Entrevista al arquitecto Emilio Rivoira, nuevo presidente del Consejo Profesional de Arquitectura y Urbanismo (CPAU), en la que destacó que tienen un “cauto optimismo” por el repunte de la actividad de la construcción que se prevé para este año pero advierte que notan un “relajo en el cumplimiento de los protocolos” en las obras.
¿Cómo vivieron el impacto de la pandemia en su actividad?
El 2020 tuvo el stress de descubrir este fenómeno y tener que adaptarse, lo que generó un natural cimbronazo. En lo particular, las preocupaciones de fondo del CPAU son las condiciones y la calidad del trabajo de los arquitectos y las arquitectas que trabajan de esto en las distintas áreas.
Pero antes de la pandemia ya había una serie de conflictos que estaban presentes, veníamos de un momento económico complejo y que ya había afectado al sector. Aunque se complicó más con todo esto y hubo que adaptarse: los que trabajábamos en lugares cerrados tuvimos que mudarnos a la virtualidad mientras que los que estaban en obra tuvieron que pasar a una situación imprevista por el impacto de la distancia social y los protocolos.
En concreto, 2020 fue un año difícil y creo que lo único bueno fue que nos pudo preparar un poco mejor para 2021, que sigue siendo complejo. Hemos empezado a entender esta nueva forma de trabajo y la virtualidad también tiene cosas positivas: nos permitió descubrir el encanto de interactuar de maneras más ágiles.
¿Cómo evalúan la efectividad de la implementación de los protocolos en las obras para evitar contagios?
Los protocolos han sido serios y exigentemente planteados por todas las instituciones que hemos intervenido en su creación. Se hizo un esfuerzo muy grande por comprenderlos y adaptarlos.
Pero, una de las cosas que recientemente vemos con alarma y que expertos en Seguridad e Higiene nos lo han transmitido es que desde el comienzo del verano hubo una inflexión y se vio un relajo en los protocolos en la construcción. Empezó a haber menor cumplimiento. Sucede que la gente se hastía, esto es un fenómeno social que alcanza también a la obra y les debe ocurrir lo mismo a los que dentro de ella tienen que controlar los protocolos.
Esto nos preocupa un poco porque se avizora una gran vocación, ansiedad y optimismo por el mejoramiento de la situación de la producción y de la construcción –de hecho ya hay movimientos positivos- pero surge el temor de que esta curva en alza se cruce con un crecimiento en los contagios o con una merma en el cumplimiento de los protocolos.
EXPECTATIVA DE RECUPERACIÓN
¿Cómo prevén que será el nivel de actividad en 2021?
Del 2020 al 2021 hay indicadores positivos. Además, está la ley de incentivos (aprobado por el Congreso de la Nación a fines de febrero) que es interesante lo que propone en relación a Bienes Personales, al impuesto a las Ganancias y a la Transferencia de Inmuebles. Es una herramienta con posibilidades que la construcción está estudiando y analizando. Creo que será muy importante.
En la opinión de los economistas que consultamos la ley es buena, factible y realista pero el asunto será cuáles son las condiciones para que se aplique. Si se junta el optimismo del sector con los beneficios de esta ley,será positivo. Pero también se hace difícil responder sin saber en qué situación estaremos en abril, mayo o junio en cuanto al marco económico y sanitario.
En lo que hace a los arquitectos y arquitectas en particular, esto aumenta nuestra posibilidad de trabajo. Hay una tendencia optimista, una especie de sensación que se empieza a intuir cuando comienza la curva de salida de una crisis, aunque a veces uno no sabe si es la realidad o el optimismo que empieza a poner una sensación social en la calle de que la cosa va mejor. En este momento se percibe como que hay un mayor movimiento en la construcción y por lo tanto esto llega a la actividad profesional. Suenan los teléfonos.
También es cierto que después de “parates” tan grandes, empieza a suceder algo y suena a que está todo mejor pero la situación económica sigue siendo compleja.
En síntesis, realmente hacer una anticipación de 2021 es muy complicado porque hemos tenido otras crisis económico-sociales pero, cuando a esto se le cruza también una crisis sanitaria, es impredecible.
¿Cómo evolucionan sus indicadores?
Desde el CPAU, un testigo de la evolución de la actividad es la cantidad de encomiendas de obra que se tienen por año. En un año que no sería floreciente, con una economía relativamente como la de 2018 (testigo promedio de encomiendas), había 5.000. En 2019 –año electoral, afectado más a conflictividades y con incertidumbre económica- bajaron a 3.800 encomiendas. En tanto, en 2020 con la pandemia, gracias a que subió un poco la actividad hacia fin de año, terminó con 3.000.
