Por Fernando Brovelli – El sueño de la casa propia en la Argentina pasó de ser un horizonte de proyección a futuro a una imposibilidad generacional que trasciende sectores sociales no mediados por alguna oportunidad hereditaria. La reaparición de créditos hipotecarios comienzan a despejar un camino para las familias que definieron la ciudad en donde desean establecerse, pero aún continúa siendo una alternativa muy distante para los asalariados de ingresos promedios. En ese contexto, las políticas habitacionales de acceso a la vivienda representan la principal opción para un amplio espectro poblacional en nuestro país.
Aunque las variables económicas y políticas promovieron transformaciones en las condiciones de vida de la ciudadanía argentina, el Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas realizado por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) en el 2022 continúa siendo una de las fuentes más fidedignas de datos habitacionales en el país. El estudio cuenta con información pormenorizada de personas en situación de calle, cantidad de gente residiendo en viviendas colectivas, condiciones de los servicios y el porcentaje de hogares ocupados en cada distrito. Allí se expresa que el promedio nacional de habitantes en su propia vivienda es del 68,86%, pero las realidades provinciales expresan sensibles diferencias entre sí, lo que confluye con el paradigma nacional de cese de la obra pública, la interrupción de la política PROCREAR y la reducción del Programa Casa Propia. Si Nación da un paso al costado, la uniformidad habitacional en la Argentina no es posible.
Es entonces que las iniciativas locales toman aún más valor: su inventiva y especificidad para resolver problemáticas habitacionales puntuales permiten sostener la urgencia de demanda de hogares, que se exalta en un mercado en movimiento permanente tras la derogación de la Ley de Alquileres. Por debajo de la media nacional de casa propia, se encuentran dos distritos atravesados por la fluidez turística y los altos costos de vida, como lo son la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (54,49% de personas son dueñas de los hogares donde viven) y Tierra del Fuego (58,64%). En el extremo opuesto, lideran las estadísticas de vivienda propia las provincias de Santiago del Estero (86%) y Catamarca (81,79%).
En este último distrito, la prioridad que existe en política habitacional se refleja tanto en la actividad semanal de sus principales autoridades ejecutivas -cuyas agendas siempre tienen presente una entrega de casas- como también en el organigrama de su Gabinete: cuentan con un Ministerio de Vivienda y Urbanización, un Instituto Provincial de la Vivienda y un Observatorio de Demanda Habitacional. “Gracias al esfuerzo de la gente y a esta visión que tenemos como Estado de que no se puede parar la construcción de viviendas es que estamos saliendo a flote y estamos pudiendo seguir sosteniendo nuestra política, que es una de las fortalezas que tiene nuestro gobierno”, explicó el ministro del área, Fidel Sáenz, en diálogo exclusivo con El Constructor.
Con una proyección anual de 1.500 viviendas entregadas en el 2024 para una provincia con 430.000 habitantes, la administración catamarqueña sostiene hace más de una década un Plan Integral de Vivienda cuyo principal objetivo es hacer más inauguraciones de hogares que las demandadas por la población. Para ello reconocieron la transversalidad de la problemática en todos estamentos sociales y diseñaron políticas específicas para resolver la necesidad de casas sin postergar la gestión del financiamiento. El resultado es una red de líneas de partidas presupuestarias que atienden a cada sector y motorizan la economía local. “Para nosotros, esta política es todo un orgullo”, remarcó Sáenz.
Usted está en el área hace muchos años y se sostienen políticas de largo aliento con respecto a la vivienda. ¿Es esa continuidad la que permite pensar en revertir una tendencia de mayor demanda de viviendas de las que se entregan?
En primer lugar, lo que rescato como un aspecto fundamental para que nosotros podamos llegar hoy a los indicadores que tenemos es que se ha tenido a la política de vivienda como una política de Estado en Catamarca. Fueron 13 años de dos gestiones que han mantenido las políticas de vivienda y hemos podido entender lo importante que es que cada familia tenga una. Lo consideramos como uno de los pilares fundamentales de la justicia social en lo que respecta a que cada familia pueda tener concretamente el derecho de acceder a una vivienda, como así también los otros aspectos que no son menos importantes, como la construcción de vivienda en relación al sostenimiento de la actividad económica y a la generación de empleo, que son consecuencias también muy importantes que produce la política de vivienda como efectos colaterales.
Con el tiempo nosotros hemos podido consolidar un aspecto general y atacar la demanda en todos los frentes. Hemos llegado a tener un Plan Integral de Vivienda y realmente se ha logrado cubrir el 100% de la demanda. Tenemos viviendas que son para personas carenciadas que no tienen ingresos formales ni habituales, a las que le entregamos una vivienda sin que tengan que abonar por ello ninguna cuota ni ninguna contraprestación a cambio. Entregamos viviendas, por ejemplo, a madres que no tienen la posibilidad de construirse a sí mismas esa vivienda o a familias que tampoco tienen la posibilidad de construirse porque no tienen trabajo; les regalamos viviendas de 55 a 60 metros cuadrados que tienen absolutamente todo, incluido un tanque solar y doble muro para mitigar los efectos de las temperaturas altísimas que hay aquí en Catamarca.
