El acelerado ritmo con el que se dan los cambios tecnológicos y estratégicos nos exige mantenernos actualizados si queremos entender al mundo que nos rodea. Cómo debemos prepararnos para ser capaces de seguir el ritmo vertiginoso de desarrollo de la sociedad y qué habilidades tenemos que adquirir para ser un aprendiz constante.
A medida que las computadoras, los sistemas de inteligencia artificial, los robots y otras máquinas se vuelven cada vez más inteligentes y competentes, los seres humanos debemos hacer lo mismo, prepararnos y perfeccionarnos para ser capaces de mantener el ritmo vertiginoso de desarrollo de la sociedad. El aprendizaje continuo nos ayuda no solo a mejorar como profesionales, sino también como personas, poco a poco y día a día. Es por ello que debemos esforzarnos por convertirnos en aprendices de por vida.
Las personas que están en constante búsqueda de conocimiento cuentan con herramientas integrales –desde liderazgo hasta una visión innovadora– que los hacen invaluables en el campo que elijan desarrollarse. Además, pueden prosperar más rápido en esta nueva economía global, cada vez más flexible y dinámica.
Los aprendices perseverantes se inventan y reinventan a sí mismos frente a los retos que plantea la inmediatez y, a partir de ahí, crean nuevas oportunidades. De esta manera, garantizan su capacidad de seguir proporcionando beneficios para su posición actual o les permite posicionarse como un activo valioso, si tienen que buscar un nuevo trabajo.
LOS ATRIBUTOS PARA TENER EN CUENTA
Las cualidades más evidentes de los aprendices constantes son el optimismo y la perseverancia. Desde esta visión, reconocen la importancia del crecimiento y el desarrollo personal, nunca se conforman con lo que saben actualmente y siempre buscan adquirir nuevos y actualizados conocimientos. Y… ¿cómo lo hacen?
Leen a diario: siempre tienen un libro, un artículo, una página que analizar. La lectura les abre nuevos horizontes, entrena sus cerebros y despierta su creatividad. Es su mejor herramienta para solucionar los dilemas.
Asisten a varios cursos –ya sean en línea o presenciales–: porque, además de proporcionarles conocimientos, les permiten conectarse con personas inteligentes, de ideas afines y aprender de ellas. Reconocen que una mentalidad abierta conjugada con todas las oportunidades educativas existentes, no podrá dar otro resultado que un futuro alineado con las demandas actuales.
Buscan activamente oportunidades para crecer: les gusta investigar, conocer, estar activos, en lugar de dormir o ver televisión sin ningún propósito. Consideran el tiempo muy valioso como para desperdiciarlo.
Cuidan de su salud: saben que una mente dinámica combinada con un cuerpo sano es el mejor activo que pueden tener.
Tienen diversas pasiones: saben que es bueno poseer una destreza, pero es mucho mejor tener y saber combinar múltiples aptitudes porque les permiten actuar de manera más inteligente, resolver problemas con menor esfuerzo y conseguir resultados extraordinarios.
Siempre tienen desafíos vigentes y metas específicas: aman los retos y las metas difíciles no les asustan, más bien los mantienen motivados y comprometidos.
Se adaptan fácilmente al cambio: comprenden que en este puede estar la solución de los problemas con resultados positivos. Por esto mantienen la mente abierta y agradecen cuando llega.
Creen que nunca es demasiado tarde: que la edad no es obstáculo para aprender y tener éxito, sino únicamente una excusa para no salir de la zona de confort.
Mantienen una actitud positiva y contagiosa: transmiten seguridad y comparten su pasión por el crecimiento constante.
No se quedan quietos en su zona de confort: saben que salir de ella, sin importar el resultado –éxito o el fracaso–, siempre les proveerá un nuevo aprendizaje.
Son inconformistas: aprecian lo que ya saben, pero no es una buena razón para detenerse. Aseguran que si perdés la capacidad de asombro y dejás de lado el aprendizaje, perdés el mayor privilegio que tenemos los humanos: la posibilidad de un desarrollo intelectual sin fin.
APRENDIZAJE PERMANENTE: ¿TODO UN RETO?
Como vemos, el aprendizaje continuo no es un proceso complejo, es más una cuestión interna, personal, de deseo y de apertura a nuevas experiencias. Establecer pequeñas metas para conocer algo nuevo cada semana puede ser un gran inicio para convertirnos en aprendices de por vida. Obtener información y desarrollar conocimientos nos hará convertirnos en personas más completas, atractivas e interesantes.
El aprendizaje permanente es ahora más importante que nunca. Las circunstancias han cambiado considerablemente el mercado laboral durante la última década y, más aún, a través de la pandemia. El contundente avance de la digitalización y la globalización conducen a una flexibilidad extrema a la hora de contratar nuevos talentos. Por ejemplo, el trabajo con base en proyectos específicos requiere, muchas veces, de personal autónomo, que trabaje a tiempo parcial y que cumpla con habilidades específicas, más allá de los títulos oficiales.
Por otro lado, hoy en día, un dominio específico no puede competir con una experiencia amplia y adaptable. Dominar una sola habilidad o ser maestro en un tema no garantizará el empleo a largo plazo. La vida útil de las habilidades se reduce año tras año. Si dejamos de aprender después de adquirir una habilidad o un conocimiento específico, es probable que pronto nos volvamos obsoletos como fuerza laboral.
Como nos damos cuenta, los programas de formación y entrenamiento que se centran, en gran medida, en compartir conocimientos existentes, ya no son una opción. En un mundo que cambia rápidamente, el conocimiento no tiene una vida larga, de manera veloz se vuelve anticuado y requiere ser actualizado o modificado. Por lo tanto, si las empresas quieren mantener el paso al desarrollo, necesitan ampliar su definición de «aprendizaje» e incluirlo en su cultura organizacional (políticas, prácticas y valores).
Y este concepto se debe hacer tangible al incentivar el aprendizaje continuo en sus trabajadores, proporcionándoles herramientas y tiempo para lograrlo. Desarrollar nuevos conocimientos de esta forma requiere de un esfuerzo significativo y sostenido donde los aprendices deben estar mucho más motivados que en los programas tradicionales; pero, a la larga, los resultados son espectaculares y se verán reflejados en la lealtad de los trabajadores, en la reputación de la marca empleadora en el mercado y por supuesto en la rentabilidad de la empresa.
Finalmente, el aprendizaje constante no solo nos ayudará a mejorar y ascender en el trabajo o conseguir un nuevo contrato, adoptar esta mentalidad en el ámbito personal nos traerá múltiple beneficios: mantendrá nuestra mente joven y retrasará la llegada de enfermedades como el Alzheimer; aumentará nuestra autoconfianza y generará una autopercepción más positiva; provocará estados de felicidad y satisfacción más constante, los cuales repercuten –positivamente– en las relaciones interpersonales.
¿Por qué negarnos la satisfacción de aprender? Ya lo dijo Carl Friederich Gauss: “No es el conocimiento, sino el acto de aprendizaje; y no la posesión, sino el acto de llegar a ella, lo que concede el mayor disfrute”.