Con esos antecedentes, haciendo las proyecciones para el próximo año, creemos que no serán más de 3.500las encomiendas de obra. Preferimos tener un optimismo cauto porque la coyuntura económica es incierta, es un año de elecciones legislativas con turbulencias que impactan, bajan los humores y, además, el misterioso virus chino sigue.
AGENDA DE TRABAJO
El 4 de febrero entraron en vigencia los cambios introducidos en el Código Urbanístico (CUr), que había sido aprobado a fines de 2018. ¿Qué opina al respecto?
Es un tema muy importante. Como si hubiese sido poco, a los problemas económicos ya la aparición de la pandemia, se sumaba que en 2018la Ciudad había decidido cambiar el CUr, si bien todo cambio de código en cualquier ciudad del mundo siempre genera un cimbronazo.
El transcurso de 2019 fue de mucha incertidumbre y de altibajos en la relación de trabajo entre el Consejo, las otras entidades profesionales y el Ejecutivo municipal. Entre 2019 y 2020 se plantea no discutir más el código porque ya está instalado y es ley pero ese código morfológico tenía una enorme dificultad de interpretación. Por suerte, entre 2018 y 2020 el Ejecutivo municipal entendió que tenía que hacer ajustes y esas modificaciones son las que están vigentes desde el 4 de febrero.
Cabe destacar positivamente que existe un canal no solo de diálogo sino de interacción de trabajo con agenda semanal programada conjunta entre el CPAU –junto con otras entidades- y el equipo técnico de la Secretaría de Desarrollo Urbano de la ciudad de Buenos Aires. Esto para nada quiere decir que pensemos siempre lo mismo pero no es igual debatir en un ámbito de discusión que quejarse puertas afuera.
¿Cómo impactará el CUr vigente en el desarrollo de la ciudad a futuro?
El principal impacto que tiene en la ciudad y en el trabajo de los arquitectos es que da un mayor grado de certidumbre y de interpretación a la versión de 2018. Hay precisiones sobre temas conflictivos que vuelven a ser tomadas con las últimas modificaciones y se mejoró mucho. Eso es positivo porque lo único que le interesa al arquitecto que se sienta arriba de un proyecto es tener lo más claro posible qué le dirá la Municipalidad cuando presente todo.
¿Hay otras cuestiones en debate sobre las que trabajan con el Gobierno porteño?
Además de éste, hay otros cuatro temas en danza con el Ejecutivo Municipal sobre los que seguimos trabajando. El segundo, comprende los ajustes en el Código de Edificación. Respecto a esto el 10 de marzo habrá una primera audiencia pública. Nosotros encontramos algunas cosas preocupantes que plantearemos, como ser en particular las normas de habitabilidad que –más en pie de una pandemia- siguen con estándares un poco mínimos, con falta de flexibilidad. La Municipalidad tiene una buena actitud de escuchar pero hay que ver cómo se materializa.
¿Cuáles son los otros temas?
El tercero que apareció es el de los convenios urbanísticos porque el Ejecutivo municipal tiene que también acompañar instancias que permitan la reactivación del sector. El objetivo es que -para determinados casos particulares en los que es muy posible que el rigor de la normativa reglamentaria quede corto- pueda proponerse alguna situación de modificatoria de la norma para aplicar en un predio o una manzana determinada. Entonces hay que establecer una mecánica de toma y daca entre el ente de aplicación y el privado que quiere hacer algo distinto a lo que la norma plantea. Puede ser una prestación económica o de afectación en el espacio público o algo más.
El convenio urbanístico es una manera racional de evitar la excepción, si bien es una herramienta muy potente y fuerte. Esa posibilidad de un cambio normativo es peligroso y además siempre puede generar suspicacias con lo cual nos interesa transmitir un poco más nuestra opinión y preocupación en situaciones puntuales. Hay precauciones que se pueden tomar para acotar esta herramienta.
También otro tema en conversación que saca ahora el Ejecutivo municipal es el de la regularización de obras fuera de permiso. Se entiende que será un blanqueo de las obras fuera de regularización que puede ser una estrategia pensable por el Gobierno porque facilita la finalización de obras y la regularización de trámites que estuvieron fuera de reglamentación. Pero lo mismo: es una herramienta buena aunque hay que hacerla tomando una serie de recaudos por lo que también nos interesa acercar nuestra preocupación sobre algunos puntos. No estamos en contra de la situación sino que queremos ver cómo poder regularizarlas de la mejor manera posible. Es otro elemento que tiene virtudes y riesgos.
¿Cuál es el quinto tema a discutir?
Hace tiempo que ya tenemos en marcha la actualización del Plan Urbano Ambiental. Por este tema también tenemos una agenda semanal de trabajo junto con otras entidades y el Ejecutivo municipal.