También tenemos programas que son de mejoramiento habitacional para ampliaciones de viviendas. Hay familias a las cuales les queda chica una vivienda y nosotros las asistimos construyéndoles una habitación. Si son de escasos recursos no le cobramos nada; lo mismo también con programas de terminaciones de viviendas. Para este tipo de familias contamos además con programas de autoconstrucción, en el caso de grupos familiares que tienen algún integrante con conocimiento del oficio: a ellos nosotros les damos los materiales y se construyen su propia vivienda. Actualmente debemos tener aproximadamente 150 viviendas construidas por este sistema, que es una manera de multiplicar el esfuerzo para poder llegar también a más familias, porque los materiales nos salen sustancialmente más económicos de construir una vivienda y el efecto que produce es muy parecido.
Hay otras familias con las que hemos logrado reemplazar las instalaciones precarias de núcleos húmedos, encarando también un plan de erradicación de letrinas. Tenemos un programa para hacer baños que estén completamente adecuado a las necesidades que tiene que tener mínimamente una familia. Este programa comenzó en medio de la pandemia y hoy llevamos construido casi 500 baños, y todavía seguimos.
Usted menciona todos estos distintos programas del Plan Integral de Vivienda, que implican, por supuesto, una inversión del Estado. Estamos transitando una situación nacional donde se habla mucho y se piensa mucho en el gasto público. ¿Por qué toman ustedes esta decisión de política estatal de vivienda?
Esta mirada del Estado en función de la política de vivienda y la continuidad en las mismas políticas, tanto de Lucía Corpacci como de Raúl Jalil, ha hecho que nosotros tengamos a la vivienda no solamente como un núcleo importante para que una familia pueda tener mínimamente dónde poder progresar y desarrollarse, sino también que entendemos que la construcción de vivienda sostiene la economía regional y genera empleo. En septiembre del año pasado habíamos creado cerca de 15.000 empleos, de los cuales casi 7.000 habían sido registrados, y estábamos a la cabeza a nivel país de la generación de empleo privado vinculado a la construcción. Hemos estado durante muchísimos meses primeros en la venta de cemento y en la generación de empleo. Por supuesto que fuimos la provincia que, en relación a su cantidad de habitantes, construyó la mayor cantidad de viviendas.
¿Cómo se adaptaron a este cambio de ciclo para obtener el financiamiento?
Nosotros entendemos que, en este momento, la política de vivienda es cara. Para que arroje resultados positivos en todas las aristas necesitamos llegar a conseguir motorizar un volumen importante de viviendas, y eso lo podemos lograr cuando el Estado nacional y el Estado provincial trabajan conjunta y armónicamente en función de esos objetivos. Este año ha sido un poco más complicado: nosotros no hemos logrado prácticamente ninguna inversión por parte del Estado Nacional. Todo lo que se está haciendo en términos de vivienda lo hemos hecho con recursos provinciales, aún incluso financiando las viviendas que estaban vinculadas a programas nacionales y se habían discontinuado, con el fin de poder terminarlas.
En estos momentos, nosotros hemos tenido rápido los reflejos para poder hacer pie en este concepto de que la política de vivienda en Catamarca también se sostiene de una manera solidaria: los que pueden pagar van de alguna manera contribuyendo a financiar las viviendas que construimos para aquellos que no pueden pagar una cuota. Nosotros hemos sacado programas que han sido sostenidos por las mismas familias, con licitación viviendas. También hemos construido viviendas para profesionales que tienen que pagar un anticipo y después cuotas. Y por supuesto seguimos construyendo viviendas para trabajadores, viviendas para solteros y viviendas sociales, como mencioné, que son para familias que no pueden pagar la cuota.
Otro aporte que ayudó a sostener esto fueron los recursos de la minería. Aquí hay un fideicomiso minero que también invierte algunos recursos en la construcción de viviendas para la zona de influencia de los yacimientos. Únicamente con los dineros provinciales hubiese sido difícil. No le digo que hemos podido sostener un 100% del ritmo de trabajo que teníamos antes de diciembre, pero sí creo que estamos hoy cerca de un 80% en términos del volumen de construcción de viviendas.
¿Qué impacto tiene en la economía provincial este impulso que le dieron este año ustedes a la obra pública?
Nosotros sabemos que la construcción de viviendas no solo genera una inmensa tranquilidad para las familias que reciben una vivienda, sino que también somos muy conscientes de lo que significa en términos de dinamizador de la economía y multiplicador del empleo, es por eso que nosotros no hemos dejado de construir. Por ejemplo, los corralones, que en marzo y abril tuvieron un pico de parate muy grande y trabajaban con 50% del personal, nosotros los hemos logrado volver a activar impulsando la construcción de viviendas, a tal punto de que vuelven a tomar a toda la gente y trabajar a un 100% del horario. También están los transportistas, las canteras y todos los rubros de la actividad económica que involucra la construcción de viviendas y la obra pública.
