Pertenecer a la industria de la construcción está en el ADN de la familia Pizone-Piatti, y todo comenzó con la pasión y profunda vocación de quienes llegaron al país a “construir sueños”, pero sin imaginar cuántos grandes y valiosos proyectos nacionales iban a hacer realidad.
“Mi abuelo construyó el Palacio Barolo inaugurado en 1923.Él era un italiano que nació en Vietri Sul Mare, un pueblito al lado de Salerno, en 1862 y llegó a Argentina en 1906, ya siendo ingeniero y casado con mi abuela, una catalana con quien se embarcaron para venirse juntos”, así arranca su relato José Pizone, Vicepresidente de Cantera Piatti S.A., con la precisión de quien valora cada detalle de su historia familiar, una historia que fue investigando con minuciosidad, para relevar cada paso que su abuelo conquistó en un país ajeno en el que no conocía a nadie, pero en el que supo darlo todo.
Giusseppe Genaro Caetano Pizone (en Argentina conocido como José Pizone) llegó a trabajar como ingeniero ya acreditado en Italia y lideró algunas de las obras más importantes de nuestro país. El Palacio Barolo, que hoy es un importante edificio de oficinas, comenzó a construirse en 1919 y se inaugura el 7 de julio de 1923. “Entre sus particularidades están sus 100 metros de altura, que lo convirtió en el edificio más alto de todo Latinoamérica en ese momento. Además, fue la primera obra en Argentina con hormigón armado. En su estructura se utilizaron 650 mil kilos de acero y 3 millones de ladrillos, además de las estructuras en mármol, que son todas italianas”, remarca Pizone y comenta que aún hoy atesora un aparato que su abuelo trajo de Italia para medir cálculos de estructura de hormigón. Cuenta Pizone que el arquitecto de esta obra, Mario Palanti, era fanático de Dante Alighieri y por eso hizo que el edificio reflejara, de alguna manera, a la Divina Comedia, creando 3 alas bien diferentes: el infierno, el purgatorio y el cielo. “Además de ser Ingeniero Civil, mi abuelo tenía otro título relacionado a la higiene y al ambiente. Era un personaje bastante inquieto y con muchas ganas de desarrollar cosas. Vino a la Argentina siendo muy exitoso, quizás por desafiarse un poco más”, comparte.
Entre otras de las tantas obras en las que José Pizone dejó su huella, está también el Hotel Castera, ubicado en Av. de Mayo al 1100, que fue inaugurado en 1929 y fue el hotel más importante de aquella época, por el que pasaron personalidades de todo el mundo; y el Teatro Grand Splendid, inaugurado en 1919, hoy imponente librería ubicada en sobre Av. Santa Fe. “El teatro tenía departamentos arriba y una cúpula impresionante. Hoy está considerada la librería más linda del mundo por el National Geofraphic”, resalta Pizone y avanza con su relato: “con los años mi abuelo se asoció con Luis Falcone, una arquitecto con el cual construye lo que es el Palacio legislativo de Buenos Aires, inaugurado en 1931. Cuando falleció, mi abuelo dejó en total 30 grandes obras que estaban en plena construcción y lamentablemente no tengo todas registradas, fue un gran trabajo relevar todo lo que pude sobre él y de toda esa época”.
PASIÓN QUE TRASCIENDE GENERACIONES
Vicente Tomás Pizone representa la segunda generación argentina de esta familia que siguió escalando en el sector de la construcción, incursionando en diferentes sectores y eslabones de la industria. “Mi padre se recibe de ingeniero con mi abuelo ya fallecido, y se sumó a la empresa familiar asociándose a Luis Falcone. Esa empresa también hizo obras importantes como el edificio de la Caja de Ahorro, ubicado en la Plaza del Congreso, construido en 1942 y el primero dirigido por mi padre. También el Edificio Libertad, que comenzó a construirse en 1951 y se inauguró en 1960. Primero fue hospital naval, luego hotel, luego Secretaría de Marina, donde se encuentra incluso la Capilla Stela Maris, que es la iglesia de la marina”, detalla José Pizone.
Vicente Tomás también lideró la obra de la Municipalidad de Mar del Plata, edificios de Comando en Neuquén, la red de gas de La Plata, varias obras más de Gas y Obras Sanitarias en aquel entonces, además de algunos proyectos de viviendas privadas.
Hasta que llegó el momento del ingreso en este mundo laboral de la tercera generación de la familia, de la mano de José Pizone: “me tocó a mí seguir en el negocio, y al casarme con María Inés Piatti, mi mujer, ella me acopló a su historia familiar y empresaria y pasé a ser parte de la actividad de esta empresa fundada en 1886, proveedora de piedras para la construcción. Gran parte de los adoquinas de Buenos aires, cordones y demás fueron provistos desde Olavarría por Cantera Piatti”, resume Pizone. La empresa, productora de áridos para la construcción, se caracteriza por abastecer de piedra partida a los proyectos de caminos y rutas.
Cuando la construcción es una pasión, se transforma en algo que trasciende: edificios que tienen historia, que siguen vigentes y que han sido declarados, en muchos casos, monumentos nacionales, son más que construcciones, son obras emblemáticas y por eso debemos conservarlas.
¿Se dedicaría en la actualidad a este tipo de obras?
J.P: Yo desarrollé algunos barrios cerrados pero en general en mi caso con mi familia siempre estuvimos asociados en Piatii, y nos enfocamos en ser líderes en todas las tecnologías más modernas del mundo para proveer materiales para las obras. Nunca quisimos incursionar en obras porque es un planteo diferente y muy complejo hoy en día. El sector nuestro depende muchísimo de la obra pública y de sus vaivenes, por lo tanto como empresa vivimos en una parábola continua, las influencias e incidencias del mercado son enormes. Hoy somos líderes en lo que respecta a la construcción de rutas y autopistas. El 60% de nuestros productos se colocan entre Buenos Aires y Córdoba, porque tiene una incidencia enorme para el sector el tema del flete, que suele ser más caro que el material mismo, y es lo que acota mucho la posibilidad de incursionar en otras zonas. Argentina es un país mal desarrollado, demasiado concentrado y acotados, entonces cuando hay que construir en lugares más alejados, la producción de material se complica.
¿Cuáles son los principales desafíos de su empresa en la actualidad?
Nosotros trabajamos mucho sobre lo que son caminos rurales, que genera una interconexión bárbara, porque en Argentina todo lo que es la Pampa Húmeda abarca 400 mil km de caminos rurales (200 mil de ellos pertenecientes a la provincia de Buenos Aires). Y sabemos que la mejora de esos caminos hace posible la conectividad de pueblos hoy aislados, de chicos que no pueden ir a la escuela, o de gente que no puede ir a una sala de primeros auxilios porque no tiene cómo llegar. Hoy todavía no vemos claro cuál va a ser la salida a la pandemia desde el punto de vista de la obra pública, y estamos muy preocupados por el sostenimiento de la gente, porque es difícil cuando las empresas no pueden genera rentabilidad. Sufren las empresas y los empleados. La salida pasa por el trabajo. Hay que genera inversiones, analizar estructuras laborales, y sabemos que las empresas no van a ser las mismas en el futuro, como tampoco las relaciones laborales y las intersindicales. Necesitamos tener más imaginación para genera espacios nuevos que sean útiles para el país. La pandemia aceleró un proceso que iba a producirse inevitablemente y que de golpe nos obliga a adaptarnos. La salida se logrará con cambios estructurales profundos.