LA CIUDAD DEL FUTURO
¿Cree que puede modificarse el desarrollo urbano a futuro por la pandemia? ¿Qué coletazos quedarán? ¿Habrá muchas oficinas en desuso, se transformará la movilidad urbana o continuará la fuga residencial de CABA hacia GBA?
Creo que tiene un poco que ver con todos esos puntos que usted menciona. Particularmente diría que el recambio de usos en el casco céntrico será muy fuerte, entendemos que además debería estar el Código de Edificación nuevo con cambios sustanciales en la habitabilidad de las nuevas construcciones.
Me parece que el grado de sensibilidad en el uso de los espacios públicos, de la prestación, la conciencia y de su necesidad son cuestiones que llegaron para quedarse. También así la movilidad y el retorno de normas higiénicas parecidas a las de principios del siglo XX, cuando el Higienismo modificó muchas pautas de la Arquitectura.
Habrá cambios de conducta y lo físico se va a trasladar al espacio público. Además, uno empieza a pensar los espacios de oficinas con mayor amplitud y con más importancia al espacio libre. Creo que se producirán modificaciones en la arquitectura de las cosas, en la intensidad y calidad de uso del espacio público y en el transporte. Se avizoran cosas importantes.
Pienso que es importantísimo que se pueda reconocer, relevar y entender lo que está pasando en las franjas de trabajo y en las formas de vida que estaban establecidas.
¿Tienen algún trabajo hecho sobre estos temas?
Algo importantísimo que empezamos a trabajar y que tiene mucho futuro es la rehabilitación de edificios en desuso. Hace unos años un equipo del CPAU tomó el desarrollo de una metodología de trabajo de registro, ubicación georeferenciada, mapeo y fichaje de edificaciones en desuso. Era exclusivamente con fines de registro, no para pensar qué se podía hacer con eso. Pero, hace unos meses charlamos de esto con la Municipalidad y tuvieron mucho interés en el tema.
Ese muestreo del CPAU se hizo en el área céntrica donde la cantidad de estructuras abandonadas es grande. Esto tiene que estar acompañado de un modelo de gestión y de alternativas financieras y económicas importante.
Realmente creemos que recuperar edificios en desuso, vacantes, abandonados o en distintos grados de regularización legal es una herramienta a futuro muy importante en términos de sustentabilidad. Son edificios en los cuales ya hubo una inversión de energía enorme para construirlos y todo ese gasto energético está abandonado. Habría que de alguna manera encontrar la forma. Es un tema muy grande en una ciudad como Buenos Aires.
INSTITUCIONAL
Asumió en diciembre como presidente del CPAU, ¿qué mensaje les daría a los arquitectos?
En representación del Consejo, les diría a los matriculados que traten de utilizar lo más posible las herramientas de seguimiento y comunicación con nuestra institución. Para nosotros es necesario más que nunca saber el estado de situación de las distintas facetas del trabajo de la arquitectura.
¿Qué acciones se propone la actual gestión del Consejo?
Entre las líneas que queremos llevar adelante con mucha energía está todo el paquete de seguimiento conjunto con la Municipalidad respecto a la incertidumbre de los códigos así que hay que seguir trabajando activamente en eso.
Otra cosa que es muy importante y que nos preocupa son las condiciones laborales de la matrícula. Por ello queremos lanzar la actualización del relevamiento del ejercicio profesional o enfocarlo de una manera distinta a la habitual para que sea realista. Nos interesa mejorar el relevamiento de la matrícula joven para ver cuál es su situación en un momento tan particular como éste. Eso ya lo estamos organizando para encararlo y hacer llegar los resultados.
Nos parece que es el momento de hacer un corte y mirar qué le está pasando a la matrícula como para poner un termómetro.
Además, queremos profundizar en una rama no tan difundida de la actividad que es la de la arquitectura para el bien común. Adentro del CPAU estamos armando con mucha fuerza un grupo de trabajo que se dedique a registrar, relevar y tratar de intervenir en esta forma de trabajo en la que muchos arquitectos y arquitectas se desempeñan pero que no tiene demasiada vidriera porque lo hacen con agrupaciones vecinales, entidades intermedias y con organismos no gubernamentales, en contacto muy directo con los ciudadanos en situación de mayor fragilidad.
Me parece que tienen que tener un estado de reconocimiento y vigencia más que nunca. Concretamente estamos queriendo que el Manual del Ejercicio Profesional tenga un capítulo dedicado al trabajo en estas condiciones, que hoy en día son muy inseguras porque no tienen marco contractual claro. Pasa más por la voluntad que por el control profesional.
También haremos un seguimiento permanente de la situación de pandemia y pospandemia.