La Nucleoeléctrica Argentina SA (NASA) estima iniciar la construcción de esta cuarta central atómica de la Argentina a partir de junio del año próximo y, dos años después, hacer lo propio con la quinta central del llamado “proyecto nacional”, que será recuperado tras ser dado de baja en 2017.
El proyecto fue anunciado por el presidente de la NASA, José Luis Antúnez, que resaltó la vigencia de la primera central que se construirá con financiamiento y tecnología china de uranio enriquecido, y la segunda de agua pesada y uranio natural, de larga tradición en el país.
Ahora bien, ¿qué ocurrirá con las centrales de generación en esta nueva gestión al frente de estas empresas?
Luego de un período de paralización, el plan de Nucleoeléctrica Argentina retoma el proyecto de dos centrales nucleares, en la misma dirección de la idea original hasta fines de 2015.
¿Las circunstancias financieras obligan a reconsiderar el orden?
Eso es cierto. Y, en ese sentido, el nuevo programa será lanzar lo antes posible el proyecto que ya tiene financiamiento y, después, continuar con el propio, pero con solo dos años de diferencia.
¿De qué serán las dos nuevas centrales?
La cuarta central será de uranio enriquecido y, la quinta, la nueva central de uranio natural y agua pesada. Ambas sumarán 1800 megavatios a nuestra potencia instalada, lo cual significa duplicar prácticamente lo que tenemos hoy.
¿Cómo se realizará el proceso de cierre del acuerdo con China?
En un panorama realista, nuestra idea es cerrar el contrato con la contraparte china hacia fines de este año y, en los siguientes seis meses, deberemos completar los prerrequisitos para acomodar el proyecto dentro del tratado país-país, porque no nace de una licitación pública internacional.
¿Qué aspectos se tienen que determinar?
Primero, la razonabilidad del precio; después, las condiciones concesionales favorables para el financiamiento y las condiciones técnicas. Todo eso va a llevar otros seis meses.
Entonces, ¿cuándo podrá comenzar realmente la construcción de Atucha III?
En principio, el inicio del proyecto cuarta central en el terreno se puede estimar en junio de 2022 y, a partir de ahí, serán ocho años de construcción.
¿Qué cambios están negociando respecto del acuerdo original?
Al completar nuestro gobierno, a fines de 2015, los dos proyectos estaban lanzados, algo que hoy cuesta describir. Se había llevado a cabo un consorcio entre la Compañía Nacional Nuclear China (CNNC) y Nucleoeléctrica para realizar entre ambas los dos proyectos como diseñadores y arquitectos-ingenieros, en conjunto y financiado en su totalidad por China, como parte de un acuerdo único país-país. Lamentablemente, todo eso, se disolvió.
¿Cuáles son los cambios en el proyecto?
Lo más importante es que tendremos un contrato EPC de ingeniería, compras y construcción bajo responsabilidad de la compañía nuclear china y en el que NASA contará con su papel de operador y propietario.
¿A ese contrato están procurando introducirle algunas cláusulas que favorezcan a la industria y la tecnología nacional?
Sí, en particular en cuanto a la provisión de elementos manufacturados, lo cual, para una primera central de tecnología nueva, es muy difícil, pero trataremos de fomentar lo máximo posible la utilización de la industria local.
¿Y en cuanto a la transferencia de la tecnología tipo Hualong?
El contrato va a incluir la transferencia a la Comisión Nacional de Energía Atómica de la tecnología para la fabricación nacional del combustible para esta futura central de uranio enriquecido que la Argentina no produce, pero el combustible será fabricado en el país.
La mano de obra local de ingeniería, construcción y el resto de los profesionales que manejan el proyecto tendrán mucho trabajo, ¿verdad?
Exacto, pero la industria metalmecánica, eléctrica y la química nacional es la que tiene menor participación en un proyecto nuevo, de una tecnología aún no utilizada y que carece de la base industrial. Por eso es que sacamos del estado de cancelación el proyecto de uranio natural y agua pesada, y lo volvimos a colocar en el Programa Nuclear Argentino como la quinta central, pero lo programaremos de una forma distinta.
¿Cómo está pensada esa quinta central?
Debido a la estrechez financiera, la ingeniería del proyecto nacional la realizaremos empezando por los componentes que se deben adquirir en el país, es decir, que mucho antes de lanzar las obras habremos hecho las compras de componentes y nuestro deseo es llevarlo a cabo comenzando el 2023. De esa manera, ocuparíamos a esa industria proveedora de componentes nucleares que son esenciales porque se trata de proyectos de larguísima vida y que solo en repuestos y reemplazos la industria tiene sustento por mucho tiempo.
Y hasta 2023, ¿cómo se sostiene la industria local tan especializada?
Para eso pensamos un puente hasta cuando comencemos a comprar componentes locales. Y ahí recurrimos a dos proyectos que necesitamos y que vamos a ejecutar con la industria nacional: el primero de ellos es extender la vida útil de Atucha I, que ya lleva 47 años funcionando a la perfección y para el que vamos a recurrir al máximo de la producción local de los componentes y repuestos que hagan falta.
¿Y el segundo proyecto?
Se trata de la construcción de la nueva planta de almacenamiento en seco, similar a la que estamos finalizando. Algo elemental, porque los elementos combustibles usados en las centrales nucleares se almacenan durante largos periodos en piletas y, luego, en almacenamientos en seco. Y, aunque parezca mentira, Atucha II ya lleva siete años desde el arranque del reactor y tendremos elementos combustibles dentro de tres o cuatro años con necesidad de aliviar la carga sobre las piletas.
ATUCHA I EXTIENDEN SU VIDA ÚTIL
Por otro lado, esta central nuclear dio comienzo a la etapa final del proceso de extensión de su vida útil, luego de 47 años de funcionamiento. Esta obra demandará una inversión de USD 300 millones y posibilitará extender su operación más allá del 2040 con sus actuales 350 megavatios de generación. En ese sentido, José Luis Antúnez también advirtió que, como Atucha I tiene que parar en 2024, “necesitábamos iniciar el proyecto de extensión de vida ya porque debemos empezar a fabricar lo que hay que reemplazar. Y ese proceso acaba de comenzar con la designación de la gerencia de proyecto”.
Asimismo, Antúnez destacó la participación de las empresas locales de larga experiencia en la industria nuclear: “Cambiamos la forma de hacer la obra porque la idea de la administración anterior era concretar el proyecto con una fortísima participación extranjera, nosotros lo haremos al revés”. Y agregó que lo realizarán con tecnología propia y a la par de otra obra muy importante: el almacenamiento en seco. Ambos proyectos están en el orden de los USD 300 millones cada uno que, esperamos, gastar en pesos”.
Además, si se analiza “la matriz energética eléctrica en la Argentina, sigue tradicionalmente al PBI, con 1,2 punto de crecimiento por cada punto de producto”, aclaró Antúnez. Y concluyó: “Hoy, la demanda eléctrica baja; por poco que se reactive la industria bajará un poco más la participación actual. En el mundo, esa participación es del 10%. Rara vez lo nuclear ha pasado ese margen de la demanda, así que fijarse a futuro ir al promedio general de las naciones desarrolladas en el orden del 15% nuclear sería un buen objetivo”.