Diría que en Catamarca, gracias a ese concepto de que no hay que parar la obra pública y que es muy importante la construcción de viviendas, hemos logrado sostener la actividad económica. Acá en un momento no se conseguía ni siquiera albañiles para que la gente particularmente pueda contratar para hacer una casa e inclusive en un momento los corralones no daban abasto con los materiales, se nos demoraba y a veces nos caíamos de la curva de la que nos habíamos comprometido.
Imagino también que hay intangibles que usted puede ver en los actos de entrega de vivienda que frecuenta o en los programas de viviendas para profesionales que luego permanecen en la provincia.
Esa experiencia para profesionales nunca la habíamos hecho. Preferimos llamar a las cámaras de profesionales antes que disponer nosotros las condiciones y los requisitos y las condiciones para que accedan a este programa. Por ejemplo, elegimos hacer una audiencia pública y juntamos cerca de 200 profesionales en el auditorio del Consejo Profesional de Ciencias Económicas. La verdad que fue todo un éxito y ahí, todos juntos en una asamblea, hemos podido decidir entre todos que cuánta plata implicaba, cuál iba a ser el anticipo, de cuánto iban a ser las cuotas, cómo íbamos a financiarlas y en cuántos meses. Fue una experiencia muy buena. Este es un programa que involucra la construcción y la entrega de 175 viviendas, 35 por cada consejo profesional. Ha sido una idea tremenda. También estamos construyendo convenios para la CGT y para trabajadores de la actividad privada.
Lo que hemos desarrollado más recientemente es un programa de terminación de vivienda para personas que puedan pagar esa terminación. Los créditos actuales se han quedado un poco cortos por todo el desfasaje económico que ha habido producto de la inflación, entonces la gente no lograba terminar sus casas con los créditos. Hemos detectado desde nuestro Observatorio de Demanda Habitacional que habían muchas familias que tenían este problema e inmediatamente hemos salido a ayudarlas, a respaldarlas y a acompañarlas para que puedan terminar su casa con este programa.
La cuestión de la vivienda propia es un problema que ahora es generacional y también es global. ¿Cómo empezaron ustedes a encontrar soluciones en ese sentido para diseñar las políticas?
Hubo dos razones. La primera es que nosotros hace muchos años trabajamos con un grupo de profesionales de nuestro organismo para crear el Observatorio de Demanda Habitacional, que es el que nos va diciendo hacia dónde tenemos que ir mirando y nos va preparando para poder atacar ese aspecto de la demanda.
Por el otro lado, está la ausencia total de los bancos. Por muchos años, los bancos no trabajaban de banco. Recién ahora se los está volviendo a ver salir al mercado, pero hasta hace poco era imposible que una familia pueda acceder a un crédito hipotecario para poder hacer su casa. Y además era muy difícil o verdaderamente inaccesible poder pagarlo, entonces nosotros comenzamos a sustituir a esas entidades para estar cerca y salir al rescate de nuestras familias aquí en Catamarca. Con el Observatorio nos resulta todo más fácil, a pesar de que aparecen aspectos muy distintos en la cuestión social, que obviamente cada uno merece su estudio particular, pero estamos con nuestros asistentes sociales y con nuestros equipos técnicos mirando hacia dónde van y cómo van creciendo determinadas demandas habitacionales. Entonces nosotros nos vamos comenzando a preparar para salir a asistir a eso y de un año para otro podemos salir a sostenerlo.
¿Cuáles son los distintos desafíos que se proponen atender?
Para la gente que vive en el interior y que tiene en su lugar de nacimiento una economía de subsistencia, vinculada con la producción de algunos sembradíos y unos pocos animales, nosotros llegamos con la construcción de viviendas rurales, que son viviendas bien preparadas para que la gente viva en el lugar de montaña y en la zona serrana. Tenemos más de un 30% de nuestra población provincial viviendo en puestos de campo y llegamos hasta ahí porque la verdad es que queremos que la gente siga desarrollando la actividad en el lugar en donde está afincada.
El desafío que tenemos es seguir creciendo en la construcción de viviendas porque entendemos la importancia que tiene en términos de desarrollo humano para cada familia la posibilidad de contar con un pedacito de tierra: es un lugar desde donde proyectar su familia, el bienestar y la felicidad. Somos inclaudicables en ese sentido de seguir propiciando que nuestro pueblo pueda tener ese espacio. Nos ponemos en el lugar de esas personas, que, por primera vez, pueden abrir la puerta de su propia casa y sus hijos pueden invitar a algún compañero de escuela a hacer los deberes en su lugar. Esos momentos únicos que puede vivir una familia cuando se transforma en propietaria de su vivienda para nosotros es muy impresionante.