funcional.
¿Cómo es el agua? Se puede presentar en tres formas: líquida, sólida y gaseosa.
Entonces el líder H2O tiene que transformarse, “migrando” alternativamente entre estos tres espacios de comportamiento:
- Líquido: haciendo que todo fluya, que circule la información, desatorando lo que está trabado en las relaciones interpersonales, otorgando flexibilidad, siendo cristalino.
- Sólido: cuando sí o sí tiene que fijar posición, por ejemplo, con los tiempos requeridos, los límites presupuestarios o bien cuando un miembro del equipo no está sumando como se esperaba o, mejor dicho, como los demás lo esperaban (sutileza: no sólo es importante lo que el líder esperaba, sino que es mucho más importante ahora lo que los compañeros esperaban de él).
- Gaseoso: tener una presencia sutil, estar sin que se note mucho. Es decir, tomar un rol de observador distante y sólo intervenir cuando es solicitado.
Aplicando esto, prefiera usar frases del tipo: “¿en qué los ayudo?”, “¿qué les hace falta?”, “¿algo los obstaculiza?”, “¿se sienten confiados en que llegan con sus compromisos”?, en vez de: “ya armé el plan y distribuí las tareas para cada uno de ustedes”, “se reúnen todos los martes a las 10hs para reportarme los avances de cada uno”, “actualicen el informe de seguimiento”, “cada uno se hace responsable de su parte”, “hagan esto de esta manera”, “envíen todo para que yo lo apruebe antes de seguir” etc., etc.
Bueno, por último, una recomendación más: relájese y esté atento a que el equipo se relacione y funcione. Confíe, pero no de una manera ingenua, confíe estableciendo los compromisos y las consecuencias y, luego, tómese un vaso de H2O observando el fluir del proyecto.
Charly Dell Aquila – (EL AUTOR ES Consultor en talento humano y Mg. en Dirección de Empresas)