La inestabilidad económica y cambiaria que atraviesa la Argentina, paradójicamente, es un incentivo para el sector. Se espera que el viento de cola siga por bastante tiempo.
En un escenario económico complejo, la actividad de la construcción atraviesa un buen momento, en parte recogiendo beneficios de algunas restricciones de la economía. Así, lo aseguró a El Constructor, Lorenzo Sigaut Gravina, director de Análisis Macroeconómico de Equilibra, un centro de estudios de reciente formación, pero en la que revistan profesionales de larga trayectoria en la plaza local.
¿Cuál es hoy el principal problema de la economía?
Hay una política económica que de acá a las elecciones va a acumular algunos desequilibrios. Eso ya lo estamos viendo, sobre todo con el tipo de cambio oficial y tarifas, que se mueven menos que la inflación, para permitir que en el segundo semestre haya una recuperación del salario real. Para que el salario le gane a la inflación el Gobierno va a apelar a las anclas cambiaria y tarifaria, y eso siempre acumula un poco de atraso, que después es más difícil de resolver.
¿Qué pasará con la economía de acá a las elecciones?
La primera dicotomía es que, en estos meses, vamos a tener una política más expansiva, pero cuando uno quiere ver en perspectiva, la pregunta es: ¿qué viene después de las elecciones? Está muy claro cómo llegaremos hasta ellas. De hecho, con el Club de París se ha logrado acordar un pago mínimo, evitar el default y posponer para fin del verano que viene un arreglo por esa deuda, que serán alrededor de USD 2000 millones. Pero no hay una previsibilidad o certeza sobre lo que se aproxima, se acumulan desequilibrios con el tipo de cambio y las tarifas, habrá que hacer una corrección de esos precios.
¿La clave, entonces, es la inflación?
La inflación probablemente vuelva a acelerarse. Podemos patear todo para después de las elecciones, pero los problemas seguirán pendientes. Todavía no reestructuramos la deuda con el Fondo Monetario, acaba de avanzarse con el Club de París. Esta es la falta de previsión de saber qué sigue después de las elecciones.
¿Qué magnitud de devaluación puede tener el peso postelecciones?
No se sabe. Lo que sí sé es que el tipo de cambio no puede deslizarse por debajo de la inflación, como viene ocurriendo y pasará de acá a las elecciones. En mayo subió un 1,3% el tipo de cambio oficial y la inflación un 3,3%, una diferencia significativa. Algo parecido ocurrió en abril, con una depreciación de más del 2% y una inflación de más del 4%. No puede seguir así, diría que después de las elecciones el tipo de cambio tiene que moverse igual o más que la inflación local. Partimos de un tipo de cambio más o menos de equilibrio, y en estos meses puede acumularse un 5% o un 10% de atraso, pero no es una magnitud que uno diga que debe haber una corrección muy importante.
O sea, que no es preocupante.
Está casi en equilibrio y se va a atrasar 5 o 10 puntos de acá a fin de año. Pero está claro que no se puede seguir deslizando el tipo de cambio por debajo de la inflación. Ahora, si sueltan un poco el tipo de cambio y aumentan las tarifas, probablemente haya un poco más de inflación. Esto va a tener impacto en el consumo porque, seguramente, los salarios no van a subir tanto. Hay incertidumbre porque, además, ya el año que viene habrá que empezar a pagar fuerte, en marzo se le debe abonar al FMI más de USD 5000 millones y, entonces, hay que acordar, dar previsibilidad.
¿Se perdió una oportunidad de cerrar con el Fondo a principios de año?
Parecía que este era el año para terminar de reestructurar la deuda con los organismos. En septiembre de 2020 cerramos con los acreedores privados, se suponía que para septiembre de este año íbamos a tener el Fondo Monetario y el Club de París, pero bueno…
El Gobierno busca frenar la inflación con controles de precios y cierre de exportaciones. ¿Qué se puede esperar en ese sentido?
Tal vez haya un segundo semestre de menos inflación, pero después va a haber que salir de esa política de atrasar tarifas y tipo de cambio. Obviamente, puede ser un approach gradual.
¿Hace falta un plan antiinflacionario integral?
Hay un problema. Para hacer un plan antiinflacionario clásico no se puede arrancar con atraso cambio y tarifario, porque una de las anclas que se usa para frenar la inflación es el tipo de cambio. Si se arranca el plan con atraso, eso complica. En materia tarifaria, el atraso es incluso más significativo. La última vez que se corrigieron bastante las tarifas fue en el 2018, con una aceleración muy fuerte de la inflación.
El Gobierno busca contener la inflación con control de precios en alimentos y, también, insumos de la construcción. ¿Puede haber faltante por los controles y frenar el impulso que hoy tiene esta industria?
La construcción tuvo una recuperación muy fuerte, pasó de las obras cerradas por la cuarentena, en marzo del año pasado, a abrirse. Además, a medida que se iban abriendo las obras hubo una demanda muy fuerte, estimulada por la brecha cambiaria que se agrandó mucho y muchas familias optaron por usar parte de sus ahorros para refacciones o viviendas. Esto porque, con una brecha grande, uno ve que el costo de construcción en dólares se achica mucho. Hubo un embudo con fuerte demanda y, obviamente, ante eso, los insumos de la construcción se fueron un poco al “celeste”, se tiñeron del dólar blue, sin considerar la cotización oficial, si no más cerca de las paralelas.
¿Hay incentivos económicos para construir?
Un aliciente adicional y estructural de la construcción es que, en una economía con cepo cambiario y con cierta represión financiera (salvo un plazo fijo en CER nada garantiza ni siquiera cubrir la inflación), es una forma de dolarizar activos, como lo vimos también en el período 2012-2015. Todo esto generó un boom que llegó por encima de los niveles de producción pre crisis. En la primavera-verano se dio un auge, que se tradujo en un boom de ventas de materiales, con una oferta que no estaba tan ágil. Siempre se pueden sentar sobre la mercadería, y es un poco lo que pasó. Vimos costos de la construcción que se tiñeron de algo más parecido al celeste, con una suba por encima de lo que estaba el dólar oficial.